¿Qué es el Brexit y por qué nos importa?

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La segunda semana de diciembre ha sido muy complicada, sobre todo para ti que te llamas Theresa May y eres la primer ministro de Reino Unido. ¿Por qué? Bueno, porque a casi dos años y medio del referendo en el que se decidió que Reino Unido va a abandonar la Unión Europea, nadie tiene claro qué va a pasar.

En este punto, el caso Brexit está, otra vez, en uno de sus puntos más críticos. En sentido estricto se sabe que para May la separación es “el mejor acuerdo para Gran Bretaña y para Europa”, y bajo esa premisa ha hecho un gran trabajo de convencimiento para lograr tener el apoyo de los legisladores que no piensan igual.

Theresa May quiere sí o sí el Brexit. Foto: Reuters

Por ejemplo el apoyo de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, que más bien ha lamentado la firma y dicho que “no es un momento de alegría ni de celebración, sino un momento triste porque el Brexit es una tragedia”.

Pero antes de entrar en la novela europea más dramática de los últimos años, vamos por partes, pues vale la pena recordar qué es el Brexit y cuál es su estatus.

La relación amor-odio entre Reino Unido y Unión Europea

La Unión Europea (UE) se fundó en 1993, y desde entonces Reino Unido no ha sido el mejor de los socios, para muestra está que no le interesó participar ni adoptar al euro como moneda regional (que se lanzó en 2002), y apoyó a Estados Unidos en la invasión de Irak de 2003, por mencionar algo. Eso sí, no se niega que han cooperado en acuerdos importantes en materia de seguridad y justicia y, más importante que eso: fueron pieza fundamental de la apertura comercial y financiera en toda la zona.

Pero el asunto de las fricciones viene de más atrás. A principios de este siglo, por ejemplo, cuando se dio la ampliación de la Unión Europea y se adhirieron 10 países del bloque comunista (Chequia, Chipre, Estonia, Letonia, Lituania, Hungría, Malta, Polonia, Eslovenia y Eslovaquia), Reino Unido no estuvo tan contento con la explotación de la migración de los Balcanes a su territorio y muchos protestaron exigiendo mejor salud pública, vivienda, educación y trabajo; la población más conservadora reclamó el control de las fronteras pues sintieron que amenazaban su confort.

¿Y entonces el Brexit qué?

Con la presión de la población pensando que le quitaban todo lo bueno que tenían, el gobierno llegó a un punto crítico y en junio de 2016 se hizo efectiva la promesa de consultarles: “¿Debe Reino Unido seguir siendo un miembro de la Unión Europea, o debe abandonar la Unión Europea?”.

La mayoría votó por el sí. La diferencia de votos fue corta —y dramática—. Por abandonar hubo 17 millones 410 mil 742 votos; por permanecer se contaron 16 millones 577 mil 342 votos. En el referéndum participó el 72% de la población.

El referéndum al final dijo que sí al divorcio con la Unión Europea. Foto: Reuters

Los dos años que dio la Eurocámara para la separación ya se cumplieron. Y la fecha clave de transición está marcada para el 29 de marzo de 2019 aunque pueden tardarse hasta el 31 de diciembre de 2020 sin problemas diplomáticos, políticos y económicos.

¿Y luego?

Los acuerdos comerciales para Reino Unido siempre fueron bastante provechosos, ya que  quienes estuvieron al frente de negociaciones clave, siempre lograron tratos a favor en términos de bienes y servicios a otros países. Ellos siempre se han mantenido en una zona segura de crecimiento económico y financiamiento de servicios públicos, así como de estabilidad empresarial.

Pero como en toda relación tensa, nunca faltan los motivos, y las ideas de “nos roban lo mejor que tenemos”, impulsada principalmente por los partidos nacionalista y conservador, e incluso algunos laboristas, hicieron que la ruptura fuera inevitable.

Puros problemas…

El mercado europeo incluye el movimiento libre de personas, bienes y capitales. Si no formas parte de la Unión Europea se tiene que negociar para que ésta te deje acceder a las ventajas de su mercado libre, y eso es lo que May está negociando.

Desde la campaña previa al referéndum se advirtió que el Brexit iba a provocar una crisis económica a Reino Unido por razones simples: menos dinero en los servicios públicos y menos inversión extranjera. Incluso se habló de una recesión de corto plazo. Al parecer muchos no escucharon o no les importó.

En ese sentido, los más jóvenes son quienes están padeciendo la elección y dicen haber perdido la oportunidad de trabajar en 27 países de manera sencilla y cómoda.

¿En qué vamos?

A estas alturas, como muchos previeron, el Brexit se ve inevitable y riesgoso. Las negociaciones de la salida han sido cautelosos —llegando al secretismo—, así que muchos en el parlamento inglés no están contentos con la incertidumbre. Hace unos días, Theresa May se enfrentó al voto de confianza para mantenerse en el puesto y seguir negociando el Brexit.

¿Qué está en juego?

  • Cumplir con una “multa”, para honrar los compromisos adquiridos como miembro del bloque, de unos 39 mil millones de libras (casi unos 50 mil millones de dólares).
  • Mantener un acuerdo de aduana con Irlanda bajo las condiciones de la UE.
  • Bruselas no quiere negociar mejores condiciones comerciales para Reino Unido.


Aunque bueno, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea determinó que Reino Unido puede cancelar definitivamente su salida en cualquier momento del proceso, por lo que, al menos en teoría, el Brexit podría no hacerse nunca.

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