Lo que queda en la oscuridad

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Hay un problema de excesos de luz y sombras

Tenemos un problema. Y es un problema de excesos de luz y sombras profundas. Un problema de reflectores que iluminan a algunos demasiado, y a otros los dejan en la oscuridad.

En medio de una crisis sanitaria dramática y el principio de lo que podría ser la peor caída económica en más de 80 años, según el Fondo Monetario Internacional, toda la atención está centrada en una figura: el presidente.

Tan concentrados estamos los medios en lo que diga o deje de decir López Obrador, que hemos dejado de poner atención, e informar debidamente, de muchas cosas de vital importancia que están sucediendo en nuestro país.

Somos una nación con tres poderes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Sin embargo, apenas nos enteramos de lo que sucede en el Congreso, excepto cuando surge un escándalo por alguna propuesta de ley. Pero en realidad, la mayor parte del trabajo de quienes legislan hoy se hace totalmente en la sombra.

Con el Poder Judicial pasa algo parecido. ¿Cuánta gente está enterada de lo que sucede en los juzgados? ¿Entendemos sus deficiencias para hacer justicia? Esto es algo que afecta a toda la ciudadanía, en particular a las mujeres, pero rara vez es tema de discusión.

Lo mismo pasa en los estados. Fuera de las declaraciones exóticas y a veces delirantes de Miguel Barbosa en Puebla, prácticamente no nos enteramos de lo que sucede en el resto del país. Trabajan en la sombra, y eso les puede resultar muy ventajoso a los gobernadores: la fiscalización pública que reciben es mínima.

La mayor parte del gabinete federal tiene la misma ventaja, o desventaja, según se le vea. Fuera de los escándalos de propiedades de Irma Eréndira Sandoval, o de uno que otro pronunciamiento de algún secretario de Estado, no los vemos.

Nadie en el gabinete tiene autorización de brillar con luz propia, ni de destacar, con la posible excepción de Marcelo Ebrard, el canciller, o de Hugo López-Gatell, por la emergencia sanitaria. Nunca se había visto a una secretaria de Gobernación tan opaca, ni un secretario de Salud tan ausente en plena pandemia. Ni el secretario de Hacienda muestra mucho de sus actividades, fuera de enviar uno que otro comunicado. 

No sabemos, al menos de forma amplia y abierta, sobre las actividades de la Oficina de la Presidencia, su coordinación de asesores, sus operadores políticos. Todo sucede en la opacidad.

Con los partidos políticos pasa lo mismo. La oposición está sumergida en una profunda crisis de credibilidad, y con razón. Sus intentos de figurar o brillar en el debate público quedan reducidos a bromas en redes sociales, o descalificaciones desde la presidencia. Realmente no sabemos qué están haciendo, y eso que son financiados con recursos públicos.

Esto es parte del diseño del gobierno, sin duda: mantener a la prensa pendiente de cada palabra del primer mandatario. Sin embargo, los medios hemos caído en la trampa. En lugar de estar informando sobre muchas cosas graves y delicadas que están sucediendo en México, seguimos al gobierno como si fuera el flautista de Hamelin. Directo a ahogarnos en la desinformación.

Es por esto que esta semana, en Cuestione vamos a hablar de las historias de la gente, de los y las mexicanas que enfrentan la realidad crítica de nuestra nación cada mañana. Vamos a entrar a fondo en los problemas de la administración pública, sus deficiencias y sus logros. 

Revisaremos las acciones de los tres poderes del gobierno, así como de los gobiernos locales, para entender mejor todo lo que está sucediendo en México a la sombra de los reflectores.

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