Todo apunta a una nueva Guerra Fría

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Sobre el tema…

Todo parece indicar que Washington buscará seguir adelante con su plan para abandonar un pacto de control de armas nucleares, a pesar de las objeciones de Rusia y de algunos países europeos, dijo John Bolton, asesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, tras una reunión con el presidente ruso, Vladimir Putin.

Bolton tuvo una reunión de 90 minutos en el Kremlin con Putin, que resultó en un acuerdo para que el líder ruso mantenga conversaciones con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en París el próximo mes, su primera reunión desde la cumbre de julio en Helsinki.

Inicia la tensión…

Pero las conversaciones en Moscú parecieron no producir ningún avance sobre el deseo declarado de Trump de que Washington abandone el Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto (INF), un paso que Moscú ha criticado como peligroso y muchos países europeos han advertido que podrían reiniciar una carrera de armamentos al estilo de la Guerra Fría, informó Reuters.

“Hay una nueva realidad estratégica allá afuera”, dijo Bolton en una conferencia de prensa y agregó que el tratado de la Guerra Fría no abordó las nuevas amenazas de misiles de países como China, Irán y Corea del Norte, por lo que lo calificó de redundante.

Por lo que la reunión de Rusia puede considerarse un verdadero fracaso, algo que varias naciones de Europa han advertido podría desatar una nueva Guerra Fría.

El jefe de la OTAN, Jens Stoltenberg, dijo que no quería ver a más países miembros desplegar más armas nucleares en Europa: “No queremos una nueva Guerra Fría. No queremos una nueva carrera de armamentos”.

Para el politólogo e internacionalista, José Luis Valdés Ugalde, miembro del Centro de Investigaciones sobre América del Norte (CISAN) de la UNAM, el rompimiento entre EU y Rusia es “inminente”.

“Trump es un presidente anti.tratados y dudo mucho que acepte cualquier convenio”, explica Valdés Ugalde. “Además, estamos viendo es un escalamiento en las respuestas de Putin”.

Los ánimos están caldeados, cuando le preguntaron a Putin, a principios de octubre, qué haría si Estados Unidos abandona el INF, éste respondió que ante el peligro de guerra nuclear: “Los agresores deben saber: la venganza es inevitable y serán destruidos”. Y que: “De ser víctimas de alguna agresión, iremos directo al cielo como mártires, mientras ellos aún se ahogan”.

Una historia fría


Cuando aún muchos de nosotros no nacíamos, existió algo que el mundo llamó La Guerra Fría, en la que sus dos máximos exponentes y archienemigos, entre 1947 y 1991, fueron Estados Unidos y la URSS (hoy Rusia). Y no se llamó así porque en lugar de balas se aventaron bolas de nieve, sino porque justamente estas naciones hicieron de todo para hacerse la vida miserable, menos disparar o iniciar una guerra de verdad (al menos en la parte de historia oficial que todos conocemos).

Entre lo que hacían Estados Unidos y la URSS que ponían nervioso al otro fue la guerra armamentística, al más puro estilo de “a ver quién tiene el arma más grande”. Un ejemplo: en los años 80 la Unión Soviética desplegó un misil SS-20 en Europa, capaz de almacenar tres ojivas nucleares; y Estados Unidos respondió con el movimiento de misiles de crucero y Pershing II.

Los entonces presidentes de EU y la URSS, respectivamente, Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, pactaron prohibir armas de alcance intermedio como esas porque se temía que pudieran desatar una guerra nuclear y llegaron al Tratado sobre Misiles de Alcance Medio y Corto (INF), en 1987.

Sin embargo, el INF no abarca la prohibición de todos los misiles (los de crucero lanzados desde el aire o mar, como el tomahawk estadounidense o el kalibr ruso, por ejemplo).

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