Decálogo para la nueva normalidad: otra receta espiritual alejada de la realidad

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México llevaba tres meses de “distanciamiento social”, para tratar de contener la epidemia de COVID-19, cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador emitió un decálogo para pedirle a los mexicanos que vuelvan a salir a la calle sin miedo y con tranquilidad. 

No es la primera vez que López Obrador propone solucionar los problemas del país con base en discursos morales. La Cartilla Moral y el Decálogo contra la violencia hacia las mujeres, que propuso antes, son prueba de ello.

La voz de los especialistas

El presidente hace una guía espiritual, en lugar de plantear una estrategia puntual y específica para asegurar la alimentación, seguridad, salud y economía de los mexicanos, nos explicó Jorge Márquez, especialista en Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

El nuevo decálogo, dado a conocer a mediados de junio cuando ya se registraban más de 16 mil muertes por coronavirus en el país, implica que la ciudadanía es la que se debe hacer cargo de su salud. Y que el gobierno parece no compartir esta responsabilidad, de acuerdo con Márquez. 

Y es que al hacer responsables a los ciudadanos de su bienestar se generan condiciones para desarrollar culpas, que representan una carga mental importante, explicó Cristian Lópezpsicólogo de la UNAM.

Los efectos psicológicos de estos discursos son negativos para la ciudadanía, mientras que “para enfrentar esta pandemia, el decálogo planteado por el presidente no propone ni un solo punto efectivo. Lo que hace es alimentar un discurso de pensamiento mágico, que en una sociedad como la mexicana es muy valorado”, añade Jesús Onofre, psicoanalista y encargado del Programa de Prevención del Instituto Tecnológico de Monterrey, en entrevista con Cuestione.

“Quien necesite un consejo espiritual, que vaya a cualquiera de los recintos de las más de 7,600 asociaciones religiosas que hay en el país”, nos sugiere José Molina, investigador del Centro de Estudios Filológicos de la UNAM. 

Si bien el decálogo de López Obrador está lleno de buenas intenciones, la realidad es que es un discurso moral, que corresponde a las instituciones religiosas del país, las cuales son las encargadas de velar por la espiritualidad de sus adeptos y no al presidente, agregó Molina.

El decálogo para volver a la realidad ¿es viable?

Esto es lo que dice el decálogo del presidente Andrés Manuel López Obrador y lo que opinan de él los especialistas consultados por Cuestione.

1.- Mantenerse informado de las disposiciones sanitarias y acatar las recomendaciones. Hacerlo con “independencia, criterio y responsabilidad”.

En este país 50% de las personas considera difícil encontrar fuentes de información confiables, según el estudio Confianza y la pandemia de COVID-19

Esto en un contexto en el que las mismas autoridades sanitarias y el presidente emiten mensajes contradictorios, como si usar o no cubrebocas, por mencionar un ejemplo. La credibilidad de las instituciones ha disminuído, indicó Cristian López, psicólogo y sociólogo de la UNAM.

2.- Llamado al optimismo, según el presidente “el buen estado de ánimo ayuda a enfrentar mejor las adversidades”.

Pedir a la sociedad que se mantenga optimista, aún frente a la crisis sanitaria y económica, constituye un adelgazamiento de los deberes del Estado, explica Jorge Márquez, politólogo de la UNAM. 

Es como si no importaran las cifras de violencia en el país, que no han bajado ni en tiempos de la pandemia; ni el bajo crecimiento económico. “Mantenerse optimista es realmente lo que importa”, este es un discurso ajeno a la realidad que enfrenta México, agregó Márquez.

3.- Dar la espalda al egoísmo y ser solidarios. Si se tiene más de lo necesario hay que procurar compartirlo.

La solidaridad es un mensaje positivo, pero es un discurso contradictorio del presidente López Obrador, porque en lo que va de este sexenio se ha recortado el presupuesto para las organizaciones de la sociedad civil, encargadas de cuidar de las personas que el gobierno no protege, dijo José Molina, investigador en filosofía y religión de la UNAM.

Otro ejemplo de la falta de solidaridad del gobierno, es la reducción de la estancias infantiles que apoyaban a madres para continuar trabajando o con sus estudios. El presidente nunca ha sido solidario con las mujeres, apuntó Cristian López.

4.- Alejarse del consumismo. La felicidad no está en la acumulación de bienes y extravagancias, “solo siendo buenos podemos ser felices”.

En un país de 127 millones de personas, en el que 52 millones (42%) enfrenta condiciones de pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), concentrar la felicidad en las cosas no materiales es un mensaje que deslinda al Estado de sus responsabilidades para mejorar el desarrollo económico. 

Como “la realidad no se ajusta a lo que prometió el presidente, lo que ahora quiere es ajustar la realidad a la suya”, abundó Jorge Márquez. 

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5.- La prevención, como la mejor medida para resguardar la salud. “Tratando de bajar de peso, procurando vivir en calma y sin angustias. Es decir, sin lo que ahora se conoce como estrés”.

Pero en un país en el que siete de cada 10 personas tiene sobrepeso –una de las tasas más altas de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)– y 75% de las personas sufren estrés laboral, esto parece más que propósito, un sueño, indicó el psicólogo Cristian López. 

Para tener calma y vivir sin angustias, continuó el psicólogo, es necesario no tener miedo, y eso solo se logra al tener la certeza de que habrá las condiciones laborales, de salud y para proteger la seguridad de las personas, lo cual no es una realidad para los mexicanos desde antes de la pandemia. 

6.- Defender el derecho a gozar del sol, del cielo, del aire puro y, en general de la naturaleza.

Con un recorte del 75% a materiales, suministros y servicios generales a la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), encargada de resguardar los recursos naturales del país, y una política energética que no considera a las energías limpias, el discurso del presidente Andrés Manuel López Obrador es incongruente con lo que promueve, añade José Molina .

7.- Alimentarse bien, comer alimentos naturales y nutritivos. Evitar el consumo de carne de animales engordados con hormonas. Evitar la comida chatarra y dejar el acohol y el cigarro.

Es complicado pensar en una dieta como la que propone el presidente, porque en México, más de 25 millones de personas enfrentan insuficiencia alimentaria, según el Coneval. Y ocho de cada 10 consume alimentos no recomendables, como el refresco, según información del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI). 

Cambiar los hábitos alimenticios requiere más tiempo y, por tanto, no puede ser la solución ante una emergencia sanitaria, como la que vivimos. Y es que no sólo se trata de tener una consciencia del buen comer, sino que intervienen factores sociales, económicos y culturales, según un estudio de la UNAM

8.- Hacer ejercicio de acuerdo con la edad y la condición de cada persona.

Otro buen deseo. En México, 57% de la población mayor de 18 años no hace ninguna actividad física, según el INEGI. Entre las principales razones está la falta de tiempo. 

Además, nuevamente, se hace la sugerencia pero sin crear detrás un sistema o estrategia  de salud que lo haga viable, dijo Molina. 

9.- Eliminar actitudes “racistas, clasistas, sexistas y discriminatorias en general”. “La familia mexicana es la mejor institución de seguridad social en el país”.

Menos de una semana después de emitir el decálogo, el presidente se pronunció por la desaparición del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, de las actividades de este organismo se encargaría la Secretaría de Gobernación, pues para el presidente no es necesario “crear un organismo para cada demanda de justicia”. En México, una de cada cinco personas ha enfrentado discriminación, de acuerdo con el INEGI.

Además, el modelo de familia tradicional, que usualmente carga las responsabilidades de cuidado sobre las mujeres, ha cambiado. Se trata de un discurso utópico, en el que se cree que ellas siguen completamente dedicadas al cuidado de sus familias, es como si no tuvieran que salir a trabajar y enfrentar otras realidades “el presidente, olvida por completo a las mujeres”, precisó Jorge Márquez.

10.-  Buscar un camino de espiritualidad, un ideal, un propósito en la vida. “Algo que te fortalezca en lo interno y… tu autoestima”.

“El discurso de la espiritualidad es inadecuado para un mandatario que gobierna un Estado laico”, expuso Jorge Márquez.

Y creer que sólo con espiritualidad y alegría los mexicanos podrán enfrentar la realidad después de la pandemia no es verdad. Es como decirle a una persona con una tristeza profunda que “le eche ganas” . “Esta postura es francamente insultante”, agregó Jesús Onofre.

¿Cuántos decálogos harán falta para que México entienda que es el Estado quien debería asumir sus responsabilidades y garantizar los derechos y las condiciones para ejercerlos libremente?

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