Políticos e iglesias, ¿unión convenenciera?

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Hasta la izquierda recurre a esas alianzas

En países latinoamericanos como Nicaragua, Costa Rica, Guatemala y Ecuador, los grupos religiosos -como evangélicos y católicos- han tenido una presencia importante en los últimos 15 años, sobre todo, en época electoral, ¿a qué se debe?

“Los gobiernos saben que uno de sus principales enemigos a vencer son los sectores económicos, los grupos religiosos están asociados al poder económico e ideológico y los partidos políticos saben que tienen que voltear a ellos, por lo que han tenido que modificar su discurso para tener más apoyo”, explica Rodrigo Arróniz, analista internacional, experto en Latinoamérica y el Caribe.

Un caso particular es el de Nicaragua, en donde el presidente Daniel Ortega, un político de izquierda, pactó con la iglesia católica incluso antes de su segundo periodo presidencial. Su boda, en 2005, con Rosario Murillo, estuvo presidida por un obispo. “Ellos a través del poder han logrado transformar Nicaragua en un estado religioso, antes de que se unieran a la iglesia, Nicaragua era un estado laico, como Cuba o México”, detalla Arróniz.

“El poder religioso da legitimidad social a los políticos de derecha o izquierda, lo hacen con tal de tener un apoyo moral e ideológico en la sociedad, y atrae principalmente a los sectores más populares”, explica el experto.

En Nicaragua, uno de los principales acuerdos, entre este “matrimonio” religión-Estado fue la penalización del aborto. En 2006, este país derogó un artículo del código penal que permitía el aborto y esta fue la antesala del segundo periodo de mandato de Ortega.

Arróniz asegura que “el gobierno de Ortega hizo un pacto malicioso. La primera promesa del orteguismo fue que Nicaragua penalizara el aborto, esa fue su moneda de cambio y la iglesia católica decidió, incluso, hacer una misa pública, lo beatificó y se firmó un pacto implícito”.

Uno de los principales riesgos de que los grupos religiosos lleguen al poder es que “ponen agendas específicas, justamente antiaborto, antieducación sexual, y se convierte en un bunker ideológico, influyente para la elaboración de políticas públicas”, dice el especialista.

En Costa Rica, por ejemplo, en las elecciones pasadas, Fabricio Alvarado fue el candidato presidencial del partido evangélico Restauración Nacional -el cual nació en 2005-, y aunque perdió ante Carlos Alvarado, obtuvo 39.3% de los votos. Durante su campaña, Alvarado estuvo en contra del matrimonio igualitario y el aborto.

Otro ejemplo es el de Ecuador. Durante el gobierno de Rafael Correa (2007-2017) el cual definió desde un principio como liberal, adoptó políticas conservadoras y morales como el Plan Familia Ecuador, el cual incitaba a los jóvenes a empezar su vida sexual más tarde para “proteger a la familia”, por el cual fue criticado por grupos de izquierda y apoyado por movimientos provida.

En Guatemala, el presidente Jimmy Morales es evangélico y el principal líder del Frente de Convergencia Nacional y ha sido un férreo defensor de la “familia tradicional”, en contra de la diversidad sexual y, durante su gobierno, la posibilidad de permitir la interrupción ilegal del embarazo ha quedado sepultada.

¿Qué pasa en México?

Nuestro país es un estado laico y no hay riesgo de sufrir retrocesos en políticas liberales (matrimonio igualitario, aborto), según Arróniz. Aunque en los últimos meses hemos visto que algunos discursos del presidente Andrés Manuel López Obrador hacen referencia al cristianismo e, incluso, Morena fue criticado por su unión con el Partido Encuentro Social (PES), un partido conservador.

Durante su campaña presidencial dijo ser cristiano “en el sentido más amplio de la palabra, porque, al igual que Jesucristo, luchó por los pobres y los más humildes”.

Pero, ¿qué implicaciones puede tener que las creencias religiosas de un mandatario intervengan en la vida pública, a través de su discurso y sus acciones?

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