Miles de ventiladores por COVID-19, pero ¿hay suficientes especialistas para operarlos?

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En estos momentos, los ventiladores o respiradores podrían ser los objetos más deseados en los hospitales de todo el mundo, pues son vitales para atender a los pacientes más graves por COVID-19. Cuando una persona ha sido conectada a ellos (o intubada), es porque atraviesa por la parte más crítica de esta enfermedad y los necesitan para seguir con vida.

El gobierno de México adquirió 5,272 ventiladores de China y otros 211 más a Estados Unidos, por precios que van desde los 16 mil hasta los 24 mil dólares cada uno.

Sin embargo, tener miles de ventiladores mecánicos sin los especialistas suficientes para operarlos, sería tan inútil como tener un estacionamiento llenos de autos de lujo sin gasolina, dice William Cristancho Gómez, experto en ventilación mecánica. Y al parecer esta es una realidad a lo que se enfrenta México.

Solo los especialistas en neumología, inhaloterapia, anestesiología, terapia intensiva y urgencias cuentan con la capacitación para operar estos aparatos; sin embargo, se desconoce el número de médicos en estas instancias que están ahora mismo en la primera línea de batalla contra el COVID-19. Además, capacitar a más personal tomaría de dos a tres años, de acuerdo con médicos especialistas consultados por Cuestione

Pero la emergencia sanitaria no puede esperar tanto tiempo, por lo que se han dado capacitaciones exprés en distintos hospitales del país a las enfermeras, enfermeros y médicos residentes, para que apoyen a los especialistas en el uso de los ventiladores. Esto, de acuerdo con el neumólogo Andrés Ferrer Durá y el intensivista José Miguel Gómez Cruz , en entrevista con este medio.

Además, la Secretaría de Salud lanzó convocatorias especiales para contratar a médicos especializados en esas áreas. 

Ventiladores, un arma de doble filo si son operados sin capacitación

Los ventiladores con los que cuentan las instituciones de salud en México, podrían llegar a salvar la vida de unos 10,500 pacientes que, según calcula la Secretaría de Salud, llegarán a terapia intensiva contagiados por COVID-19.

Y es que cada paciente que debe ser intubado requiere de una cantidad de oxígeno y presión, que varía por la gravedad, el peso y la edad, explica Ferrer DuráPor eso una persona que no está capacitada para operar un ventilador podría causar aún más daño pulmonar a quien requiere la intubación, por la presión del oxígeno del respirador.

Cuando el virus invade los pulmones, primero los inflama hasta debilitarlos tanto que dejan de hacer su tarea principal: llevar oxígeno a todo el cuerpo. Aquí es cuando un ventilador puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Cuentan con un monitor similar a una computadora, pero que ayuda a llevar oxígeno a los pulmones de los pacientes a través de un tubo que entra por la boca. Así, las personas siguen respirando, aunque sea de forma artificial.

Antes de que un paciente sea conectado a un ventilador mecánico tiene que ser sedado. Así, sus músculos se paralizan y el aparato puede entrar sin dolor ni molestias a la tráquea de la persona. Será entonces cuando se conecte el respirador y supla la función de los pulmones, los cuales, tras conectarse al ventilador, funcionan como un globo al que, cuando le entra mucho aire, aumenta el riesgo de romperse, dice Gómez Cruz.

“Una persona puede perder la vida durante la ventilación mecánica aún siendo manejado por un experto”, reconoce Cruz Medina. Además de que entre más tiempo pase una persona intubada, mayor es el riesgo, por eso es que la mortalidad de un paciente es de más del 80%, explica el intensivista.

Para decidir intubar a un paciente con un ventilador se analizan varios criterios, entre ellos: si respira más de 30 veces por minuto, o se empieza a ver somnoliento o se adormecen sus músculos, es momento de instalar el aparato.

“Aunque sí hay una mortalidad, me gusta pensar más en el hecho que los ventiladores ayudan a reducirla. Si no se entuban es peor”, dice la Dra. Vianey Barona Nuñez, académica de la Facultad de Medicina de la UNAM a Cuestione.

Pero también admite que “todo procedimiento implica un riesgo, incluso hay pacientes que pueden o no responder a los ventiladores, el daño en sus pulmones es tan severo que no importa si el ventilador es el más caro o el más nuevo”.

Las complicaciones también pueden ir más allá del uso del ventilador cuando el tubo que lleva el oxígeno del ventilador a la boca del paciente, también se expone a las bacterias que hay en el aire, las cuales pueden entrar al cuerpo del paciente por el tubo del respirador, lo que puede desarrollar infecciones que compliquen más la condición del paciente, por eso es que entre más tiempo esté en ventilación más es el riesgo, explica la doctora Barona Nuñez.

Los ventiladores no son un tratamiento para el COVID-19, simplemente ayudan a respirar a los pacientes a los que ya invadió el virus, reconocen los tres especialistas consultados por Cuestione. Aunque sí hacen la diferencia entre la vida y la muerte de algunos pacientes contagiados por este virus. El reto que tiene el sector salud es aún mayor: debe ampliar la red de especialistas en todo el país.

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