Así funcionan el gobierno y las leyes en Irán

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Nasrin Sotudeh fue condenada a 38 años y seis meses de cárcel, así como a 148 latigazos, por incitar a la corrupción y a la prostitución, de acuerdo con la ley iraní.

Su verdadero delito: asesorar legalmente a mujeres activistas que protestaban contra las leyes que las obligan a llevar la cabeza cubierta con un velo. Esta noticia tan desconcertante no es de otro siglo, el hecho sucedió en 2019. En marzo del año pasado le dictaron sentencia a Nasrin.

Esta injusticia es tan solo la punta del iceberg de una República Islámica que gobierna para cumplir el mandato de Dios pero, por supuesto, según su interpretación del Corán: la sharia, un código de conducta que es dictado por las autoridades religiosas y que en Irán es la base legal que rige a la sociedad.

Al enterarnos de este tipo de eventos, nos preguntamos, ¿por qué ocurre? ¿La gente no tiene voz ni voto? ¿Existe alguna manera de que esto deje de suceder?  

La sociedad iraní

En Irán la gente no piensa de la misma manera, es más, ni siquiera profesan la misma fe. Contrario a lo que podría pensarse, es un país diverso. Ocho de cada diez iraníes profesa el Islam chií duodecimano -un porcentaje muy parecido al de los católicos en México (82%)– que si bien son la gran mayoría, también hay que considerar al 10% del Islam sunní, así como minorías cristianas, zoroastrianas, judías, hinduístas y bahíes. 

Tampoco es una nación árabe, ya que el 61% de la población es persa y el idioma oficial es el farsi, aunque este último solo lo domina la mitad de la población, porque también se habla el azerí y el kurdo, entre otros. 

Los persas fueron islamizados por los árabes en la Edad Media y en 1501, el Sha Ismail I decidió establecer el Islam chií como religión oficial para nivelar fuerzas con el Islam sunni del Emperador Otomano. Esta dupla de monarquía y religión se mantuvo así hasta la Revolución Islámica de 1979, la cual destronó al poder absoluto del Sha Mohammad Reza Palavi y conformó una república pero le cedió el mando a los líderes religiosos. 

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¿Cuál es el papel de la gente?

En Irán, como en toda República, la gente puede votar y ser votada, pero hasta cierto punto. En las elecciones de 2012, 1,900 candidatos a legisladores fueron vetados por el Consejo de Guardianes; y en las elecciones presidenciales de 2014,  se vetaron 672 postulantes.

Esto se debe a que no cumplieron alguno de los requisitos fundamentales para candidatearse en Irán: ser licenciado universitario (lo cual suena bien), tener buena salud (lo cual suena mejor), tener entre 30 y 75 años de edad, defender la república islámica y ser musulmán practicante. Aunque también hay cuotas para representantes de minorías religiosas.

Esto nos hace pensar que sí hay caminos para echar atrás ciertas leyes, sin embargo, este escenario es aún más complicado que ganar elecciones, ya que el verdadero poder está en las mezquitas.

La estructura política de Irán

Si tomamos en cuenta la clasificación del politólogo Juan J. Linz, la República Islámica de Irán no es una democracia, sino un régimen sultanístico que si bien no es totalitario, sí es autoritario.

La gente elige presidente y parlamento. El presidente nombra al gabinete y el parlamento lo confirma. Hasta ahí todo bien. Sin embargo, el Guía Supremo (que es el líder de la religión y el cual no es votado), nombra directamente al presidente del Consejo de Guardianes y a seis de su miembros. Además, vía el presidente del Tribunal Supremo, también nombra a los otros seis miembros.

¿Pero qué hace este Consejo de Guardianes? ¿Es realmente más importante que el Parlamento? Pues veamos: este organismo es el encargado de aprobar al Presidente, así como aprobar o vetar a candidatos y de interpretar y vetar (según la sharia) las leyes. En pocas palabras, este Consejo es el encargado de palomear o no la voluntad popular. 

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Además, por si aún no queda claro el poder de los líderes religiosos, hay que agregar que el Guía Supremo, que en este momento es Alí Jamenei, debe nombrar directamente al Presidente de la Radio y Televisión y al Consejo de Discernimiento, que son quienes se encargan de mediar disputas entre el Consejo de Guardianes y el Parlamento. 

El Guía Supremo también supervisa las fundaciones caritativas y controla a la Guardia Revolucionaria, que vendría a ser un cuerpo militar de élite, así como como al Consejo Supremo de Seguridad Nacional y al Ejército. Ni más ni menos. 

¿Quién guía al Guía?

Queda claro que el poder en Irán descansa en la sabiduría del Líder Supremo Religioso pero ¿quién lo nombra a él? ¿Del discernimiento de quién dependen las 81 millones de vidas en Irán? Este papel lo juega una Asamblea de 88 expertos en el Islam, los cuales son elegidos por la gente cada ocho años, pero quienes provienen de una lista previamente filtrada por el gobierno.

La estructura política de Irán es un laberinto, cuya única salida, sería reformar al Islam chií.

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