Fuerzas de seguridad enfrentan violencia extrema sin apoyo psicológico

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“Estoy cansado, desesperado, llevo mucho tiempo caminando y caminando. No sé cuándo va a terminar esto”, escribió hace 20 años Juan, un joven militar, en una carta dirigida entonces a su superior, el general Carmelo Terán Montero. El mensaje llegó tarde. Cuando el General Terán –hoy en retiro– la leyó, el joven militar ya se había suicidado.

Juan llevaba varios meses lejos de su hogar y sin vacaciones. “No pude hacer nada cuando me llegó la carta”, recuerda ahora con tristeza Terán Montero, en entrevista con Cuestione. 

Jornadas de trabajo largas y lejos de sus hogares, estrés constante por los enfrentamientos con grupos del crimen organizado, aislamiento, guardias nocturnas. Ese es el pan de cada día para los integrantes de las fuerzas de seguridad del país. Las secuelas de este nivel de tensión pueden ser irreparables.

Aunque la Ley Nacional sobre el Uso de la Fuerza menciona que los elementos de seguridad tienen derecho a tener atención psicológica, no existen protocolos de atención para quienes laboran en las fuerzas de seguridad. Tampoco está clara una estrategia de prevención, dice Daira Aguilar, experta en seguridad del Centro Feminista de Investigación Social.

Cuestione solicitó a cada una de las dependencias de seguridad información sobre consultas de atención psicológica y descubrió que la mayoría de ellos no recibe esta atención. Al hacer un análisis, en promedio solo se da 0.1 consultas por cada persona integrante de la policía o el Ejército.

La Sedena tiene más de 30 hospitales militares en todo el país, en donde brindan consultas médicas y psicológicas, pero al preguntarle sobre el número de psicólogos y psiquiatras para atender a las y los más de 200 mil militares, la cifra es muy baja. De 2014 a la fecha, sólo han contratado a 43 psicólogos y psicólogas y 14 psiquiatras:

Armados, entrenados… pero sin cuidado de salud mental

La falta de protocolos para cuidar la salud mental de los elementos de seguridad, puede tener consecuencias graves, como depresión, ansiedad, dependencia de sustancias (drogas y alcohol) y la peor de todas: lastimarse a sí mismos o a otros, explica la psicóloga Ximena Durán, quien ha trabajado de manera independiente con elementos de las fuerzas armadas.

Existe un peligro potencial de hacerse daño a sí mismos y a las personas a su cuidado, es decir, a las y los ciudadanos, pues si no están bien pueden tener comportamientos letales y fallar en sus labores, coincidieron Daira Aguilar y Ximena Durán.

Sin embargo es imposible saber cuántas violaciones de derechos humanos han cometido los elementos de seguridad que estén relacionados con algún problema de salud mental.

Los lleva a la muerte

Cuando la guerra contra el narcotráfico estalló, durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), los militares tuvieron que salir por primera vez a las calles y enfrentarse con grupos delictivos, dice Viridiana López, experta en seguridad.

No fue hasta 2016 que la Secretaría de Defensa Nacional (Sedena) realizó el primer Curso sobre Salud Mental en las Fuerzas Armadas. Lo tomaron mil militares, de los más de 200 mil elementos que hay en la dependencia.

“En muchas ocasiones, las y los afectados son sobrevivientes de atentados con daños físicos, han visto a sus compañeros morir y muchos de ellos tienen que regresar a trabajar a las mismas zonas donde vivieron algún hecho de alto impacto”, explica Durán.

22 policías federales se han suicidado de 2009 a la fecha, según información de las dependencias vía transparencia. En las filas de los militares hay dos registros de suicidio, de 2012 a la fecha. El resto de las dependencias no respondió. 

Lo difícil de ser fuerte y no poder pedir ayuda

A los militares les enseñan a ser fuertes, a no mostrar sus sentimientos, a estar bajo la sumisión de mando de sus superiores, a ser disciplinados y no mostrar su debilidad, características de la masculinidad tóxica que está arraigada en su formación, explica Daira Aguilar, experta en seguridad del Centro Feminista de Investigación Social.

Muchos de ellos no quieren aceptar que tienen un problema, no quieren atención psicológica, no confían en abrirse con nadie. Por lo tanto, tienden a ocultar si algo les preocupa y no contestan de manera adecuada a las evaluaciones, dice la psicóloga Durán.

En la ley de la recién conformada Guardia Nacional sólo se menciona que sus elementos tendrán que tener atención psicológica cuando lo requieran, pero no precisa cuáles serían los protocolos de atención para ellas y ellos.

¿En qué condiciones psicológicas queremos a los más de 350 mil efectivos armados y entrenados?

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