Controversia y mentiras en designación de Rosario Piedra

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Rosario Piedra lo logró: ya es la presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. Pero su llegada al cargo ha estado llena de controversias y posibles violaciones a la ley.

Piedra es la hija de la histórica activista y política Rosario Ibarra de Piedra, y tiene una larga trayectoria propia como parte del comité Eureka, que se dedica a la búsqueda de desaparecidos. Esto, desde que su hermano fue detenido hace décadas por las fuerzas de seguridad y nunca se supo más de él.

A pesar de este mérito, su nombramiento está bajo la sombra de la duda, y la polémica no ha parado. Esta es la historia de errores, mentiras e ilegalidades que le permitieron llegar a su nuevo puesto.

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Todo comenzó cuando el presidente López Obrador propuso una terna de posibles presidentes de la Comisión al Senado. En ese momento, Piedra firmó, bajo juramento, que no tenía ningún conflicto de interés y que no era parte de la directiva de un partido político.

Pero resulta que mintió. Según información que Morena entregó al INE este año, ella es parte del órgano directivo de ese partido, con lo que quedaría de inmediato inhabilitada para ejercer el puesto.

Después vino la elección como tal. Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena, pidió que se hiciera la elección en urna, en lugar del tablero electrónico, como se acostumbra.

Y ahí se complicó todo. Primero, porque parecía que Monreal depositaba dos boletas en lugar de una; después, porque resulta que dos votos desaparecieron: en lugar de 116 había 114.

Esto es grave no solo por el mensaje de posible fraude, sino porque esos dos votos eran cruciales: con ellos, Piedra no alcanzaba los dos tercios que necesita para ser electa, y habría quedado fuera.

El PAN y otros partidos de oposición protestaron. Explotó una controversia pública, con acusaciones cruzadas. El mismo presidente tuvo que meterse a la discusión para defender a Piedra y, de paso, descalificar a los “conservadores” y a la CNDH misma.

Senadores de oposición bloquearon el presídium para que no pudieran sesionar y tomarle protesta a Piedra.Ricardo Monreal, entonces, dio un giro estratégico. Llamó a realizar una votación para determinar si la elección se repetía.

Los panistas le creyeron, y se llevó a cabo. Nadie se sorprendió cuanto Morena votó en contra, en alianza con el PRI, para no repetir la elección.

Así, llegó la hora de la verdad. Nuestros representantes se enfrascaron en una pelea, que terminó con el senador Gustavo Madero en el piso, sometido por senadoras de Morena. Vimos la peor cara de nuestro congreso.

Piedra tomó protesta, y otra vez López Obrador defendió su nombramiento, diciendo que era “injusto” que no pudiera ejercer el cargo, a pesar de no cumplir los requisitos.

Ya como flamante presidenta de la CNDH, le preguntaron si haría algo respecto a los asesinatos de periodistas. Piedra pareció desconocer que 13 comunicadores han muerto en este gobierno, pero sí aprovechó para criticar a los anteriores.

Varios consejeros y consejeras de la Comisión, que han luchado desde ahí para proteger los derechos humanos, renunciaron en protesta. López Obrador los ninguneó, diciendo que nadie sabe quienes son.

El problema no ha parado. Ahora, gobernadores del PAN decidieron desconocer a la Comisión y no aceptar sus recomendaciones.

En una declaración que solo puede leerse como irónica, Ricardo Monreal dijo que todo servidor público está obligado por ley a responder a las recomendaciones de la CNDH, y agregó que mandar al diablo a las instituciones no es correcto.

Es irónico, porque en primer lugar se violó la ley para imponer a Piedra y, en segundo, la frase de mandar al diablo las instituciones la acuñó, precisamente, López Obrador. No solo eso: el presidente ya desconoció, hace unos meses, una recomendación de la Comisión respecto a las estancias infantiles.

La Comisión de los Derechos Humanos existe como un triunfo de la sociedad movilizada que exigía que las autoridades respondan por sus abusos. Fue la sociedad la que obligó a convertirlo en un órgano autónomo, que pudiera desafiar a los gobiernos.

Desde el año dos mil ha emitido casi 1,400 recomendaciones, 343 por tortura y violaciones graves. Ha tenido buenos y malos presidentes, pero es una herramienta crucial para que las víctimas puedan encontrar justicia y se reduzca la impunidad.

Tiene que ser autónoma y tiene que ser incómoda al poder. Si no es libre, su existencia no tiene sentido.

Colonizar las instituciones es una peligrosa señal. Veremos si Rosario Piedra resulta ser realmente independiente y se pone del lado de la ciudadanía.

Ya pasó con la Fiscalía y con la Suprema Corte. Hoy, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, está a la orden del presidente… hasta que se demuestre lo contrario.

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