Desigualdad salarial golpea la vida cotidiana de las mujeres mexicanas

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Diana quiere separarse de Martín pero ambos tienen que decidir una serie de situaciones: ¿Quién se hace cargo de las mascotas? ¿Quién se queda con el departamento (y termina de pagar la hipoteca) y quien se va a rentar? ¿Quién se queda con los muebles y aparatos domésticos que adquirieron juntos? 

Las respuestas a estas preguntas son más limitadas para Diana que para Martín, ya que mientras ella gana 10 mil pesos mensuales, él recibe 20 mil, aunque al final del día trabajan las mismas horas. 

“Las estructuras del mundo del trabajo que generan pobreza y desigualdad afectan más a las mujeres, ya que ellas padecen mayor desempleo y reciben menor remuneración, con lo cual se violan dos normas fundamentales del derecho al trabajo”, según el análisis del Frente por la Pobreza, formado por un grupo de organizaciones civiles que crearon un Observatorio de Trabajo Digno. 

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El informe de ese Observatorio, establece que México tiene un mercado laboral peor que la mayoría de América Latina, sobretodo en la exclusión y discriminación de las mujeres: mientras un hombre empleado gana en promedio cinco mil 825 pesos, una mujer gana 800 pesos menos.

Pero la brecha podría ser mayor, ya que, de acuerdo con senadoras que participaron en un foro sobre los derechos de las mujeres en la Cámara alta en febrero pasado, en México se tiene una brecha salarial del 34.2%.

Esto quiere decir que ella tendría que trabajar cinco días más para que le paguen lo mismo.

Pero la desigualdad salarial no se queda en números, sino que repercute directamente en las decisiones y en la calidad de vida de mujeres, como lo demuestran estas historias:

En el trabajo 

Mariana es dentista y lleva 20 años laborando en un consultorio en la colonia Polanco en la Ciudad de México. El dueño es un médico reconocido en el ámbito de la odontopediatría.  

Casi todo el equipo de trabajo está conformado por mujeres, pero los tres hombres que laboran para el doctor realizan menos actividades y reciben tres mil pesos más de sueldo mensual

La explicación que les ha dado el jefe a las profesionistas es que ellos, como hombres, tienen que llevar ingreso a su hogar, mientras que ellas laboran “por gusto”.

 “Cuando yo me di cuenta, cuando me lo hicieron saber, me sentí bastante devaluada porque las mujeres siempre estamos acostumbradas a dar mucho y nuestro esfuerzo nunca es valorado igual que los hombres”, relató Mariana en entrevista a Cuestione

Esa diferencia en el ingreso impacta en su toma de decisiones y la calidad de vida. En el caso de Mariana, sus compañeros compran casas, carros y otros bienes que pueden mantener por su sueldo; mientras ella, la trabajadora con más antigüedad en el consultorio, no ha podido adquirir un vehículo para trasladarse diariamente desde Nezahualcóyotl, Estado de México, a Polanco. 

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Mariana dice que, con el tiempo, se dio cuenta que tiene pocas posibilidades de alcanzar a sus compañeros en el sueldo ya que a los hombres que recién se integran al consultorio les paga la misma cantidad que recibió el último que dejó el puesto.

Ella le ha hecho ver a su jefe que esa desigualdad es injusta. “Soy una persona a la que nadie mantiene, mis padres dependen de mí. Tengo más necesidad que ellos de recibir ese dinero”, le dice continuamente a su jefe, quien siempre le responde lo mismo: “sí, pero ellos son hombres”.

La desigualdad salarial no siempre es tan evidente; por ejemplo, Isaura es telefonista. En la compañía en la que trabaja hay un tabulador salarial que fija los salarios por puesto.

Sin embargo, en los 20 años que lleva Isaura en ese empleo nunca ha visto que una mujer ocupe un puesto directivo, los cuales son mucho mejor remunerados que los de las telefonistas, esos sí, ocupados principalmente por mujeres. 

Esta diferencia de salario por tipo de puesto también deriva en una brecha salarial al interior de su empresa. 

En la casa

Tener un mejor ingreso contribuye a tener un margen de toma de decisiones más amplio:

Entre Diana y Martín, el caso que se narró al inicio de esta nota, la diferencia salarial se originó porque ella ha enfrentado más problemas para incorporarse a un segundo empleo por su edad (45 años). 

No lo hizo antes porque ella asumió el trabajo de cuidado y limpieza del hogar, una actividad por la que no recibió más ingresos. 

Ella es maestra (una profesión en la que hay más mujeres) y él trabaja en el ámbito de telecomunicaciones. Por hora, él recibe más que ella y, cómo trabaja casi 12 horas al día fuera de casa, no comparte las tareas de la casa. 

Durante el tiempo que ella asumió las tareas del hogar, “él tuvo la oportunidad de crecer laboral y económicamente en los años en los que las empresas lo permiten. A mi edad difícilmente me contratan o me toman en cuenta para ascender en puestos con mayor ingreso. Siempre es la oportunidad para gente más joven. Es como si yo volviera a empezar y con menores oportunidades”, reflexionó Diana en entrevista para Cuestione.

Ahora que están por separarse, ella planea trabajar doble plaza o jornada para incrementar su ingreso.

“Por su sueldo, él tiene mayor oportunidad de conseguir un crédito para pagarme la mitad del departamento que tenemos en común. Lo que hace que él tenga una vivienda segura. Las oportunidades que tomó en estos años en los que solo se dedicó a su trabajo le dejan ahora los beneficios a él”, señaló Diana.

De acuerdo con el Observatorio Laboral, por las diferencias en el mercado de trabajo, las mujeres (con jornadas laborales remuneradas superiores a 20 horas semanales) trabajan en promedio 42 horas a la semana en actividades de cuidado en el hogar, mientras que los hombres (con jornadas laborales remuneradas similares) laboran un promedio de 16 horas

¿Qué tendría que hacer México para revertir la situación?

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el origen de la brecha salarial por sexo está principalmente en la discriminación y algunas formas de equilibrar el panorama  son:

Políticas que promuevan la corresponsabilidad en el cuidado de las personas dependientes, tanto en los hogares, entre hombres y mujeres, como en la sociedad, entre Estado, familias, empresas y trabajadores; y mayor formalización dirigidas a aquellos sectores más feminizados como el comercio informal y el trabajo doméstico.

El organismo interacional también propuso políticas y planes de empleo que incluyan medidas para atender las necesidades específicas de las mujeres; y políticas de salario mínimo que corrijan los sesgos que desvalorizan el trabajo de las mujeres en las escalas salariales y campañas para garantizar el respeto del salario mínimo.

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La brecha salarial tiene un costo social que asumen principalmente las mujeres. Ninguna entrevistada quiso dar su nombre real ni el de su trabajo ante la posibilidad de ser despedidas por haber dado su testimonio.

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