Legalizar o no la prostitución, el debate que no termina

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Continúa el debate entre académicas, especialistas y activistas que discuten sobre la regulación, la abolición y la prohibición de la prostitución. 

Quienes son regulacionistas buscan que se reconozca como trabajo sexual, para que cuenten con derechos humanos y laborales. El abolicionismo considera a la prostitución una forma de explotación y, como tal, pretende sancionar a quienes se benefician de ella, es decir, a los clientes y proxenetas. La corriente prohibicionista establece que la prostitución es ilegal y suele sancionar a quienes ejercen esta actividad.

Eva es una mujer que vive esta realidad todos los días. Tiene la cabeza llena de rizos y menos de 30 años. Llega temprano a la Calzada de Tlalpan, donde realiza trabajo sexual. No le gusta quedarse hasta tarde porque hace poco fue víctima de extorsión con violencia y todavía tiene miedo. Quiere ser diseñadora de moda, pero quizá más adelante, porque ahora su realidad consiste en ofrecer servicios sexuales en 300 pesos la hora, de jueves a martes, desde hace cinco años. 

“No es fácil estar parada en la calle, aguantando a los clientes, se trata de tener suerte, no sabes qué cliente te toque. No por pararme en una esquina quiere decir que tenga basura en la cabeza. Es un trabajo que debes tomar con responsabilidad, es una forma de trabajo más (…) hemos sido las eternas olvidadas”, apunta Eva.

Fue secuestrada a los 23 años en Jalisco. Luego fue víctima de trata y explotada sexualmente. Cuando finalmente recuperó su “libertad”, comenzó a hacer el único trabajo que conocía: el sexual. Ninguna autoridad quiso ayudarla cuando denunció cada uno de estos delitos. Ignorada, prefirió olvidarlos y seguir con su vida. 

Las 500 mil mujeres que se dedican la prostitución en México ganan entre 300 hasta los cinco mil pesos al día y con eso aportaron a la economía del país 0.4% del Producto Interno Bruto del país en 2017 (casi lo mismo que ejerció ese año la Secretaría de desarrollo Social) de acuerdo con la Red de mujeres Trabajadoras Sexuales de Latinoamérica y El Caribe. Además, más de 60% de las mujeres que la ejercen son madres. 

¿Regular, abolir o prohibir?

La prostitución está en medio del debate de tres corrientes: la abolicionista, la reglamentista y la prohibicionista. Para entender en qué se diferencian y qué proponen cada una, hay que comprender que su perspectiva se centra en el cuerpo de las personas que ejercen este trabajo.

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A continuación, te explicamos a fondo:

Abolicionistas: la prostitución ni es sexo ni es trabajo

Si se regula la prostitución, la experta advierte que “el Estado sería el padrote”, dice Teresa Ulloa, directora de la Coalición contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC), en entrevista con a Cuestione. Asegura que aumentaría la extorsión de estas mujeres, también se validaría la idea de que los cuerpos femeninos son un objeto para uso y disfrute de los hombres, “lo que daña no solo a las mujeres en situación de prostitución sino a todas las mujeres, la prueba está en que no han disminuido los feminicidios”, concluyó.

Para las colectivas abolicionistas, la prostitución es una forma de violencia contra las mujeres porque evidencia desigualdad de género. También centra parte de su discurso en que el cuerpo de las mujeres es un objeto, que puede ser utilizado mediante un pago, lo que se traduce en explotación sexual, explicó Ulloa. 

“Ninguna llegó ahí porque quiso o porque le gustara, es por falta de oportunidades, violencia y engaño. Pasan por procesos terribles de ablandamiento, despersonalización y desapropiación de sus cuerpos, luego por la ruptura de redes sociales de apoyo. No puedes elegir cuando no tienes opciones, si estás siendo obligada, si tienes hambre, si no tienes para dar de comer a tus hijos”, dice Ulloa. 

“No basta con sancionar la demanda, hay que generar una salida digna, que les garantice vivienda, educación y salud para ellas y sus hijos. Trabajo y créditos para que puedan generar otras fuentes de empleo”, explicó Teresa Ulloa

La Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos tiene un capítulo que busca prevenir el rezago social en lugares de mayor vulnerabilidad de trata de personas, “pero lamentablemente no se ha dado”, explicó la activista.

La realidad es que todas están expuestas a la violencia, al juicio y a los estigmas sociales sin que nadie quiera mirar que detrás de los tacones y minifaldas, hay seres humanos.

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Reglamentistas: es una realidad, es mejor regularlo para proteger a quienes lo ejercen

La corriente que promueve la reglamentación considera que la prostitución es una fuente laboral más, la cual, mientras sea escogida por las mujeres libremente, debería estar regulada para evitar abusos y proteger los derechos de las trabajadoras. Por tanto, deberían ser protegidas por la ley, tener servicios de salud y seguridad, a fin de ejercer este trabajo sin riesgos.

“El problema es de orden imaginario y político de lo que lo que la gente piensa en torno al trabajo sexual, que es un horror, que es denigrante (…) tiene que ver con un contexto de doble moral sexual en el que vive México. Hay muchas resistencias simbólicas, más que resistencias presupuestarias, a reconocer nuevas formas de organización del trabajo sexual”, nos explicó por su parte la especialista y pionera feminista Marta Lamas

Son pocas las mujeres trabajadoras sexuales que están por ser víctimas de trata, las mismas compañeras se dan cuenta, es evidente quién está ahí por cuestiones económicas y a quien la tienen controlada, un trabajo de inteligencia de las autoridades serviría para identificar a las víctimas de trata”, dijo Lamas en entrevista.

“Quieren derechos laborales, cambiar el término de prostitución a trabajadoras sexuales, implica una actitud política de ellas mismas… también (quieren) un trabajo en donde puedan ganar lo mismo, que es bastante más de lo que podrían ganar en el mercado laboral, y con la misma flexibilidad (horarios). Son dos elementos, lo que ganan y la flexibilidad, se quiere que esto siga así pero con derechos laborales y un proceso cultural que diluya los estigmas que hay sobre las trabajadoras sexuales”, dijo la académica.

Para esta corriente, regular el trabajo sexual podría ayudar a disminuir la trata de personas, ya que al estar reglamentadas sería más fácil identificar a quienes son víctimas de trata. En contraste, las abolicionistas consideran que regular la prostitución sería como validar oficialmente la explotación sexual. 

Prohibicionistas, las culpables son ellas

Para esta corriente, la protección a la moral pública y las buenas costumbres son el motivo para prohibir la prostitución. En los países que prohíben el trabajo sexual, como en China, son las trabajadoras sexuales, y no los clientes, las que reciben algún tipo de penalización por parte de las autoridades. Sin embargo, la legislación de cada país determina si el castigo es solo para las trabajadoras sexuales, o también para quienes contratan los servicios de estas personas.

La prohibición busca la eliminar por completo la prostitución al considerar esta actividad como denigrante para quienes la ejercen, además, considera que este trabajo se realiza en condiciones forzadas y no contempla la posibilidad de que haya personas que realizan esta actividad por libre elección.

¿Cómo lo han manejados en otros países?

En el mundo, este trabajo genera 186 mil millones de dólares. Los flujos más altos los registran China (prohibido), España (sin regulación) y Japón (prohibido). Alemania, país que reguló en 2002, también está entre los países con mayores ingresos derivados de esta actividad.

El gobierno alemán, que recibe los ingresos más altos por la prostitución, no ha cumplido del todo con las promesas de protección a las mujeres que venían con la regulación. Para Suecia, que tiene un modelo prohibicionista, tampoco las cosas van mejor, porque se criminaliza a las mujeres en condición de prostitución.

Holanda reguló el trabajo sexual desde hace 20 años. La regulación incluyó estrictas medidas de control sanitario y también social para quienes ejercen este trabajo. 

En Ciudad de México apenas se consiguió el reconocimiento del trabajo sexual como trabajo no asalariado, mediante el amparo 112/2013, promovido por la Red Mexicana de Trabajo Sexual, el cual protege a quienes pertenezcan a esta organización (sin especificar sus nombres, lo cual abre un abanico para que cualquiera trabajadora sexual en la entidad se beneficie del mismo) y permite que las personas que se dedican a esta actividad obtengan credenciales de trabajadores no asalariados. Sin embargo, este amparo no garantiza los derechos a seguridad social, educación, ni vivienda para las personas que la ejercen el trabajo sexual en la capital mexicana, explicó Elvira Madrid, presidenta de la organización Brigada Callejera de apoyo a la Mujer Elisa Martínez.

Lo que es un hecho es que la prostitución no puede seguir siendo ignorada. La seguridad y bienestar de las mujeres tendrá que ser la prioridad cuando las autoridades aborden este tema. Esto, en particular en el contexto de la emergencia sanitaria por COVID-19.

Como Cuestione documentó, los ingresos económicos de las trabajadoras sexuales han caído hasta en 95% a partir del inicio de la Fase 2. Así lo informó la presidenta de la organización Brigada Callejera, en entrevista.

 Ahora, para sobrevivir, algunas trabajadoras sexuales, las más vulnerables que no tienen un lugar para vivir, se suben a los autos de los clientes, una medida que antes evitaban para su propia protección. “A algunas las han golpeado, a otras las han violado, incluso han sufrido secuestro y han logrado escapar. Durante este periodo de emergencia sanitaria, la violencia en contra de las trabajadoras sexuales ha crecido”, denunció Madrid Romero. 

Esto hace aún más urgente que se atienda el problema, ya que las mismas mujeres aseguran que los apoyos que han recibido de las autoridades han sido insuficientes o incompletos.

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