Mientras avanza el COVID-19 en el continente americano y sus efectos en la economía cada vez se hacen más visibles, los gobiernos se preparan con recursos que les ayuden a disminuir el daño de una contingencia de esta magnitud en la población.
Andrés Manuel López Obrador presentó el 5 de abril el plan que, para él, es el indicado para sacar adelante a México.
El presidente lo describió como “poco ortodoxo”, pero eso sólo fue el principio, de inmediato se le encontraron más adjetivos y calificativos a lo que presentó en el Palacio Nacional como una especie de “Plan Marshall” (que salvó a los países europeos devastados por la Segunda Guerra Mundial), que ayude a los más pobres del país.
Los académicos lamentaron el informe del presidente de México:
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La opinión era la misma no sólo por parte de la oposición:
Y como en toda democracia, hubo voces que defendieron el informe de López Obrador, ya que argumentaban que el país nunca ha tenido un ritmo de crecimiento notable en su economía y el sistema de salud nunca fue una prioridad para los gobiernos anteriores:
Por supuesto, hubo quien se anticipó a la tormenta en redes sociales y aceleró los pronósticos de la presentación de su informe del primer trimestre del 2020:
Dos días después, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) dio a conocer un plan que, de acuerdo con Carlos Salazar Lomelín, el presidente de esta organización, es lo que realmente necesita el país. Incluso Morena, el propio partido del presidente, también envió a López Obrador, una propuesta para reactivar la economía ante el COVID-19.
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Al paso de los días, la polarización en redes sociales continúa como producto de este plan en donde da prioridad a grandes obras de infraestructura con recursos nacionales y apoya a los programas sociales en el país, sin mencionar a la pequeña y mediana industria.
¿Esta vez, la polarización de opiniones llevará a algo que resulte útil para el país?
