Donald Trump amenaza con saturar de migrantes a las ciudades santuario de EU

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¿Estrategia política con miras a reelección?

Todo indica que el presidente de Estados Unidos (EU), Donald Trump, ha estado muy ocupado en idear cómo (sí o sí) cumple sus promesas de campaña en contra de la población migrante.

¿Por qué lo decimos? El pasado 14 de abril, la Casa Blanca anunció que evalúa la posibilidad de enviar a las ciudades santuario, a todas las personas migrantes que recién llegan a EU y que no pueden ser detenidas porque son candidatas para solicitar asilo humanitario.

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Esta medida sería una represalia más de Trump contra las ciudades que se caracterizan por políticas que evitan que las autoridades federales puedan detener e interrogar a cualquier persona al respecto de su condición migratoria.

Y es que desde el inicio de su campaña, el presidente prometió -con esas palabras- acabar con las ciudades santuario y, en enero de 2017, firmó una orden ejecutiva para quitar ayudas financieras federales a las ciudades que se negaran a cooperar con la aplicación de la leyes antiinmigrantes. Meses después, un Tribunal estadounidense consideró que esta retención de recursos era inconstitucional.

¿Qué es eso de ciudades santuario?

Son ciudades, condados y estados de EU que cuentan con políticas locales que protegen a las y los migrantes para evitar su detención.

Ha habido más de un caso en las que estas ciudades han evitado la separación de familias, por circunstancias vinculadas con su situación migratoria. Como sucedió en 2017, cuando la mexicana Minerva Cisneros se refugió junto con sus dos hijos en un templo religioso de Carolina del Norte para evitar ser deportada.

Son más de 300 ciudades santuario en EU, entre ellas: Los Ángeles, Seattle, Minneapolis, Chicago, Denver y Washington D.C. Sus políticas migratorias existen desde 1980.

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Migrantes, ¿botín político hacia la meta electoral?

Desde hace tres semanas, Donald Trump intensificó su discurso en contra de la población migrante y llamó a México -bajo la amenaza de cerrar los pasos comerciales y de personas– a detener los flujos migratorios que están llegando a la frontera norte desde centroamérica.

Incluso, el pasado 29 de marzo, Donald Trump dijo en Twitter: “Si México no detiene de inmediato toda la inmigración ilegal que ingresa a Estados Unidos a través de nuestra frontera sur, estaré cerrando la frontera, o grandes secciones de la frontera, la próxima semana”.

¿Por qué hace esos anuncios ahora?

De acuerdo con un análisis de la cadena CNN, la nueva medida de llevar a la población migrante hasta las ciudades santuarios -muchas de ellas con representantes Demócratas en el Congreso- sería una represalia porque las y los senadores de ese partido obstaculizaron su plan de construir un muro físico con México, una de las principales promesas de campaña del ahora presidente.

“Trump, y su principal asistente, Stephen Miller, promovieron esta idea en dos ocasiones bajo la creencia de que si podían poner a los inmigrantes indocumentados en los patios traseros, casi literalmente, de los opositores de los planes de inmigración de línea dura del Gobierno, esos opositores cambiarían de opinión. O, al menos, haría sus vidas más difíciles”, explicó el comentarista político Chris Cillizza en CNN.

Y es que el presidente de EU publicó en sus redes sociales el pasado 12 de abril que: “Debido al hecho de que los demócratas no están dispuestos a cambiar nuestras muy peligrosas leyes de inmigración, estamos, como informamos, dando fuertes consideraciones a la ubicación de inmigrantes ilegales sólo en ciudades santuario… La izquierda radical siempre parece tener una política de fronteras abiertas, brazos abiertos, ¡así que esto debería hacerlos muy felices!”.

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Esto tendría que ver con que el discurso que llevó a Donald Trump al poder en 2016 fue precisamente el de la retórica hostil contra la población migrante, mismo que revivió ahora que se perfila para la reelección de 2020.  

Según un análisis de Robert Matthews, ex profesor de Ciencia Política de la Universidad de Nueva York y analista de política exterior, muchos de los seguidores de Trump temen por su futuro en una sociedad que -según perciben- ya no respeta su “identidad” y que ya no prioriza sus necesidades.

Ellos contemplan un gobierno indiferente que les ha ignorado, que les grava fiscalmente para destinar beneficios no merecidos a “otros” (léase no-blancos, inmigrantes, etc.) Y esos “otros” son no solo diferentes, sino a menudo peligrosos (…) Para estas personas, la postura anti-establishment de Trump representaba un cambio, un dedo en el ojo de ambos partidos y una llamada “de trompeta” para (iniciar) una gobernanza transformadora”.

¿Tendría que ver esto con que en 2020 son las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y que varias legisladoras y legisladores demócratas ya anunciaron sus intenciones de concursar por el puesto?

¿Qué sigue?

De acuerdo con el proceso oficial electoral estadounidense, en verano de este año arrancan en EU los debates anteriores a las elecciones primarias y las asambleas al interior de los partidos políticos para definir sus alianzas.

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