En el templete, frente a Andrés Manuel López Obrador, un médico indígena se hinca y hablá en su lengua madre. La voz se entrecorta hasta convertirse en un hilo.
López Obrador se hinca frente a él y recibe el regalo: una cruz. El camino para llegar a ese momento ha sido largo y ambos lo saben: 12 años. Los miles de asistentes a la plancha también lo saben y aplauden y rechiflan, ¡presidente, presidente!
“Que (ahora) podamos amar y comprender nuestros orígenes”, dicen los representantes de los pueblos indígenas del país, durante la entrega del Bastón de Mando de la Gubernatura Nacional Indígena (GNI) a Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo capitalino.
Mientras el olor a copal inunda la plancha del Zócalo, unas 50 mil personas levantan sus manos en honor a Ometéotl, el Dios dual de los aztecas, a quien se le rinde culto en este ritual prehispánico: es la primera vez que el bastón que representa a más de 10 millones de personas indígenas se le entrega a un presidente de México.
Comerciantes que ofertan papas a la francesa, tlayudas, souvenirs como tazas, playeras y gorras, junto con todos los asistentes están listos para escuchar el primer mensaje de Obrador como presidente.
“Le entregamos nuestra confianza”, dicen los representantes indígenas a López Obrador, cuando le entregan el bastón de mando, el cual representa a los 68 pueblos originarios del país.
“Queremos que nos tomen en cuenta”, es otra de las frases en el mensaje, éste símbolo representa el poder y la jerarquía de los líderes, es una forma de respeto al presidente de México.
