Alumnas de la Ibero denuncian a compañero de maestría, es sacerdote

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“Qué bonitas piernas”, “tienes buenas curvas, amiga”, “tú, súper, cada día. Bien marcado todo, sólo alborotas, ya había pasado, pero hoy sí despertaste mis locuras”, son algunos de los comentarios que las estudiantes de la Maestría en Derechos Humanos de la Universidad Iberoamericana (Ibero) recibieron por parte de su compañero, un sacerdote de nombre Benjamín. 

Los comentarios, aunque incómodos, primero habían sido minimizado por las alumnas. Las cosas cambiaron cuando una mujer, ajena a la Ibero, contactó a una de las estudiantes, para alertarla de que el sacerdote la había agredido sexualmente. 

Entonces, las estudiantes se reunieron para hablar sobre la situación. “Habíamos dejado pasar sus comentarios, sus mensajes, porqué lo habíamos normalizado, pero al compartir nuestras experiencias concluimos que el acoso que sufrimos de su parte fue sistemático, y hasta seguía un patrón”, contó Andrea Santos, alumna de la maestría, en una entrevista para Cuestione.

Unas 10 estudiantes colocaron un tendedero en la explanada central del campus, con el que denunciaron al sacerdote Benjamín por acoso, el pasado 14 de marzo.

Al darse cuenta que Benjamin acosaba a casi todas las estudiantes de la maestría, decidieron alzar la voz. “No podemos dejar pasar por alto estas agresiones. En primer lugar por la Iglesia y su patrón de encubrimiento a los agresores sexuales, incluyendo la pederastia, y en segundo lugar frente a la grave violación a los derechos humanos de las mujeres”, dice Andrea.

Las estudiantes juntaron todas las denuncias, capturas de pantalla de conversaciones y comentarios para colocarlos en el tendedero. Con esta acción hicieron visible el acoso que han sufrido por parte del estudiante de la maestría, y dejaron clara su postura de no querer tomar clase con el presunto agresor. 

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La institución las apoya, pero deben denunciar 

Andrea, en representación de ella y sus compañeras, dice que se sienten apoyadas por la comisión de género de la Ibero. Pero no por las autoridades de la maestría, pues Giovanni Azael Figueroa Mejía, coordinador de la Maestría en Derechos Humanos de la universidad, primero ofreció su ayuda a las alumnas; sin embargo, unos días después les dijo que él no era competente para resolver este problema

“La coordinación de la carrera intentó dilatar el proceso. Primero nos pidieron entregar un documento con las denuncias ampliadas, para que pudieran tomar una medida precautoria. Después el coordinador nos ofreció su ayuda, pero luego nos dijo que no era su competencia. Intentaron entorpecer el proceso desinformándonos”, narra una de las estudiante de la maestría, que prefirió no decir su nombre por seguridad. 

Cuestione intentó comunicarse tanto con la oficina de Comunicación Social de la Universidad Iberoamericana, como con el coordinador de la maestría Giovanni Figueroa, a través de correos, mensajes en redes sociales, y llamadas, sin embargo, al momento de la publicación de esta nota, ninguna vía había sido respondida. En ningún teléfono respondieron, a pesar de que en su comunicado decía que durante la semana del 17 al 20 de marzo el personal docente de tiempo completo, administrativo y de servicio continuaría con sus labores en horarios habituales. 

También intentamos conocer la postura del sacerdote Benjamín sobre las acusaciones en su contra y lo buscamos a través de sus redes sociales y directamente en su correo electrónico, sin haber obtenido respuesta. 

Tendederos para visibilizar la violencia

Esta no es la primera vez que se han hecho tendederos de denuncia dentro de la Universidad. Agresiones de alumnos, investigadores, trabajadores y profesores han aparecido antes con este tipo de iniciativas. 

Frente las manifestaciones, la Universidad Iberoamericana lanzó un comunicado en el que dicen que respetan la libertad de expresión de las víctimas, pero también las invitan a denunciar dentro de la institución para que estas puedan proceder.

En los últimos meses las estudiantes de diversas universidades han luchado en contra de la violencia de género dentro y fuera de las aulas. La alumnas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) han sido un referente en esta lucha.

Desde noviembre de 2019, las estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras comenzaron un paro indefinido debido al acoso, la inseguridad y la negligencia de las autoridades para solucionar estas problemáticas; a este se le sumaron otras facultades, preparatorias y algunos Colegios de Ciencias y Humanidades. 

Consiguieron que las autoridades de la universidad reformaran los articulos 95, 98 y 99 del Estatuto General de la UNAM, para que la violencia contra las mujeres sea considerada como una falta grave, así como establecer sanciones especificas para los agresores y que al Tribunal Universitario se integren perfiles especializados en perpestiva de género. 

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El anonimato como protección

La importancia de los tendederos de denuncia radica en que, al igual que #MeToo, las mujeres se sientes seguras pues la denuncia se hace anónima y en colectividad, lo que también permite que muchas se vean reflejadas en el testimonio de otras y decidan hablar. Esta acción simbólica puede beneficiar a muchas mujeres. 

Denunciar desde la confidencialidad es indispensable en un contexto social marcado por una dinámica desigual, que no privilegia la voz de las mujeres”, explican Gisela Pérez de Acha, especialista en derecho de internet y libertad de expresión, y Martha Tudón, coordinadora de Derechos Digitales de la oficina para México de Article 19, para un artículo de la colectiva Luchadoras

Las estudiantes de la Ibero decidieron denunciar bajo el cobijo del anonimato, pues tienen miedo a ser revictimizadas, que no se les crea y posibles represalias, sin embargo, están dispuestas a llevar su caso hasta un nivel jurídico. “Lo único que queremos es que él ya no le vuelva a hacer daño a nadie”, comentan.

“No somos las únicas. Además de la persona que nos advirtió al inicio, el sábado supimos de otro testimonio de violencia sexual de una mujer que conoció al sacerdote y hay más denuncias”, declara Andrea. 

Aún hay un largo camino que recorrer para frenar la violencia contra las mujeres, pero el denunciar de cualquier forma, ayuda que cada vez haya más mujeres decididias a poner un alto a las violencias que viven y alzar la voz para delatar a sus agresores.

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