Gobiernos de EPN y AMLO apuestan menos al desarrollo futuro del país

Compartir:

Gasto público en inversión cae 38% en 10 años

¿Gastar en el presente o invertir en el futuro? Todos los gobiernos enfrentan este dilema al momento de ejercer los recursos públicos que obtienen a través de impuestos, ingresos por la producción o distribución de un bien o servicio (petróleo o electricidad, por ejemplo), o por endeudamiento.

En el caso de México las cifras oficiales muestran que la apuesta es por el primer escenario, lo que se observa en la falta de planeación y el uso excesivo de gasto corriente -con el que se adquieren o distribuyen bienes o servicios-, dejando de lado el futuro de las siguientes generaciones (el cual requiere del gasto en inversión). 

La prueba de esto es que, de acuerdo con la más reciente investigación del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), en la última década el gasto en infraestructura se redujo -38% en términos reales -tomando en cuenta la inflación-.

Mientras que en 2010 el gobierno destinaba 5% del Producto Interno Bruto (PIB) a la inversión, para los últimos tres años (2018-2020) dedicó solamente 3.1% del PIB.

Esto quiere decir que, desde 2018, el gobierno ha invertido cada vez menos recursos en  infraestructura, lo cual es insuficiente para atender las demandas de la población lo que termina impactando en el desarrollo económico  y humano de la población  “a través de carencias energéticas, sanitarias, educativas y de vivienda”, señala el estudio de CIEP.

¿Por qué es importante el gasto en inversión?

En el documento Infraestructura en México. Prioridades y deficiencias del gasto público, los investigadores del CIEP argumentan que la infraestructura “es uno de los aspectos que contribuye a que una ciudad, región o país se desarrolle económica y socialmente”.

A través de la inversión en obra pública es como el gobierno garantiza el acceso efectivo a instalaciones y servicios educativos de calidad, así como a servicios de salud, la provisión de medios y vías de comunicación, así como la protección del medio ambiente, explica el CIEP. 

Por lo tanto, un nivel bajo de inversión se traduce en rezagos en distintos sectores afectando la vida de millones de personas

Alejandra Macías, directora de investigación del CIEP, explicó durante la presentación del documento que “la falta de inversión o de creación de infraestructura social se traduce en carencias que tienen las personas en vivienda, cobertura de salud, resultados educativos, afectando al desarrollo humano de las personas”.

Además, la inversión tiene un efecto positivo en el crecimiento económico. De acuerdo con Macías, décadas atrás nos encontrábamos en niveles similares de desarrollo que algunos países asiáticos como Singapur, Corea o Taiwán. 

Sin embargo, después de una fuerte inversión en infraestructura por parte de estos países, “crecieron más de lo que nosotros estuvimos creciendo”, dejándonos con cifras de desarrollo mucho menores.

¿En qué se gasta lo poco que se invierte?

De acuerdo con el análisis del CIEP, en 2020 el gobierno destinó el 58% de los recursos de inversión al sector de Combustibles y Energía, lo que representa un gasto de 1.8% del PIB, el cual está concentrado en cuatro entidades: Campeche, CDMX, Tabasco y Veracruz.

Después se encuentra el sector de vivienda que en 2020 le fueron asignados 23% de los recursos (0.7% del PIB). Sin embargo, el CIEP destaca que este presupuesto es insuficiente para contribuir a mejorar las condiciones de vivienda en los estados más vulnerables del país (Guerrero, Oaxaca y Chiapas) los cuales presentan las proporciones más altas de población con carencias.

El resto de los recursos se reparte entre Comunicaciones y transportes -construcción de vías de transporte e instalación de servicios de comunicación- el cual representa 0.2% del PIB, salud y educación -que cada una recibe recursos equivalentes al 0.1% del PIB- y la categoría de otras funciones de gasto (0.2% del PIB).

COVID-19 evidenció una inversión deficiente

La falta de inversión en infraestructura también se hizo notar a partir de la crisis sanitaria por el COVID-19 y es que México pudo haberla enfrentado mejor si hubiera invertido los recursos necesarios para infraestructura en salud, en lugar de reducirlos.

De acuerdo con el CIEP, “en la última década, el número de camas disponibles para brindar servicios de salud se redujo a la mitad. México pasó de 1.8 camas por cada 1,000 habitantes en 2010 a 0.9 en 2020”. 

Este indicador es menor al promedio de los países miembros de la OCDE de 3.8 camas, al de América Latina y el Caribe (ALyC) de 2.2 y de los países de ingreso bajo que manejan un nivel de 1.2 camas por cada 1,000 habitantes.

Una de las causas principales de esta diferencia es que durante los últimos 10 años “el gasto de inversión en salud se contrajo 57.2 %”. Por lo tanto, el gobierno debería considerar esta experiencia antes de preferir gastar en otros rubros.

¿Cuál podría ser la respuesta del gobierno para asegurar un mejor futuro? 

Al ser cuestionada sobre este tema, Alejandra Macías destacó que una posibilidad es hacer “un análisis costo-beneficio serio de los recursos que se están utilizando para los megaproyectos de infraestructura (Tren Maya o la refinería de Dos Bocas)” y considerar la posibilidad de utilizar esos recursos para otras medidas que contengan “las consecuencias de la crisis sanitaria y económica que estamos viviendo”. 

Por su parte, Héctor Villarreal, director del CIEP, apuntó que “el gobierno enfrenta un dilema más allá de una reforma fiscal”. Para el especialista, la verdadera discusión es la definición del Estado que se busca construir: “un Estado social o uno que invierte seriamente en infraestructura”, pues los recursos “no alcanzan para ambos objetivos” aún si se consiguiera una reforma “de libro de texto”.

Villarreal resaltó que recientemente el gobierno ha echado mano del apoyo del sector privado para llevar a cabo proyectos de inversión. Sin embargo advirtió que estos recursos tampoco han sido suficientes.

 “Hay ciertas áreas donde el sector público tiene que entrar a hacer proyectos que no son del interés del sector privado. Esto puede hacer la diferencia en la tendencia de crecimiento de mediano y largo plazo” del país, puntualizó el especialista.

Con la rígida austeridad que caracteriza a este gobierno, sumada a una postura del presidente de no aumentar impuestos, el camino de las finanzas públicas del país se observa cada vez más complicado ¿qué rumbo seguirá el gobierno después de la crisis?

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.