¿Y los opositores de AMLO?

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Realmente existen hoy partidos opositores

La semana pasada se viralizó en redes sociales una tendencia: #AdversariosdeAMLO. Las sugerencias de quiénes podrían ser los enemigos del presidente iban desde Eugenio Derbez, Thalía y el “Chicharito” Hernández, hasta la Constitución, el diario Financial Times o lo que fuera, menos, decían, Peña Nieto.

Ese jueguito de tuiteros refleja una cruda y peligrosa realidad: el presidente no tiene oposición. Y eso no puede ser bueno.

En países con democracias más saludables y maduras que la nuestra, la oposición juega un papel fundamental en el equilibrio del poder. Y lo mismo se puede tratar de empresarios, artistas o intelectuales, que de políticos u organizaciones civiles.

En Estados Unidos, es mítica la oposición de asociaciones de extrema derecha a ciertas políticas que suelen encabezar los gobernantes del partido Demócrata. Por ejemplo, la Asociación Nacional del Rifle, que representa a un colectivo de personalidades que se oponen tajantemente al control de armas.

Recientemente, Donald Trump ha enfrentado serias críticas de personajes como Bill Gates, el dueño de Microsoft o de las actrices de Hollywood que se sumaron al movimiento feminista #MeToo.

Pero Estados Unidos no es el único país con oposiciones vibrantes. A Jair Bolsonaro de Brasil, el Congreso y el Tribunal de Justicia le frenaron una iniciativa para terminar con las medidas de confinamiento por el COVID-19 antes de tiempo. Adversarios saludables y de todo tipo de ideologías hay lo mismo en Canadá que en Alemania, Francia, España o hasta en Perú y Colombia.

Solo países con democracias frágiles y cuestionables como Rusia, China, Cuba o Venezuela viven realidades en la que el grupo o individuo en el poder no tiene quien se le resista, critique o detenga. Y eso es malo para la democracia, las libertades y los individuos por donde se le vea.

La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia trajo consigo una realidad no vista en nuestro país desde hace décadas: un gobernante solitario con mayoría en el Congreso y una oposición reducida a su mínima expresión y, además, atomizada. Desde los tiempos del absolutismo priista que no se veía una oposición tan débil.

Los partidos que se repartieron el poder durante los últimos 90 años parecieran haber desaparecido. Ni el PRI ni el PAN ni el PRD sirven para algo en este momento. Sus liderazgos son débiles y sin carisma. Vacíos de propuestas, solo atinan a repetir que estábamos mejor cuando estábamos peor y parecen olvidar la enorme responsabilidad que tienen en que Andrés Manuel haya llegado al poder.

Pero Alito Moreno, Marko Cortés y quien sea que dirija lo que sea que quede del PRD no están solos en el laberinto en el que están perdidos.

Ciudadanos que creen que van a cambiar al país a punta de tuitazos, empresarios amedrentados, organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil desarticuladas y al borde de la extinción… todos y todas están tan alejadas de la realidad como lo estaban cuando la aplanadora de AMLO y Morena les pasó por encima.

No entienden las necesidades básicas de las personas comunes y parecen no tener la menor intención de querer entenderlas. Creen que criticar al presidente, desde su privilegio, es suficiente para construir una voz opositora cuando, en realidad, solo evidencian su falta de empatía.

Porque el presidente hace eso: conecta con su base besuqueando niños, comiendo en fondas, platicando con ermitaños mientras pelea con ventiladores. Eso que tanto critican sus opositores es justo lo que a él lo conecta con las personas.

Lo peligroso del asunto es que sin una oposición seria, consolidada, inteligente y conectada con la población, el presidente y su partido no tendrán con quien discutir, crear y poner en práctica políticas públicas más completas y de mayor alcance. 

El problema es que van solos en el camino que se han planteado. El problema es, al final, que corremos el riesgo de perder lo ganado en términos de democracia, libertades, discusión pública y transparencia. 

Por eso, esta semana en Cuestione revisaremos cómo funcionan los contrapesos en otros países, para qué sirven, cómo han contribuido para mejorar las condiciones de vida de sus poblaciones y, también, cómo nos permitieron avanzar en la ampliación de derechos y libertades en nuestro país a lo largo de los últimos 30 años.

No nos podemos dar el lujo de dar pasos para atrás en ese sentido. Así como muchas mujeres y hombres lucharon por la democracia, los derechos de las mujeres, los de niños y minorías en general y así como muchas mujeres y hombres pelearon por sacar al PRI del poder o por llevar al propio AMLO a la presidencia, esta generación deberá luchar por construir una oposición firme, representativa y responsable que le haga frente al muy concentrado poder del presidente y de Morena. Es por nosotros, por las generaciones que vienen detrás de nosotros. Es por México.

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