Así se puede ayudar a los más vulnerables por la crisis de COVID-19

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Juan Carlos todos los conocen en la zona como El Chucky. Junto con su familia, vende tamales en varios puestos ubicados en una zona residencial del Estado de México, de los cuales dependen cuatro familias, quienes luchan contra la crisis de COVID-19.

Diariamente instala su puesto antes de las 8 am y, usualmente, para antes del mediodía puede terminar su jornada de ventas para ir a apoyar a su casa a la elaboración de los alimentos que venderán al día siguiente.

Sin embargo, con la sana distancia obligada por la epidemia global de COVID-19 su negocio se está viendo seriamente afectado. 

En medio de las calles sin tráfico y negocios cerrados, Juan Carlos cuenta que han tenido que producir menos tamales porque si no “se le quedan”. Además aclara que el gasto de traslado y preparación de tamales “está saliendo casi igual o más” a lo que gana vendiéndolos.

Él y su familia son parte de esos casi 30 millones de personas que conforman el sector informal de la economía, uno de los sectores más afectados en sus bolsillos por el aislamiento social.

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¿Por qué?

De acuerdo con la información del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), hasta diciembre del año pasado, esas personas que trabajan en la informalidad representaban el 51.9% de la población económicamente activa (PEA) –en edad y condiciones de poder trabajar-.

Es decir, más de la mitad de los mexicanos en posibilidad de trabajar, lo hace fuera del marco legal lo que implica no solo que no paga impuestos, sino que además carece de las prestaciones y protección que el Estado garantiza a los trabajadores formales.

De ellos, casi 15 millones de personas trabajan por su cuenta por lo que parar sus actividades y quedarse en casa -como lo recomiendan las autoridades nacionales e internacionales- implica un sacrificio importante.

Los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), al último trimestre de 2019, muestran que una de cada cuatro personas (25%) que trabaja por su cuenta gana menos de un salario mínimo (123.22 pesos al día).

Además, poco más de seis millones de personas (el 21% de la población económicamente activa informal) reportan que su ingreso laboral lo reciben diariamente, es decir, viven al día. 

Por lo que la suma de tener bajos ingresos y la necesidad de trabajar diariamente para poder solventar los gastos de la familia, se traduce en una situación que no le permite a miles de familias detener sus actividades.

Además, de acuerdo a un análisis elaborado por Cuestione, entre menores recursos se tienen, más porcentaje del ingreso se destina a gastos indispensables como alimentación, educación y vivienda.

En una situación extraordinaria como la actual, que este grupo de la población deje de recibir ingresos resultaría en una catástrofe para millones de personas, por lo que, un gobierno que busca apoyar a los más pobres, debe plantear acciones que no las deje desamparadas y les permita cuidar su salud sin descuidar un ingreso que les permita subsistir.

¿Qué acciones ha planteado el gobierno durante esta crisis?

Durante la conferencia mañanera del 23 de marzo, fecha en que se dió a conocer que oficialmente entramos en la Fase 2 de la epidemia, Andrés Manuel López Obrador detalló que las acciones económicas que se iban a tomar estaban enfocadas en atender en primer lugar la salud de los más débiles y vulnerables, buscando no afectar “más de la cuenta la economía”.

Ofreció a la población más vulnerable, aquellos “que se buscan la vida como pueden”, acceder al programa de Tandas para el bienestar con el que se plantea otorgar créditos sin intereses o con tasas muy bajas a un millón de negocios pequeños entre los que están taquerías, fondas, talleres mecánicos (muchos de los cuales operan en la informalidad).

De igual forma pidió proteger a los adultos mayores y anunció la publicación de un decreto por el que se garantizará que a los adultos mayores que laboran se les permita ir a sus casas con goce de sueldo.

Además dio a conocer que se adelantó la entrega de la Pensión para el Bienestar a los ocho millones de beneficiados, por lo que este mes recibirán cinco mil 340 pesos.

¿Es suficiente?

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) emitió ese mismo día una serie de recomendaciones para el gobierno mexicano que parecen coincidir con las acciones anunciadas por el gobierno de López Obrador para atender a grupos vulnerables.

En el documento, plantean que “los programas de transferencias monetarias -que entregan dinero a personas u hogares con determinadas características que los vuelven vulnerables- han probado previamente ser instrumentos supremamente oportunos para mitigar efectos negativos durante emergencias” por lo que llaman a adaptarlos a partir de las medidas de aislamiento.

Por este motivo, a pesar que existen “varios programas de protección social para poblaciones específicas”, aclaran que los montos de las becas para estudiantes, hijos de madres trabajadoras así como personas con discapacidad tendrán que incrementarse durante todo el periodo de crisis.

Además hace un llamado para “activar formalmente el Programa para el Bienestar de las Personas en Emergencia Social o Natural para así cubrir a población vulnerable que no se beneficia de los programas existentes, tales como mujeres embarazadas, familias con hijos en su primera infancia, personal de cuidado de niños y niñas y/o de adultos mayores”.

Finalmente, para que puedan cumplir su objetivo, urgen al gobierno “asegurar que la población reciba adecuada información sobre los programas y beneficios adicionales durante este periodo para que puedan hacer uso oportuno y adecuado”.

En la crisis, ¿cómo podemos apoyar?

Héctor Villarreal, director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), explica en entrevista con Cuestione que una manera para evitar que la caída en la economía sea más severa recae en “la solidaridad de las personas”.

El experto explica que una forma en la muchos podemos apoyar durante la crisis es “consumir en los micro y pequeños negocios”, es decir, las fondas, locales y puestos de comida, restaurantes pequeños y tiendas de abarrotes, los cuales dependen del ingreso que reciben diariamente. 

La crisis ya está aquí, la forma de enfrentarla como ciudadanos tendrá un impacto en cómo saldrá adelante nuestra economía después del COVID-19. Asumir un papel solidario y empático con aquellos que no pueden darse el lujo de detener su trabajo permitirá resultar menos afectados.

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