Violencia en el transporte público se roba la libertad de los mexicanos

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Mudanzas, cambios de ruta para llegar a casa, renunciar a gustos personales, a cierto tipo de vestimenta, salir con el mínimo de dinero en los bolsillos y optar únicamente por servicio de taxi vía aplicación, que tampoco garantizan seguridad plena, son algunos de los hábitos que las y los mexicanos han tenido que adoptar por la violencia en el transporte público.

Y son libertades que se han perdido, por los asaltos y la inseguridad en el transporte público. Las circunstancias son distintas, pero todas dejan la profunda huella de miedo.

Desplazada por la violencia

Ana Karen vivió esta experiencia cuatro veces en el Estado de México, en los camiones que circulan en la colonia Jardines de Morelos, en Ecatepec.

“La más reciente, se subieron tres sujetos y nos pidieron que entregáramos nuestras pertenencias. Yo alcancé a quitarle el chip a mi celular, pero no pude quitarme el anillo, que era un regalo de graduación de mi mamá. Como me negué, uno de ellos me apuntó con una pistola”.

Al final le dio el anillo y corrió con suerte. Antes de bajar del camión, los asaltantes le dispararon a “un chavito como de 12 años” que se resistió a entregar lo que llevaba.  

Ese fue el último atraco que soportó Ana Karen, antes de mudarse al sur de la Ciudad de México, lo más lejos posible de aquel infierno.

Taxis pirata… de sitio

Jorge Ruiz lo asaltó un taxista. Abordó el vehículo en San Pedro de Los Pinos con rumbo a Coyoacán y antes de llegar, el chofer se le adelantó. “Le iba a pagar con un billete de 500 y cuando saqué la cartera, él sacó una pistola. Me bajó mis 500 varos y un reloj. Cuando hablé al sitio donde lo pedí, negaron todo y dijeron que a esa dirección no habían mandado a nadie”.

En consecuencia, Jorge dejó de usar reloj y ahora lleva el mínimo indispensable de dinero en la cartera.

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María le robaron un anillo en la estación del Metro Ciudad Universitaria hace 20 años. “Recuerdo que sentí el jalón en mi dedo y ya no estaba el anillo”. A partir de entonces sale a la calle sin joyería. “He visto mujeres que les arrancan los aretes de las orejas, yo fui afortunada”.

Números de escándalo

Historias hay tantas como los viajes que se hacen a diario en en el Metro, en taxis, camiones y microbuses. En 2018 se cometieron 9.4 millones de robos en la calle o en el transporte público. Esto significó una tasa de 10 mil 775 asaltos por cada 100 mil habitantes, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) del Inegi.

Este fenómeno ha llevado a las personas a cambiar drásticamente la forma en que se trasladan. Entre 2017 y 2018, 2.4% del universo de mexicanas y mexicanos encuestados dejó de usar transporte público por temor a ser víctima de algún hecho de violencia, según la misma encuesta.

En la CDMX se disparan delitos

La capital ha sido de las más castigadas por un fenómeno creciente. De enero a agosto de 2019, el robo con violencia en el transporte público aumentó 73% respecto al mismo periodo de 2018, indicó la organización México Evalúa, con base en las cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Las alcaldías que registraron las tasas más altas de delitos fueron Iztacalco (69), Iztapalapa (42.39) y Miguel Hidalgo (42.3).

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Violencia sexual, el otro rostro 

Pero los asaltos no son los únicos hechos delictivos que sufren los pasajeros. Está el acoso y las agresiones sexuales.

Miranda vivió el terror disfrazado de un rostro anónimo en medio de la multitud.

“Iba de pie en el microbús y estaba a reventar. Llevaba un vestido negro, cuando de pronto sentí que alguien metió la mano por debajo del vestido tocándome. Fue tan rápido y no puede ver quién fue, porque se empezaron a bajar en la base que hacen en Eje 5 y Cuauhtémoc (alcaldía Benito Juárez). Me dio mucho coraje, me sentí vulnerable, lloré”, comparte a Cuestione.

Miranda renunció a usar faldas y vestidos. También evita viajar en los camiones cuando van llenos de gente.

En general, la incidencia delictiva es superior en los hombres para la mayoría de los delitos que se cometen en México, excepto en el caso de las agresiones sexuales, donde las mujeres son más vulnerables: 11 a uno en comparación a los varones, de acuerdo con la ENVIPE.

En la CDMX las cifras resultan igual de alarmantes, pues de cada 10 usuarias del transporte público, nueve han sufrido violencia sexual, reconoció el propio gobierno capitalino.

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¡No dispare! Tenga mis pertenencias y mis libertades

Al margen los números, esta situación atenta contras las libertades y derechos de los mexicanos. “Están poniendo en discusión la capacidad del Estado de controlar el territorio y la libertad de movilidad que tienen los ciudadanos”, señaló Francisco Rivas, director del Observatorio Nacional Ciudadano de Seguridad a Cuestione.

¿Tenemos que renunciar a utilizar el transporte público? ¿Debemos vestir como nos gusta solo en casa? ¿Tenemos que invertir más de nuestro salario para buscar opciones que nos brinden relativa seguridad? ¿El Estado es incapaz de hacerlo? Así, los mexicanos perdemos libertades y normalizamos la violencia todos los días.

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