La desigualdad para educarse: razones por la que es tan caro ser pobre

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Más de 25 millones de jóvenes volvieron a la escuela el pasado 26 de agosto y con ello, llegaron los gastos en uniformes, útiles escolares y material para las clasesAarón es uno de ellos, quien inició una nueva etapa al ingresar a primer año de secundaria.

Él asiste a la secundaria oficial número 36 “Cuauhtémoc” de la alcaldía Xochimilco. Sus padres tuvieron que pagar en las últimas semanas más de tres mil pesos solamente para adquirir los uniformes así como el calzado diario y el de deportes. 

A pesar de contar con un apoyo del gobierno de 910 pesos, aún hacen falta los gastos de útiles escolares y libros que solicitan en cada materia, así como la famosa “cuota voluntaria” -de alrededor de 300 pesos- la cual cobran por alumno, según nos contó la madre de Aarón. 

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Este es el panorama al que se enfrentan millones de hogares en el país, que en la búsqueda de preparar a sus hijos para un mejor futuro, destinan, en promedio, más del 15% de su ingreso a los gastos en educación. Sin embargo, la desigualdad afecta mucho en este tipo de gasto. 

¿Por qué? Mientras menos se gana, es más caro cubrir estos gastos porque se invierte una proporción más grande del sueldo en hacerlo. Los datos muestran que, mientras los hogares más ricos destinaron 10% de sus ingresos a este gasto, los hogares con menos recursos destinaron una proporción tres veces y media mayor34% de su ingreso.

Más preocupante es que algunos de los hogares más pobres apuestan por la educación privada de sus hijos, sacrificando más de la mitad del ingreso para que tengan mejores condiciones de vida, sin una garantía de que esto suceda.

Estos son los principales resultados de la segunda entrega de nuestro especial sobre pobreza ¿qué tan caro sale ser pobre?

Nuestra primera entregaAtención a la salud: todas las razones por las que es tan caro ser pobre

El sueño de progresar sale caro

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2018 (ENIGH 2018), los hogares mexicanos -conformados en promedio por 3.6 habitantes– reportan un ingreso mensual promedio de poco más de 16 mil pesos

De ese monto, las familias de México destinan, en promedio, dos mil quinientos pesos -equivalente al 15.5%– al pago de artículos y servicios de educación. Sin embargo, en un país tan desigual como el nuestro, esa cantidad no solo varía entre familia y familia, sino que suele ser mucho más elevada para los hogares con menores ingresos.

Para demostrarlo, de la ENIGH seleccionamos a los hogares que dijeron tener miembros que van a la escuela. Después los ordenamos por los ingresos que reportan -desde los más pobres hasta los más ricos- y los dividimos entre 10, obteniendo un sistema de medición conocido como deciles de ingreso.

Bajo este criterio, en donde el decil I incluye a los hogares más pobres y el decil X a los más ricos, podemos observar que conforme más ingresos se reportan, menos proporción del gasto se destina a este objetivo. Es decir, se invierte proporcionalmente más en servicios educativos mientras menos se tiene, como se muestra en la siguiente gráfica.

Esta gráfica demuestra que, mientras los hogares del decil más pobre (decil I), destinan en promedio 34.3% de sus ingresos a la educación, las familias con más recursos (decil X) destinan solo 9.9%. Es decir, los que menos tienen gastan 3.5 veces más en este rubro que aquellos con más recursos.

Para Carlos Brown, maestro en Economía y Coordinador del Programa de Justicia Fiscal de la organización Fundar, “resulta sorprendente la brecha del gasto ya que, aún cuando la educación es pública, gratuita y obligatoria, en el decil más bajo destinan uno de cada tres pesos de su ingreso a educación”.

Brown añade que esto “nos muestra que el Estado está fallando en su obligación de brindar educación gratuita” y que la educación pública “no es tan pública como parece porque implica una serie de gastos que tienen un peso muy fuerte en el 10% más pobre del país”.

Apostar en grande: el sacrificio de la educación privada

En México hay quienes creen que estudiar en una escuela privada abre más puertas en el futuro, al brindar una mejor preparación académica. Aunque la evidencia muestra que la educación sirve como una escalera de movilidad social para salir de la pobreza, solo en un grupo muy reducido de la población (deciles más altos) se cumple esta regla.

Aún así, los padres de familia siguen apostando por gastar importantes cantidades de dinero en educación, pensando que invierten en el futuro de sus hijos. Por este motivo, ampliamos el análisis distinguiendo entre el tipo de escuela al que asisten los hijos (privada o pública). 

Como se puede apreciar en la gráfica, la desigualdad se sostiene -al mostrar que entre más recursos menos porcentaje del ingreso se destina a este rubro- sin embargo, se agrava a tal punto que los hogares más pobres que deciden enviar a sus hijos a una escuela particular destinan, en promedio, una proporción casi cuatro veces mayor de su ingreso (56.3%) que aquellos con más recursos (15.2%).

Esto equivale a decir que algunos de los hogares con menos ingresos están dispuestos a sacrificar más de la mitad de sus ingresos reportados para intentar brindar un mejor futuro para sus hijos, sin la certeza de que a través de la educación privada realmente lo logren.

Carlos Brown aclara que, “aunque la proporción de hogares de los deciles más bajos en educación privada podría ser muy pequeña respecto a lo observado en los deciles más altos” la brecha en el gasto en educación “sigue siendo sorprendente”.

De acuerdo al economista, esto es peor  “si revisamos el porcentaje de deducciones por gastos en educación”, pues se puede ver que “buena parte de los recursos del Estado están puestos en deducir colegiaturas para quien puede pagar una educación privada”, lo que deja de lado a la inversión en educación pública.

Respecto a los hogares que envían a sus hijos a escuelas públicas, la gráfica nos muestra que la desigualdad en el gasto para educación también es amplia. Mientras los hogares con más recursos destinan 4.5% de su ingreso a educación (decil X), las familias con menos ingreso lo hacen con 12.3%. Una diferencia casi tres veces mayor.

La trampa de pobreza

Carlos Brown concluye que “mientras que en muchos países en desarrollo y desarrollados la educación es una escalera ascendente de movilidad social -que quien nace en pobreza no se mantenga en pobreza” en nuestro país eso solo pasa para “un pequeño grupo muy privilegiado” que forma parte de los deciles altos.

Con todos estos obstáculos, que sistemáticamente se siguen imponiendo y afectando a los que menos tienen, ¿cómo podemos esperar que se elimine la pobreza? 

En nuestra siguiente entrega revisaremos el porcentaje de gasto destinado a transportarse.

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