Los peligros de las mentiras que compartes por WhatsApp

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Difundir noticias falsas tiene consecuencias

Las cruces por la muerte de Ricardo, de 21 años de edad, y su tío Alberto, de 43, todavía están pegadas a la pared de la comisaría de Acatlán, Puebla. Los habitantes del pueblo por fin creían haber agarrado a los integrantes de “una plaga de secuestradores de niños que traficaban órganos”. 

Estaban seguros de que eran ellos porque un mensaje de WhatsApp, que circuló por todo el pueblo, supuestamente lo confirmaba. Las autoridades trataron resguardarlos dentro de la comisaría, pero la turba rompió las rejas del lugar, los sacaron a la calle y ahí mismo los quemaron vivos.

Pero Ricardo y Alberto no habían secuestrado a nadie. Las cruces siguen ahí, a dos años del linchamiento, porque María, la mamá de Ricardo, quiere que el pueblo siempre recuerde cómo mataron a dos miembros de su familia, por una cadena de WhatsApp que nunca nadie pudo comprobar. 

Esto siempre es grave, pero en tiempos de COVID-19 y de angustia social, compartir y difundir información falsa es especialmente peligroso, ya que puede provocar pánico o que las personas tomen acciones que les pongan en riesgo. 

Otro ejemplo es lo que ocurrió en Tula, Hidalgo, donde algunos de sus habitantes quemaron vivos a un hombre y a una mujer. Ambos fallecieron. A los habitantes del lugar les había llegado el mismo mensaje alertando de la existencia de la supuesta banda de secuestradores.

Son mis redes sociales, puedo compartir lo que yo quiera; además, no pasa nada, sólo estoy compartiendo lo que me llegó”, es lo que responden internautas al ser enfrentados por compartir noticias falsas en tiempos del COVID-19. La realidad es que sí pasa, y el linchamiento de estas cuatro personas es un ejemplo de que compartir mensajes por redes sociales -sin saber quién los emite, si son verdad, o de dónde vienen, solo porque ‘me lo mandó mi tía’– sí tiene consecuencias y lo que pasa en Internet, trasciende a la realidad, cuenta Pablo Pérez, periodista de Verificado.

WhatsApp, cuando la comunicación se transforma en desinformación

“Oye we’, a mi jefe le informaron que el día de hoy el gobierno va a mandar los helicópteros de la Marina a regar un insecticida por toda la Ciudad de México, se dice que es para prevenir el coronavirus, que sí es real (…) pero otra fuente de mi jefe le informó que sí van a ir los helicópteros de la Ciudad de México a regar el insecticida (…), el gobierno si va a aventar el virus, esto se va a dar en la noche (…)  lo van a aventar we y no se sabe si sea pa bien o sea pa mal, pero mientras sean peras o manzanas yo te aviso (…) el gobierno está haciendo un recorte de gente we, porque ya somos muchísima población (…) varios países están haciendo eso, para matar a la gente grande (…), yo te lo digo porque pues al chile eres la banda conmigo”, dice uno de los muchos mensajes de audio que circulan por WhatsApp en tiempos de la pandemia y que se viralizan rápidamente. 

La realidad es que nadie ha visto los dichosos helicópteros, pero el mensaje se sigue compartiendo una y otra vez. 

Otros de los mensajes falsos que circulan son, por ejemplo, respirar aire caliente de una secadora para no contagiarse de COVID-19; los supuestos pagos a médicos del IMSS y del ISSSTE para matarte si vas al hospital; y no usar cubrebocas porque impide que pase el oxígeno. Esta información falsa, lejos de ayudar, pone en riesgo la salud de las personas.

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Si te llegó por WhatsApp es falso, así de simple, en esta aplicación estos contenidos son los que menos se pueden comprobar, nunca se sabe ni dónde ni quién los mandó”, nos dijo Pablo Pérez, periodista de Verificado. Lo que pasa con WhatsApp es que las personas confían en que estos mensajes de audio y texto son verídicos porque alguien de su entera confianza lo compartió, entonces se replican sin verificar si son o no reales”, explicó.

“Si no sabes si los mensajes de voz o de texto por WhatsApp son verdad, entonces tú eres el responsable de decir una mentira”, puntualizó el periodista. Estos mensajes en redes sociales como WhatsApp, además de Facebook y Twitter, tienen la finalidad de manipular y desinformar a las personas, aunque también para generar historias que se traduzcan en visitas a determinadas páginas de electrónicas para ganar clics que se convierten en dinero, dice Pérez.

“Es que el gobierno nos quiere controlar, por eso comparte antes de que lo borren”, dicen internautas que comparten cadenas por redes sociales. Pero al gobierno y a los medios de comunicación se les puede reclamar si comparten información falsa, hay un nombre y un rostro, pero “si se muere alguien por contenido falso compartido en redes sociales que no sabes ni dónde vino, ¿a quién le reclamas? ¿quién te controla entonces? ¿un mensaje anónimo de de WhatsApp o el gobierno?”, nos cuenta Pérez.

Dudar es la clave

Estamos acostumbrados a confiar en todo lo que nos dicen, pero es necesario dudar. No hace ningún daño verificar antes de compartir, así que detente, verifica y después, comparte, nos dice Pérez, quien nos hizo algunas recomendaciones para detectar contenido falso.

  1. Antes de compartir, copia y pega en un buscador de Internet  las primeras 10 palabras del contenido que te llegó. Si se despliega una nota, un boletín informativo o un vídeo, comprueba de que el medio, la organización, o la persona que emite el mensaje existan, si existen, verifica su seriedad. 
  2. Si tiene fotos, buscalas en Google Images y verifica dónde y quién más las ha publicado, si la imagen es falsa, el contenido también.
  3. Si dice: “un amigo que su hermano es médico”“un vecino que su primo es policia”, o cualquier contenido que haga ese tipo de referencias, es falso. Estos mensajes por lo general ofrecen un título que avale la información (es policía, es médico, es abogado), pero no te dicen ni a qué institución pertenecen, ni un nombre.

Acá otras recomendaciones para asegurar la veracidad de la información que te llega por redes sociales.

Verificar toda la información que te llega cuesta sólo unos minutos y evita hacer daño a alguien. Además, es una responsabilidad ética señalar y no replicar contenidos falsos con la finalidad de impedir que las personas sigan compartiendo mentiras que puedan tener consecuencias tan funestas como la de las personas linchadas y quemadas en Tula y Puebla.

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