América Latina está en llamas

Compartir:

- Advertisement -

América Latina está en llamas. Lo habíamos visto en Venezuela, pero ahora vimos protestas masivas en Ecuador y Honduras; Chile va para un mes de movilizaciones con gravísimas violaciones a los Derechos Humanos; Perú está en crisis constitucional, mientras que Colombia y Brasil tienen escándalos de abusos policiacos. Y ahora, Bolivia.

El asilo que México le ha dado al renunciado presidente Evo Morales ha polarizado a la sociedad mexicana, de por sí ya muy dividida. Entre quienes lo consideran un tirano y quienes lo ven como un héroe caído, el tono sube y el debate se pone cada día más violento.

También puedes leer: Bolivia, un golpe de Estado atípico

¿Cómo llegamos a este punto?

Evo Morales llegó al poder en 2005, el primer presidente indígena de Bolivia, con un claro mensaje de combatir la pobreza. En 2009 reformó la Constitución de su país, lo que le permitió postularse y competir dos veces más por la presidencia.

Durante su gobierno, Bolivia creció más que la mayor parte de los países de la región, un 5% en promedio. Redujo la pobreza de a la mitad y aumentó el producto interno bruto en más de 300%.

Logró reelegirse en dos ocasiones sin que la oposición pudiera hacerle frente.

Pero también concentró todo el poder en sí mismo y su entorno cercano. Colonizó las instituciones, como el servicio electoral y el poder judicial.

En su último periodo como presidente, decidió hacer un plebiscito para saber si el pueblo apoyaba que cambiara su propia Constitución para elegirse por un cuarto mandato. El resultado fue apretado pero claro: Bolivia dijo que no.

Recurrió entonces a la justicia, bajo su control, para que se le permitiera competir una vez más por la presidencia, alegando que era su derecho humano.

Así, compitió una vez más, ahora contra Carlos Mesa, también expresidente del país. Tras la elección, los resultados empezaron a fluir y el resultado era que habría segunda vuelta, con alto riesgo de que Evo perdiera si se unía la oposición.

Entonces, en la mejor tradición mexicana, se les cayó el sistema. Cuando volvió, los resultados habían cambiado y Morales ganaba en primera vuelta. Y ahí, ese día, se desató el caos.

Comenzaron grandes manifestaciones, tanto a favor como en contra del gobierno. También de inmediato se empezaron a ver motines en fuerzas policiales.

Bajo presión, se hizo un recuento con expertos internacionales. La tensión seguía subiendo y las acusaciones de fraude no paraban. La violencia también creció.

Cada hora se volvió peor. Entre las calles desbocadas y ataques directos a miembros del gabinete, el gobierno empezó a tambalear. Ministro tras ministro renunció. Grupos obreros e indígenas le dieron la espalda. El presidente estaba cada vez más solo.

Surgieron liderazgos de ultra derecha, como Luis Camacho, en las marchas.

Los expertos dictaminaron que el resultado no era confiable, y Evo convocó a una nueva elección.

Pero ya era tarde. Aislado y debilitado, con una revuelta en su puerta, el ejército le “recomendó” que renunciara. Eso puede no ser un golpe de Estado tradicional, pero sin duda se le parece muchísimo. Es un triste final para su proyecto político.

Bolivia ya tiene nueva presidenta: Jeanine Áñez, que entró con la Biblia en la mano al poder. En las calles se ven violentos enfrentamientos entre quienes apoyan a Morales y sus opositores. La situación sigue fuera de control.

México, siguiendo su tradición de asilo, le ofreció y facilitó refugio al renunciado presidente, que ya está en el país. La controversia ha sido intensa.

La sociedad le está dando un poderoso mensaje a gobiernos de todos los colores políticos: la polarización tiene un alto precio. Si no empiezan a buscar caminos de conciliación social, y si nuestros líderes no se esfuerzan por unirnos en lugar de dividirnos, esto seguirá empeorando.

Hoy, la pregunta no será si habrá una revuelta en otro país. La pregunta es qué país sigue, y cuándo.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.