Reglamentar la prostitución, el debate que viene en CDMX

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El Congreso de la Ciudad de México cocina una ley que pretende reglamentar la prostitución en la capital; aunque se presenta como una propuesta progresista, en realidad es una política que se usó por más de 80 años para controlar a mujeres en estos contextos y legalizar la explotación sexual de su cuerpo para fines comerciales. 

El pasado 6 de agosto, el diputado local por Morena y presidente de la Comisión de Derechos Humanos en el Congreso capitalino, Temístocles Villanueva, propuso una iniciativa para crear la Ley de Trabajo no Asalariado, que establece un capítulo para reconocer el “trabajo sexual”.

Pero esta propuesta no tiene nada nuevo

De acuerdo con el proyecto de ley, el “trabajo sexual” se ejerce a través del intercambio de servicios sexuales entre personas adultas de mutuo acuerdo, a cambio de algún tipo de remuneración, según las condiciones acordadas entre la persona que presta sus servicios y la persona que los adquiere.

La iniciativa considera el otorgamiento de licencia; definición de zonas en las que no se puede “ejercer su oficio”, como prados, camellones, estaciones del metro y mercados; en autobuses, tranvías y trenes, hospitales, entre otras; y “vigilancia sanitaria” de los espacios “aptos para el ejercicio del trabajo sexual”.

También plantea gestionar un sitio virtual para intercambiar opiniones sobre los clientes; dar condones, sólo con licencia, en cualquier centro de salud; y ofrecer cursos de capacitación técnica para que “desarrollen su actividad de manera segura y sana”, eleven su nivel de cultura y promuevan el desarrollo económico

Esta postura es apoyada por organizaciones de la sociedad civil, como Brigada Callejera, que defienden la idea de que no es posible abolir la prostitución; por lo que es más conveniente regular para garantizar derechos a las mujeres que están insertas en ella.

Sin embargo, “esta intención no es nueva. La Ciudad de México de hecho vivió un proceso reglamentarista de más de 80 años, que inició a partir del siglo XIX hasta mediados del siglo XX”, explicó en entrevista para Cuestione la historiadora Fabiola Bailón.  

De acuerdo con la investigadora y autora del libro Prostitución y Lenocinio, el proceso reglamentarista de ese periodo no fue “ni será nunca benéfico” para las mujeres, ya que trajo como consecuencia la expansión y crecimiento de la trata de personas en el país”.

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La prostitución en nuestro país ha existido desde antes de la Conquista, pero en 1862, México adoptó el llamado “sistema francés” con reglamentos y castigos “administrativos” contra aquellas prácticas o personas que se salieran de las normas establecidas para el comercio sexual del cuerpo de mujeres, según la investigación de Bailón

Con estos reglamentos se intentó controlar a todas las “mujeres públicas”, a través de un registro ante las autoridades, pagar un impuesto, realizarse un chequeo médico semanal, mantenerse dentro de los espacios asignados, entre otras.

Además, se incluyeron medidas para las llamadas “madrotas”, quienes fueron reguladas y reconocidas oficialmente por el gobierno como las vigilantes y “cuidadoras” de las mujeres en contextos de prostitución, según la historiadora, quien lleva más de 15 años en el tema.

Con estos reglamentos, durante el periodo que va de 1865 a 1940 se justificó el acceso de los hombres a un grupo de mujeres, así como la existencia de prostíbulos y madrotas, y se borró o desdibujó todo registro, mención o imagen de los proxenetas varones y los clientes, lo que los protegió. 

Esta situación se mantuvo igual en la Ciudad de México y en diversas partes del país hasta principios del siglo XX, cuando en Inglaterra y otros países se empezó a cuestionar cómo la prostitución violaba los derechos de las mujeres.

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Reconocer trabajo sexual, un retroceso en los derechos de las mujeres

“Me parece muy grave que se esté planteando reglamentar. Si se reglamenta la prostitución, difícilmente la práctica de mirar a las mujeres como objetos que se pueden comprar o vender, podrá ser erradicada. Lo que hace la reglamentación es justamente legalizar la prostitución, decir que está bien y que puede ser un vía de las mujeres para obtener dinero”, criticó Fabiola Bailón.

El argumento que le ha dado sustento a las reglamentaciones ha ido cambiando a través del tiempo; antes era moral, después en el siglo XIX fue el control higiénico para las mujeres; y actualmente hay un cambio de discurso que asegura que a través de la regulación se pueden lograr ciertos derechos de las mujeres, precisó Bailón

Sin embargo, dijo, la regulación o reglamentación va en contra de los derechos de las mujeres porque tiene un fin normativo porque incluye una serie de obligaciones y de prohibiciones hacia ellas. El mismo Estado establece normas que determinan cómo debe funcionar la prostitución;  al hacerlo autoriza la explotación de la prostitución ajena.

En cambio, no se ha desarrollado ninguna política para castigar a los clientes o consumidores bajo la falsa idea de que es imposible de erradicar la prostitución. 

“Lo que yo estoy viendo es un regreso al pasado en realidad; me parece grave porque pareciera que no hemos aprendido de las experiencias pasadas. Las características que dice la ley (que propuso Morena en días pasados) no son nada nuevo”, observó. 

Pero, desde su punto de vista, la prostitución no puede ser un modo de vida deseable porque gran parte de las mujeres que están inmersas son de bajos recursos, migrantes, entre otras; sin embargo, quienes quieren reglamentar aseguran que “ellas escogen” la prostitución. 

“Si tú regulas la prostitución, por consecuencia vas a sustentar y le vas a dar mucha mayor firmeza a la trata y al tráfico de mujeres. Ahí hay un problema grave de la regulación”, concluyó la investigadora.

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¿Cómo pretende la Comisión de Derechos Humanos del Congreso de la CDMX garantizar los derechos de las mujeres si crea normas para controlar la prostitución, pero no a los clientes? ¿Normaliza la idea de que sus cuerpos pueden ser comprados o vendidos para el beneficio de los hombres?

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