Crisis económica por COVID-19

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Sí, así: simplemente cerraron. 

Cerraron sus fronteras. Cerraron sus vidas cotidianas. Cerraron bares, cafeterías, cines, calles…

Países enteros cerrados para tratar de contener la propagación del ya famoso COVID-19 que, en unas cuantas semanas, ha infectado a más de 200 mil personas en todo el mundo y cobrado la vida de más de 8 mil. 

La respuesta de los países ante la propagación del coronavirus ha sido variada. 

China cerró y aisló ciudades enteras, particularmente aquellas donde había brotes más severos, incluso aisló provincias, pero no todo el país. 

Logró ya contener el índice de contagios, aunque sigue siendo el país con más casos.

En Corea del Sur ocurrió algo similar: aislaron ciudades y regiones, pero no al país entero.

En cambio, en Europa, la vida se ha detenido. Italia es el segundo país con más casos y muertos, y hoy tiene sus actividades paralizadas. Aún así, la semana pasada rompió récord de defunciones por el COVID-19 para un solo día, cuando murieron casi 500 personas.

Las medidas que han empleado los gobiernos del mundo buscan, por un lado, detener el avance de la infección y, por otro, detener el colapso de sus economías. 

En México, el gobierno ha sido criticado por algunos sectores que querían que se iniciara el aislamiento de personas desde mucho antes de lo que pretenden las autoridades. 

Pero el presidente ya dijo por qué no ha tomado esa decisión aún: 

Defender la economía parece sensato. Andrés Manuel también dijo ese día que 

Eso sí, el presidente descartó que su gobierno vaya a otorgar estímulos fiscales a los empresarios para hacer frente a la crisis que frenará la economía cuando en México lleguemos a la famosa Fase II de contingencia del coronavirus.

El problema es, para variar, que la realidad tiene otros datos. 

Cuando empezó esta crisis, México ya traía números rojos, y ahora está empeorando.

El petróleo está en su nivel más bajo desde el año 2002 y el dólar ya ha alcanzado máximos históricos.

El crecimiento de la economía mexicana está detenido desde la llegada de AMLO al poder. 

Esto es en parte porque se han frenado proyectos clave y estratégicos como el Aeropuerto de Texcoco o las inversiones de empresas privadas en energías tanto limpias como derivadas de los hidrocarburos.

Estas medidas han desgastado el nivel de confianza de nuestro país en los mercados internacionales. 

Y, por si fuera poco, el año pasado utilizó la mitad de un fondo que tiene el gobierno para afrontar emergencias económicas. 

Casi la mitad. 

Por si esto fuera poco, ha comenzado a crecer el miedo. 

La paranoia generalizada no ayuda en nada. 

No solo eso: está haciendo de esta crisis, un reto aún más difícil de atacar.

La paranoia es una pésima consejera en estos caso, y más aún si viene de personas que no son expertas en el tema, por lo que se vuelve vital buscar información de personas e instituciones especializadas. 

Y es que como dice Jeh Johnson, quien fuera secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos en la época de Barack Obama: 

“las reacciones no siempre son las mejores acciones”. 

Ante este escenario, en Cuestione consultamos a expertos que nos ayudarán a entender y, si es posible, medir el daño que podría sufrir la economía mexicana en caso de que se tenga que cerrar por completo al país durante días o semanas. 

Además, les preguntaremos cuáles deberían de ser las medidas óptimas para enfrentar la crisis y las necesidades que tienen las diferentes industrias y servicios en nuestro país, ante la tormenta económica que se aproxima.

El problema es grave. Si bien la crisis por el coronavirus ha llegado a México y se debe enfrentar de la mejor manera para no saturar los precarios servicios de salud que tenemos, es también cierto que si el gobierno no hace lo necesario, la economía y el bolsillo de las mexicanas y los mexicanos podría sufrir unos de los golpes más duros de su historia.

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