John Ackerman, el chivo en la cristalería de Morena

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En La parábola del chivo en cristalería, el ensayista Ramiro Padilla Atondo escribe sobre un chivo que vive en un palacio de cristal, y aún cuando se las arreglan para cuidar que no destroce nada, es inevitable que salga a relucir su naturaleza atrabancada.

“Pronto empezó a arremeter contra todo lo que había en el palacio. No había cosa que no quebrara. Los sonidos de los cristales rotos llegaban hasta el exterior”, escribe Padilla Atondo.

Así parece estar revelándose la naturaleza atrabancada del académico John M. Ackerman, quien antes estaba en el campo de la oposición y ahora, ya dentro del palacio de cristal, parece ponerlo en riesgo cada vez que se mueve. 

“Ya lo dijo López Obrador. Es tiempo de definiciones”, tuiteó John M. Ackerman el 23 de junio, después de que Ricardo Monreal aprobó el trabajo periodístico de Carlos Loret de Mola en una entrevista que sostuvieron en YouTube.

Y es que en el mismo programa, Loret de Mola presentó un reportaje que sostiene que Ackerman y su esposa, Irma Eréndira Sandoval, actual secretaria de la Función Pública, poseen seis casas que tienen un valor comercial de 60 millones de pesos.

En el mismo tuit, Ackerman anima a las y los senadores de Morena a remover a Ricardo Monreal de su coordinación, en castigo por ser cordial con el periodista que reveló sus propiedades. Es decir, dejar claro que no se congenia con un crítico del gobierno federal.

El problema es que John Ackerman no es un opinador más dentro del color de la coyuntura política, sino parte del Consejo Técnico de Evaluación para la elección de los nuevos consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE)

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Chivo en cristalería

Después de que Ackerman tronó los dedos a las y los senadores morenistas –como dijo la senadora exmorenista Lilly Téllez– los legisladores no le hicieron caso e incluso salió Ricardo Monreal a decir lo siguiente:

“Yo voy a seguir hablando con todos, voy a seguir reuniéndome con empresarios, me voy a seguir reuniendo con comunicadores de distintas ópticas y de distintas vertientes”.

Un par de días más tarde, ocurrió el atentado contra Omar García Harfuch, el secretario de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, y John M. Ackerman sintió una vez más el impulso de aprovechar la coyuntura para dejar clara su postura:

La reacción de las redes sociales ante este tuit, digamos, desproporcionado, fue tal que hasta la mismísima Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) salió de su escondite para decir esto en un comunicado:

“La Comisión Nacional rechaza categóricamente estas expresiones del académico, exhortándolo a que se conduzca con civilidad y respeto a los derechos humanos de todas las personas y, en especial, de quienes ejercen el periodismo, porque son expresiones que pueden contribuir a agravar las condiciones en que las y los periodistas desarrollan su trabajo”.

Así es, la misma CNDH que lo propuso al Consejo Técnico del INE.

Esa misma semana se puso en duda la veracidad de su doctorado en la UNAM, ya que no existe registro, a pesar de que es un requisito para ocupar ese cargo de investigador que posee en la universidad y que le ha dado los dividendos de los que tanto se habla. 

Y quien reveló el asunto fue Alejandro Rojas Díaz Durán, el senador suplente de Ricardo Monreal y aspirante a presidente de Morena. 

Veremos en los próximos días si la naturaleza de Ackerman lo hace comenzar a aprovechar la coyuntura política para tuitear su postura frente a ese sector de su propio partido.

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Otras pinceladas que dibujan su carácter

Esta habilidad para estar en el centro del debate en redes sociales no es nada nuevo para el doctor Ackerman. 

Como opositor se enfrascó en broncas legendarias con el panista Javier Lozano, el expresidente Felipe Calderón, el columnista Leo Zuckerman y el influencer Chumel Torres

Y en meses recientes, ya como miembro del partido en el poder, ha seguido protagonizando episodios acalorados con personajes públicos ajenos a Morena.

Cuando el politólogo Genaro Lozano participó en una campaña para evitar que la gente rompiera la cuarentena para festejar el Día de las Madre, Ackerman dijo que era un “whitexican totalmente desconectado y fallido” y arrancó un debate que desembocó en este tuit:

También es es muy reciente otra bronca con el expresidente Felipe Calderón, ya que Ackerman aseguró en Twitter que es el autor intelectual del reportaje que exhibió sus propiedades con el fin de sacarlo del Consejo Técnico del INE.

¿O qué tal la vez en que el académico pidió boicotear a TV Azteca e, inesperadamente, terminó haciéndose de palabras con Joaquín López Doriga?

Todo un ideólogo

Pero lo anterior solo fueron reacciones a la coyuntura política, es sabido que John Mill Ackerman Rose es más que un tuitero, también es un académico con investigaciones que puedes consultar en este enlace de su propia página de internet.

Sus ideas también se pueden ver en las columnas que ha publicado en la revista Proceso, incluso con un tono menos atrabancado.

Como esta, llamada La 4T: esperanza mundial, donde dice: “La intensidad del debate público nacional a veces no nos permite percibir la enorme importancia del proceso de reconstrucción nacional mexicano en el plano internacional”.

O esta otra, titulada Oposición descompuesta, donde se lee: “Criticar a López Obrador por supuestamente parecerse al PRIANRD, y no a la luz de algún nuevo proyecto político o social utópico e idealista, demuestra que lo único que buscan los nuevos opositores es acabar con la esperanza del pueblo mexicano”. 

También se agradece la claridad de sus posturas políticas en esta columna llamada Remedio Kumamoto peor que la enfermedad, donde escribe: “El surgimiento de nuevos candidatos supuestamente “independientes” no resolverá el problema, sino que lo agravará”. 

Entre otras publicaciones que desglosan con transparencia su pensamiento político.

Y ni qué decir de su opinión personal, quizás un poco exacerbada sobre el presidente.

Sin embargo, no hay ningún impedimento para que sea parte del Consejo Técnico, ya que el Acuerdo de la Junta de Coordinación Política, establece lo siguiente:

“Los integrantes del Comité Técnico de Evaluación deberán ser personas de reconocido prestigio y que no hayan sido postuladas o ejerzan algún cargo de elección popular o hayan desempeñado cargos de dirección en partidos políticos nacionales o locales y en agrupaciones políticas nacionales o locales, en todos los casos, en los últimos cuatro años previos a la designación a que se refiere la presente Convocatoria”.

¿Dejará a un lado sus convicciones políticas a la hora de elegir a los cuatro nuevos consejeros del INE? ¿O, al contrario, quizás esté bien que alguien leal al programa de gobierno del presidente debata sobre las cualidades de los candidatos a consejeros?


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