¿Por qué debería ganar Glenn Close el Oscar?

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Este año compite al premio Oscar como mejor actriz

Resulta una sorpresa enterarse que la villana más celebrada en la historia del cine moderno, hizo su debut como actriz interpretando a Maria Von Trapp en una puesta en escena universitaria de La Novicia Rebelde, el célebre musical de Rodgers y Hammerstein; y desde entonces, no ha parado de trabajar.

Glenn Close, nacida en Connecticut en 1947, se ha distinguido en las últimas tres décadas, como una actriz de enorme temple y talento, que se ha visto muchas veces relegada a comerle los platos de segunda mesa a Meryl Streep. Cuando la famosa protagonista de El diablo viste a la moda no se decide por un rol o lo rechaza, este casi siempre suele ser ofrecido a Close, que ha tenido en todas esas ocasiones, interpretaciones de alto calibre.

Con su nominación para esta entrega de los premios Oscar por su rol en la cinta La buena esposa, la actriz de Relaciones peligrosas y Atracción fatal ha empatado el récord establecido por el memorable actor galés Richard Burton de siete nominaciones sin haber ganado una sola vez, pero quizá lo rompa en esta ocasión.

En La buena esposaClose es el centro de una narrativa muy adecuada para esta época tan marcada por el movimiento #MeToo. Ambientada en 1992, la cinta trata acerca de las múltiples reacciones emocionales de Joan Castleman, una mujer inteligente y sensible, que por más de treinta años ha sido la pareja de Joe Castleman (Jonathan Pryce), un célebre novelista quien, en la primera escena, se entera de que ha recibido el Premio Nobel de Literatura ese año.

Ama de casa, madre devota, anfitriona perfecta, amiga y confidente de su marido, a quien conoció siendo una estudiante universitaria de letras, Joan ha mantenido un hogar impecable para su familia –esta incluye dos hijos, el mayor, David (Max Irons) también siguiendo la vocación paterna, aunque notablemente acomplejado precisamente por el éxito y condescendencia del autor de sus días.

En el personaje del marido, se concentran las virtudes y defectos que dan matices al personaje de la esposa; y es en ella que Glenn Close plasma con virtuosismo una serie de emociones que van desde la ternura hasta la ira, pasando por la contaminación de años de emociones reprimidas y enmascaradas por la abnegación de una cónyuge que hace lo posible para mantener el resplandor en la carrera de su compañero.

¿Qué es lo que sucede cuando cuatro décadas de resentimientos enterrados hacen erupción en vísperas del gran momento? La interpretación de la actriz sostiene una cinta que quizá en otras manos sería un melodrama predecible, pero que Close eleva únicamente con el mando de un vínculo entre ella y la cámara, muchas veces sin tener que pronunciar palabra.

Una frase que se repite es que que la Academia salda “deudas” con actores, directores o actrices. Y esto serviría para explicar que Colin Firth o Jeff Bridges hayan sido reconocidos por filmes más bien inferiores en sus filmografías. Pero en el caso de Glenn Close no es que se le deba nada: ella no ha dejado de trabajar, creando una tras otra interpretaciones inquietantes o apasionadas.

Si Glenn Close gana esta vez el Oscar, como ha hecho con prácticamente todos los premios a mejor actriz esta temporada, será porque de todas las competidoras en este rubro – incluyendo a la debutante Yalitza Aparicio, que al ser incluida en la lista, tanta controversia causó – ella es la actriz más experimentada y, en este caso, la mejor.

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