Crisis de Estados Unidos ¿es crisis para México?

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La relación entre México y Estados Unidos es una de las más complejas y tensas en el mundo, y se remonta a varios siglos atrás. Compartimos una frontera de más de 3,000 kilómetros, y estamos profundamente vinculados por factores económicos, culturales y políticos.

Los temas de migración, economía y seguridad dependen en gran medida de que podamos trabajar juntos y en coordinación. Pero las realidades políticas de cada país hacen esto muy complicado.

Esto se ha hecho evidente en las controversias en torno al fentanilo, el uso de la Guardia Nacional como un muro de contención de migrantes y las disputas sobre supuestas violaciones al T-MEC.

Es una relación de alta codependencia. Por ejemplo, en estos momentos Estados Unidos enfrenta una crisis política cuyas consecuencias pueden tener un alto impacto para México. 

Janet Yellen, secretaria del Tesoro de Estados Unidos, envió una carta a republicanos y demócratas en la Cámara de Representantes para pedirles que aprueben o suspendan el techo de deuda, que en enero de 2023 alcanzó los $31.4 billones de dólares.

Si no lo hacen, el gobierno liderado por Joe Biden podría quedarse sin dinero para cumplir con sus obligaciones legales y poder pagar los beneficios del Seguro Social y Medicare, los salarios de los militares, los intereses sobre la deuda nacional, los reembolsos de impuestos y más.

De no aprobarse este endeudamiento, ese país corre un alto riesgo de caer en una recesión. ¿Qué va a pasar con México? De entrada impactará directamente en nuestra economía. 

Pero además compartimos una agenda delicada con el país del norte. Si Estados Unidos se queda sin recursos ¿qué va a pasar con los acuerdos para combatir los cárteles del crimen organizado, el tráfico ilegal de armas y la migración?

Otro tema importante es que el 11 de mayo de 2023 llega a su fin la medida del Título 42 que fue impuesta en el gobierno del ex presidente Donald Trump al inicio de la pandemia por COVID-19 para prohíbir la entrada de personas que “potencialmente representan un riesgo para la salud”.

Era parte del discurso patriótico que es tan rentable para los líderes políticos: defiendo a mi gente. Trump lo usó porque le daba a sus seguidores un enemigo: los migrantes, los extranjeros. 

En México hemos visto el mismo discurso nacionalista: el presidente López Obrador nos habla de que somos un país soberano y que no aceptará el injerencismo en términos de seguridad, y ni siquiera acepta que instituciones de ese país financien a organizaciones sociales que investigan la corrupción o promueven la transparencia.

El debate sobre los cárteles y en particular el fentanilo le dio a legisladores conservadores de Estados Unidos una herramienta para parecer “duros contra el crimen”; al mismo tiempo, le dio material al gobierno de México para mostrarse como el defensor de la soberanía nacional. Pero la verdad, al final del día, ninguno de los dos países puede resolver esa crisis sin colaborar.

Es una relación tirante de amor-odio, en la que siempre un lado empuja, el otro responde, pero después se expresan respeto y confianza. Así, es una historia de contradicciones, siempre contaminada por el impulso de los gobernantes de quedar bien con su patria mostrándose desafiantes para al final llegar a un acuerdo. A veces bueno, a veces malo, pero siempre termina en un acuerdo.

La famosa frase que se le atribuye a Porfirio Díaz en realidad es del intelectual Nemesio García Naranjo: “Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos”.

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