La cultura de la prohibición

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Nuestro presidente, el “liberal de izquierda”, el de “prohibido prohibir”, ha amenazado con iniciar una nueva prohibición: la del fentanilo de uso médico. Esto en medio de la controversia con Estados Unidos por el tráfico de esa droga.

Y es cierto que cientos de miles de personas mueren en ese país a causa del fentanilo, mucho del cual viene de grupos criminales de nuestro país. Pero hay una diferencia fundamental entre lo que producen los laboratorios clandestinos y lo que se usa bajo prescripción y vigilancia médica.

En México, la prohibición del fentanilo para uso médico generaría un problema grave debido a que esta sustancia es un analgésico extremadamente efectivo que se utiliza comúnmente en el tratamiento del dolor intenso, especialmente en pacientes con cáncer.

El fentanilo es un opioide sintético que actúa sobre el sistema nervioso central para aliviar el dolor. Es altamente potente y se usa en dosis muy pequeñas para lograr su efecto analgésico. Sin embargo, también tiene un alto potencial de abuso y puede ser peligroso si se usa incorrectamente o se abusa de él.

Esta prohibición, desde la perspectiva médica, podría tener graves consecuencias para los pacientes que dependen de este medicamento para controlar su dolor. Los pacientes con enfermedades graves como el cáncer pueden experimentar un dolor intenso y debilitante, y el fentanilo es una de las pocas opciones de tratamiento que les proporciona alivio.

Médicos que Cuestione ha consultado aseguran que su prohibición súbita crearía un desabasto de analgésicos, lo que incluso podría impedir cirugías urgentes. Esto pondría a muchas personas enfermas en riesgo.

Además, prohibir esta droga para uso médico podría llevar a un aumento en el uso de opiáceos más peligrosos y menos efectivos, lo que podría tener consecuencias graves para la salud de los pacientes. Por ejemplo, algunos pacientes podrían verse obligados a recurrir a drogas ilegales para controlar su dolor, lo que aumentaría el riesgo de sobredosis y otras complicaciones de salud.

El fentanilo que trafican los grupos criminales, además, ya está prohibido. El que usan los médicos está controlado y vigilado. De modo que la idea de prohibir su uso de golpe no sólo no va a resolver el problema del tráfico, sino que incluso lo puede incrementar. 

Pero una vez más estamos viendo que se plantean supuestas soluciones que no responden ni a una estrategia, ni a información precisa, sino a la necesidad de controlar la narrativa. López Obrador lleva muchos días aprovechando los ataques de congresistas republicanos en torno a su falta de efectividad en la lucha contra el narcotráfico para fomentar la noción patriótica y soberana de que defenderá a México del agresor extranjero. Esa lógica siempre es útil para aglutinar a las bases en torno al gran patriota.

Pero la verdad es que este caso solo ha demostrado que una de las reacciones espontáneas de este gobierno ante cualquier problema no es resolverlo de fondo, sino recurrir a algún acto efectista como “prohibirlo”.

Eso, en contra de todas las tendencias globales de avanzar hacia la regulación de las drogas o el aborto, que son cosas que existen y seguirán existiendo, pero en la medida que estén legisladas y controladas representarán un riesgo menor para la población.

¿Por qué el gobierno de izquierda no avanza en regular el cannabis? Tiene la mayoría para hacerlo, la exigencia de la Suprema Corte de hacerlo, y sin embargo carece de algo: la voluntad política. Si no ha sucedido hasta ahora, es porque en Palacio no quieren.

La cultura de la prohibición se extiende a muchas otras cosas: los vapeadores, los lugares en que se puede fumar y hasta el maíz transgénico. Es una lógica restrictiva que no resuelve el problema de fondo.

Porque sí, los vicios son malos. Es malo el tabaco, los vapeadores, las drogas. Pero abunda la evidencia de que las prohibiciones funcionan mucho peor que otra cosa: la educación.

Una población adulta que entiende los riesgos de lo que hace, que sabe que se expone a ciertos peligros, será más madura que una que solo sabe que le prohibieron “hacer algo”.

Las sociedades libres, informadas y responsables crean ciudadanía.

Las que son reprimidas y tratadas como niños, harán exactamente eso: portarse como niños.

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