Baja porcentaje de mujeres pobres pero siguen siendo más que los hombres

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El porcentaje de mujeres en pobreza y pobreza extrema se redujo en 10 años al pasar de 44.6% a 42.4% entre 2008 y 2018, de acuerdo con el reporte más reciente del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

¿Qué se hizo bien? Top 3 de las mayores reducciones

Todas las carencias evaluadas por Coneval registraron una disminución entre la población femenina durante estos 10 años, pero la disminución más importante en esa década estuvo en el acceso a la salud

Entre 2008 y 2018, la población femenina sin acceso a la salud se redujo 62%. Esto quiere decir que hace 10 años 39 por cada 100 mexicanas no tenía acceso a servicios de salud gratuitos, pero en 2018, esa cifra bajó hasta 17 de cada 100 mujeres.

La segunda carencia con más reducción entre las mujeres fue la de calidad y espacio de la vivienda. Hace 10 años, 23 por cada 100 mujeres no tenía acceso a este derecho, pero en 2018 se redujo a solo 20 mujeres

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Y la tercera carencia con una reducción superior al 20% fue en la educación. El porcentaje de mujeres con rezago educativo pasó de 23% a 17% en una década. No obstante, según observó el Coneval desde 2016, las mujeres presentan niveles de rezago más altos que los hombres, sobre todo si están en condición de pobreza.

El otro acierto es que en todas las carencias, tanto mujeres como hombres lograron reducir su porcentaje de población afectada. Sin embargo, en todas, las mujeres tuvieron reducciones más amplias que los hombres como se muestra en esta gráfica:

Todo lo demás son pendientes

Es cierto que en todas las carencias se registró una disminución del porcentaje de población femenina afectada; sin embargo, en 2018, para cada uno de estos derechos básicos había más de 10% de mujeres sin acceso.

Otro dato para revisar: en 2018 hubo 1% más mujeres en situación de pobreza que hombres, es decir: 27.3 millones de mujeres con una o más carencias básicas contra 25 millones de hombres en esa condición. ¿Dónde está la diferencia?

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El principal problema es el ámbito laboral.

Entre el primer trimestre y el segundo trimestre de 2019, el ingreso laboral incrementó 1.4% pero el beneficio fue sólo para los hombres, ya que al segundo trimestre de 2019, las mujeres ocupadas recibían 77.8 pesos por cada 100 que percibieron sus pares varones. 

Este es un rezago de años anteriores. En 2016 los datos muestran que las mujeres ganaban una quinta parte menos que sus pares, aun cuando tienen el mismo nivel educativo.

La otra brecha está en la seguridad social, es decir, en la inscripción a las instituciones públicas de salud como el ISSSTE o el IMSS

En 2016, por cada 100 hombres ocupados beneficiados con la seguridad social por su trabajo, 62 mujeres ocupadas tenían este derecho. Este indicador prácticamente se ha mantenido constante desde 2010, según el Coneval. 

La brecha se acentúa entre la población con condición de pobreza: por cada 100 hombres ocupados que contaban con seguridad social, 49 mujeres ocupadas tenían acceso en 2016. 

En ese mismo año, el Coneval explicó que el acceso principal de las mujeres a los servicios de salud es a través de otros familiares que les transfieren el beneficio, sin importar si se trata de mujeres en condición de pobreza o no. Esto las ubica en una situación de dependencia y vulnerabilidad que condiciona el ejercicio de su derecho a la protección y a la salud.

Y el trabajo doméstico no pagado…

El trabajo doméstico no remunerado y de cuidados es una de las dimensiones en las que la desigualdad en las condiciones de vida de hombres y mujeres se expresa con mayor claridad, al evidenciar la sobrecarga de trabajo a la que están expuestas las mujeres, observó el Coneval desde 2016. 

En promedio, las mujeres dedican a los quehaceres entre 12 y 17 horas semanales más que los hombres, y entre 5 y 14 horas semanales más al cuidado exclusivo y sin remuneración de otras personas, como menores, adultos mayores o enfermos, dentro o fuera del hogar.

¿Por qué debería importarnos?

Ese 42% de población femenina en situación de pobreza se traduce en más de 27.3 millones de mujeres que no cuentan con servicios gratuitos de salud, un ingreso suficiente, un trabajo que no sea precario o incluso dinero para su alimentación. 

Esto es clave para la economía del país porque las mujeres representan la mitad de la población y porque su pobreza significa la pobreza de las familias que ellas encabezan.

Según Coneval, alrededor de una cuarta parte de los hogares tiene jefatura femenina.​ Los hogares con jefatura femenina suelen tener un mayor número de integrantes de la población infantil y adulta mayor; además, están asociados también con mayores porcentajes de pobreza.

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De hecho, la mayoría de los hogares sin seguridad alimentaria están dirigidos por mujeres; esto se debe a que ellas ingresan al mercado laboral con empleos precarios, y que la mayoría de sus hogares son ampliados, es decir, de mayor tamaño, de acuerdo con Coneval.

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