Morena impuso su mayoría en el Congreso y mantuvo la presidencia de la Mesa Directiva en el Senado y quizá en la Cámara de Diputados, donde busca cambiar el reglamento para reelegirse, al mejor estilo del viejo Partido Revolucionario Institucional (PRI).
En aquella época, el partido en el gobierno hacía valer su mayoría para cerrar el paso a la oposición. Ahora fue copiada fielmente por Morena, que busca seguir decidiendo sobre el presupuesto de ambas cámaras.
En el caso de los diputados, pretende modificar el artículo 17 de la Ley Orgánica del Congreso de la Unión para mantener la presidencia de la Mesa Directiva, que estaba a cargo de Porfirio Muñoz Ledo, quien renunció ante “una posible crisis constitucional”, de acuerdo con lo que publicó en Twitter.
Los reclamos de “No a la dictadura de Morena”, por legisladores de partidos que en el pasado solían tomar las decisiones, como Acción Nacional (PAN) y el Revolucionario Institucional (PRI), fueron ignorados.
En la sesión del 3 de septiembre en San Lázaro, la legitimidad de Muñoz Ledo en la presidencia de la Mesa Directiva fue cuestionada y él, después de abandonar la tribuna, tomó la decisión de dejar el cargo.
“He decidido anunciar mi retiro de la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados (…) La solución política es propiciar entendimientos para llegar a un acuerdo que permita transitar institucionalmente”, agregó en su cuenta de Twitter.
Mantener el control en la Cámara de Diputados
Con la modificación de la ley del Congreso, Morena se quedaría otros seis meses al frente de la Mesa Directiva, lo cual rompería con la normatividad de alternar la presidencia de la Cámara de Diputados, incluso tratándose de legisladores del mismo partido.
Esto no sucedía desde que, en 1997, el PRI perdió la mayoría absoluta en San Lázaro. ¿Quién era el presidente de la Cámara de Diputados en ese momento? Porfirio Muñoz Ledo. Y era de oposición.
Con los cambios a modo que se buscan en la Ley Orgánica del Congreso, Morena presidiría año y medio consecutivo la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados y luego este cargo se alternaría con los otros grupos parlamentarios.
Mientras, en el Senado: Batres y Monreal se dan con todo
La pelea por la Mesa Directiva se registró entre los propios senadores de Morena, Ricardo Monreal y Martí Batres, quien ocupó ese cargo hasta el pasado 31 de agosto. En el Senado la oposición también fue dejada de lado.
Martí Batres buscó reelegirse, pero perdió la elección interna morenista y acusó al legislador zacatecano de ofrecerle “cañonazos” de dinero (sobornos) a sus colegas para descartarlo del proceso. Nunca lo demostró.
Y sucedió lo inevitable. Una primera elección a la presidencia del Senado, a la que fueron convocados sólo las y los legisladores de Morena (la fracción mayoritaria), fue anulada por la Comisión de Honestidad y Justicia de ese partido (CNHJ), que consideró fundadas las quejas de Batres, en el sentido de que hubo mano negra.
Y es que en la votación en la que resultó vencedora Mónica Fernández, candidata de Ricardo Monreal, participaron las cinco senadoras del Partido Encuentro Social (PES).
El 31 de agosto se llevó a cabo una nueva elección en la que participaron los senadores de todos los partidos.
Con 110 votos resultó ganadora, de nueva cuenta, Mónica Fernández Balboa. Batres, con todo, lo consideró “una victoria moral”.
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Mónica Fernández es senadora por Tabasco, y esposa de Carlos Rojas Gutiérrez, exsecretario de Desarrollo Social en los sexenios de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo.
Lo que está en juego
La presidencia de la Mesa Directiva del Senado y la Cámara de Diputados dirige los debates, las votaciones del Pleno y determina el trámite de los asuntos de cada Cámara.
Morena, en todo caso, confirmó su vocación de poder, así como su voluntad de usar su mayoría para imponerse sobre una oposición debilitada y dividida. Igual que el viejo PRI.
