Alianza Federalista: ¿la “rebelión” de los gobernadores?

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En un país presidencialista, los estados de la República muchas veces compiten y forcejean con el poder central. Es un estira y afloja de recursos, influencias y fuerzas políticas.

Las alianzas o grupos entre gobernadores para equilibrar la balanza no son nuevas. Cuando gobernaba Carlos Salinas de Gortari existió el llamadoSindicato de Gobernadores”, que estaba conformado por mandatarios de estados priistas.

Ante el enorme poder que tiene hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador, con control de la Cámara de Diputados y el Senado, era inevitable que los gobernadores opositores empezaran a coordinarse. Y con la crisis por el coronavirus, las distancias entre el centro y los estados sólo ha crecido.

Fue así como, el año pasado, inició la nueva historia de una alianza entre mandatarios estatales, en su mayoría del PAN, después de que Jaime Rodríguez de Nuevo León, el priista Miguel Riquelme de Coahuila y el panista Francisco García Cabeza de Vaca de Tamaulipas, firmaron un acuerdo para enfrentar la inseguridad en el norte del país.

Estos tres gobernadores formaron un frente político a pesar de sus diferencias ideológicas, decididos a empujar el desarrollo económico y fortalecer el pacto fiscal, el cual sirve para repartir de manera “equitativa” los impuestos recaudados en todo el país.

El grupo creció a cinco mandatarios cuando se unieron el panista José Rosas Aispuro, de Durango y el perredista Silvano Aureoles, de Michoacán. Después se integraron Enrique Alfaro, de Jalisco y de Movimiento Ciudadano; el priista José Ignacio Peralta, de Colima; los panista Diego Sinhue Vallejo, de Guanajuato y Javier Corral, de Chihuahua.

Los últimos en sumarse han sido los panistas Martín Orozco, de Aguascalientes, y Francisco Domínguez, de Querétaro, así como el priista Juan Manuel Carreras, de San Luis Potosí. 

Juntos se autonombraron “Alianza Federalista”, con el lema “resistir en unidad, nuestra mayor fortaleza”, que hasta el momento integra a doce mandatarios de oposición. Ninguno es de Morena.

Este bloque no sólo anunció su salida de la Conferencia Nacional de Gobernadores, creada durante el sexenio de Vicente Fox, también ha criticado el desempeño que ha tenido el gobierno federal frente al coronavirus. Incluso, ha pedido la renuncia de Hugo López-Gatell al criticar el manejo de la emergencia sanitaria. Aunque de esta última exigencia, Javier Corral se deslindó. 

Los motivos que unen a la Alianza Federalista no parecen ser compartidos por López Obrador. Como tampoco la demanda de reconsiderar el presupuesto para el próximo año, pues ya respondió que su administración no les debe nada. 

No sería la primera vez que mandatarios estatales señalan su desacuerdo con la distribución de los recursos públicos que se recaudan en el país, aunque tampoco se comprometen a incrementar su recaudación, y con ello, depender menos de los fondos federales.

Pero curiosamente, muchos de los reclamos que estos gobernadores le hacen al gobierno federal aplican para sí mismos en sus estados. No son pocos los señalamientos en su contra de falta de transparencia, mal uso de los recursos públicos, pésimo manejo de la pandemia y uso discrecional de las herramientas de gobierno. Como dice el dicho, estos políticos quieren que se “haga la ley, pero en los bueyes de mi compadre”.

Con cada uno de estos enfrentamientos se exhiben las diferencias entre el gobierno central y los estados. 

Pero lo cierto es que lo que menos necesita el país es más confrontación y polarización, en cambio, urge diálogo y reconciliación. Sobre todo, ahora que vienen las elecciones del próximo año.

Se esperaría que la creación de esta llamada “alianza” no responda sólo a intereses personales y partidistas, sino que construya acuerdos en beneficio de la población mexicana, quien ansiosamente espera soluciones, resultados y medidas que alivien el desastroso escenario que se vive por la pandemia. 

Por eso, esta semana en Cuestione investigaremos la importancia de nuestra federación, estudiaremos las propuestas y reclamos de los gobiernos que desafían al poder central, para tratar de entender si esta nueva agrupación política representa un verdadero contrapeso y un organismo para construir acuerdos que cambien el rumbo de México.

Al final, la fuerza de los gobernadores podría ser uno de los últimos contrapesos al poder presidencial. ¿Se estará construyendo realmente un nuevo federalismo en México?

La editorial anterior: Una oposición estridente pero vacía

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