EZLN, 25 años contra el sistema

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De Salinas a AMLO, su lucha sigue

Hombres y mujeres de distintas etnias chiapanecas con pasamontañas y armados con rifles de madera, integraron el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y tomaron los municipios de San Cristóbal de las Casas, Altamirano, Las Margaritas y Ocosingo en busca de respeto a su cultura, democracia y justicia social. Ocuparon los titulares de México y el mundo, hace 25 años, aunque hoy, la mitad de los jóvenes no sepan quiénes son, de acuerdo con Parametría, cambiaron la visibilidad en México de los pueblos indígenas en nuestro país y también fuera de él.

¿Buscaban tomar el poder? “No, apenas algo más difícil: un mundo nuevo”, dijo entonces el Subcomandante Marcos (ahora Subcomandante Galeano), líder y vocero del movimiento.

¿Qué ha pasado con los zapatistas a 25 años de su levantamiento?

El levantamiento

Como hoy, nacía un nuevo año, pero de 1994. Decenas de habitantes de los pueblos tzeltal, tzotzil, chol y tojolabal, pertenecientes al EZLN: “Declaramos que no dejaremos de pelear hasta lograr el cumplimiento de estas demandas básicas de nuestro pueblo formando un gobierno de nuestro país libre y democrático”.

Aquel 1 de enero, en el gobierno del priista de Carlos Salinas de Gortari, entraba en vigor el Tratado del Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), entre México, Estados Unidos y Canadá, el cual fue, precisamente, uno de los principales enemigos de los zapatistas, pues representaba una amenaza para sus tierras y derechos.

El movimiento en sus distintas facetas logró visibilizar a estas comunidades chiapanecas. “A pesar de que el EZLN no buscaba la democracia  —al menos no la liberal y representativa—, habría que reconocer que su violenta aparición pública aceleró el proceso de apertura democrática en el país”, expone Marco Estrada Saavedra, investigador del Colegio de México.

De los acuerdos de San Andrés Larráinzar a la actualidad

Después del levantamiento zapatista, el Ejército mexicano se enfrentó en diferentes ocasiones con los indígenas para intentar controlarlos, lo cual provocó cientos de muertes y una ola de violencia en Chiapas.

Salinas de Gortari ordenó, el 12 de enero de 1994, un cese al fuego y anunció el inicio de un diálogo de paz con la intermediación del obispo católico de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz y Manuel Camacho Solís, como negociador del gobierno.

El proceso de diálogo que venía avanzando se vio entorpecido tras el asesinato del candidato del PRI a la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio. Con la postulación de Ernesto Zedillo, quien no respaldaba a Camacho dio un giro. Zedillo ganó la elección, y una vez en el gobierno cambió la estrategia.

Un año después de la irrupción zapatista en el escenario nacional, en 1995, Zedillo ordenó al Ejército avanzar a posiciones zapatistas y difundió la presunta identidad del Subcomandante Marcos: Rafael Sebastián Guillén, egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y exprofesor de la Universidad Autónoma Metropolitana.

Sin embargo, la presión social nacional e internacional obligó al gobierno zedillista a retomar el diálogo, en el que participaron la Comisión Nacional de Intermediación (CNI) encabezada por el obispo Samuel Ruiz y legisladores federales que integraban la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa).

Tras 10 meses de diálogo, el 16 de febrero de 1996 se firmó un documento de paz: Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, primer documento sobre derechos indígenas en México. Ahí el gobierno se comprometía a reconocer en la Constitución el derecho a la autonomía de los pueblos indígenas.

Pero Zedillo detuvo el acuerdo alegando que “ponía en peligro la unidad del país” y los zapatistas rompieron con el gobierno y el clima de violencia volvió.

En diciembre de 1997, paramilitares irrumpieron en la comunidad de Acteal, municipio de Chenalhó y atacaron a indígenas tzotziles de la organización Las Abejas cuando se encontraban rezando mujeres y niñosLa irrupción dejó un saldo de 45 muertos. En 1998, el gobierno expulsó a los extranjeros que supuestamente apoyaban al movimiento zapatista.

Ya para 1999 y de cara a la elección presidencial de 2000, en la que finalmente perdió el PRI el poder, tras 70 años de encabezar la Presidencia de la República, el Poder judicial condenó a 20 involucrados en la matanza de Acteal.

En el 2000, con el arribo al poder del candidato del Partido Acción Nacional, Vicente Fox, este ofreció atender y resolver el conflicto chiapaneco (en 15 minutos, dijo durante la campaña), por lo que ordenó el retiro de los militares de las zonas zapatistas y designó a Luis H. Álvarez, coordinador de la Cocopa para reanudar el diálogo con los zapatistas.

Ante ese panorama de buena voluntad, el EZLN inició una Caravana a la capital del país, pero en el que recorrió buena parte del territorio nacional, en marzo de 2001. El Subcomandante Marcos habló en el Zócalo el 11 de marzo y, el 28, cuatro mandos indígenas se presentaron en la tribuna del Palacio Legislativo donde pidieron la reanudación del diálogo y una ley que reconociera los derechos indígenas.

La Caravana tuvo frutos

El 14 de agosto de 2001 se publicó en el Diario Oficial la reforma constitucional que reconoce los derechos de los pueblos indígenas.

El EZLN y sus altibajos

El movimiento insurgente no respaldó en 2006 la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador, y criticó duramente a PRI, PAN y PRD.

Se solidarizó con La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y gente de San Salvador Atenco en el Estado de México, pero fue duramente criticado cuando Marcos respaldó la lucha de ETA, el grupo separatista vasco de España, acusado de terrorismo, lo que le restó apoyo internacional y de intelectuales al movimiento zapatista.

En 2011, apoyó al Movimiento por la Paz con justicia y Dignidad que encabezó Javier Sicilia.

Al inicio del gobierno de Enrique Peña Nieto, el movimiento zapatista reapareció  en Chiapas y realizó una toma simbólica de cinco cabeceras municipales en Chiapas: Palenque, Altamirano, Las Margaritas y San Cristóbal de las Casas y advirtió que mantendría “distancia crítica” de la clase política mexicana y cuestionó a los malos gobiernos que a través de todos los medios “han hecho todo lo posible por destruirnos, comprarnos (…) como ha sido evidente, todos han fracasado”

Pero en 2017 llegó para los zapatistas un movimiento inesperado. Un grupo que antes rechazaba los procesos electorales y los partidos políticos impulsó a su propia candidata indígena con miras a la elección presidencial de 2018. María de Jesús Patricio Martínez, Marichuy su representante.

“Este movimiento, nutrido de la liberación de energías contenidas y frustradas durante largo tiempo, se ha ido desplegando en forma discontinua entre sacudidas, enfrentamientos y rupturas…Al mismo tiempo, se ha traducido en migraciones geográficas, luchas sociales, mejoras económicas y mutaciones culturales”, señala el académico Enrique Dussel.

La lucha sigue en 2019

A unos días de iniciar el 2019, el EZLN advirtió que se opondría a proyectos del presidente Andrés Manuel López Obrador, como la Guardia Nacional. “Por más que intenten humillarnos con las fuerzas represivas como es la Guardia Nacional, no descansaremos en defender nuestra madre tierra porque en ella nacimos, en ella vivimos y en ella moriremos. No nos rendiremos, no nos venderemos y ni claudicaremos y mucho menos traicionaremos la sangre de nuestros compañeros caídos en la lucha”.

La dirigencia zapatista estuvo reunida en los últimos días de 2018 con organizaciones sociales afines y simpatizantes para conmemorar los 25 años de su surgimiento y las acciones a tomar ante el programa de gobierno de López Obrador, informaron medios de comunicación.

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