Las cicatrices que le cambiaron la vida a María Elena: solo quiere tocar su saxofón

Compartir:

El ácido que arrojaron a María Elena se ha ido, pero el dolor de sus secuelas continúan recorriendo su cuerpo en todo momento, tal y como ocurrió el 9 de septiembre de 2019 en el que su vida dio un giro cuando un hombre, contratado por su expareja Juan Antonio Vera Carrizal, le roció dos litros de ácido. 

Ese día, con solo 26 años de edad, María Elena se convirtió en parte de una estadística que ninguna autoridad se ha molestado en contar: la de mujeres víctimas de ataques con ácido, que en el mundo suman mil 200 al año, aunque podrían ser más, de acuerdo con la organización Fideicomiso Internacional de Sobrevivientes de Ácido (ASTI, por sus siglas en inglés). 

Aunque el atacante material de María Elena ya se encuentra detenido, la lentitud de las autoridades le dieron la oportunidad perfecta a los presuntos autores intelectuales para huir. Se trata del exdiputado del PRI Vera Carrizal, el hijo de éste del mismo nombre y Rubén Loaeza Charrez. 

“Los autores materiales confirmaron que Vera Carrizal los contrató. Pero, además, con la inspección de sus celulares, se identificaron diversos mensajes de texto de los otros dos implicados”, dice Ana Karitia, abogada de María Elena, en entrevista con Cuestione.  

Los tres hombres se encuentran prófugos y la Fiscalía de Justicia de Oaxaca ofrece un millón de pesos a quien proporcione información que lleve a la localización y captura de Juan Antonio Vera Carrizal. 

“María Elena ha sido víctima de sus agresores, de su expareja y de las autoridades”, dice Karitia. “También hay que señalar el letargo y falta de humanidad con el que fue atendida Maria Elena en el servicio público, en los hospitales. Fue terrible. Estuvo hacinada en el Hospital General de Oaxaca por tres meses”. 

Te puede interesar leer: Odio a las mujeres en México cobra una nueva y perversa forma: ataques con ácido

Rompieron su sueño

María Elena soñaba con tocar su saxofón, el mismo saxofón que un maestro le dijo que no podría dominar porque era muy pequeña. Pero lo hizo. Por la mañana estudiaba Ciencias de la Comunicación y por la tarde seguía su sueño de convertirse en una gran saxofonista con clases de música. Ahora se pregunta si todo ese esfuerzo llegará a algo.

“Me hacen sentir que soy un carpetazo, olvidada, como la mayoría de las mujeres que han pasado por situaciones de violencia”, dice María Elena, en una entrevista con La Jornada

María Elena no sabe si podrá volver a tocar el saxofón. Hasta el momento se ha sometido a seis cirugías y sabe que vienen muchas más. Aún no recupera la movilidad y el dolor no le da tregua ningún segundo del día. Para ella, hasta el contacto con el agua al bañarse significa un tormento. 

Su abogada, Ana Karitia, hace hincapié en el maltrato del que fue víctima María Elena en el Hospital General de Oaxaca y advierte que durante los tres primeros meses, tras el ataque, no recibió ningún apoyo o contención psicológica, a pesar de que este tipo de violencia se considera traumática. 

Los ataques con ácido van más allá de una agresión corporal. Atentan contra su vida, sus deseos, la seguridad en sí mismas y en el mundo. Transforman los sueños en una pesadilla permanente. 

María Elena tocando el saxofón en Oaxaca, meses antes del ataque con ácido:

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.