El INE no se toca… ¿en serio?

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Hace muchos, muchos años, las elecciones las organizaba el gobierno. Por ejemplo, hubo una época en que el secretario de Gobernación era el presidente de la Comisión Nacional Electoral, que así se llamaba. A Manuel Bartlett, el actual director de la Comisión Federal de Electricidad, le tocó organizar las elecciones de 1988, esas en las que se calló y se cayó el sistema.

Desde entonces hasta ahora han habido casi tantas reformas como elecciones presidenciales. Nacieron el Instituto Federal Electoral y luego el Instituto Nacional Electoral

Ése al que ahora, dicen, no se toca, ante el “embate del autoritarismo”.

En esa discusión, que se ha vuelto totalmente monolítica, nadie tiene razón.

Quienes marcharon ayer lo hicieron pensando no solo en que están salvando de la destrucción al INE, sino luchando por la democracia, la Constitución, la bandera y, casi casi, por la patria.

Y quienes han criticado, atacado y descalificado la marcha de ayer, aseguran que las y los manifestantes son una bola de corruptos, fifís… ciegos que solo quieren ayudar a Lorenzo Córdova a conservar sus privilegios. 

Estas dos posiciones extremas, antagónicas y radicalizadas llevan semanas no solo faltando a la verdad sino exagerándola y distorsionándola.

Todo este asunto tiene su origen en una iniciativa de ley en la que la 4T propone hacerle modificaciones a nuestro actual modelo electoral: quieren quitar los legisladores que se eligen por voto directo y dejar solo a quienes lleguen por lista a las Cámaras. También buscan reducir el presupuesto del INE y cambiar el método de elección de los consejeros de ese organismo. 

No han planteado la desaparición del INE, sino modificar la manera en que gasta, funciona y opera nuestra democracia.

En el caso de los diputados y senadores elegidos por representación proporcional tendríamos que pensar en qué tanto ha funcionado este modelo para mejorar la calidad de vida de las y los mexicanos, lo que tendría que ser su máximo objetivo. Y si no ha sido exitoso, tendríamos que preguntarnos: ¿por qué no mejorarlo?

¿Reducir el presupuesto del INE es posible o suicida? Por supuesto que es perfectible. No solo tenemos que hablar de los excesos que disfrutan las y los consejeros. Y no estamos hablando solo del sueldo, sino de esos gastos que los separan de la gran mayoría de la población, como ese dinero que gastan en tintorería y que pagamos todas y todos. 

¿El INE debería mejorar sus procesos para gastar menos en cosas que no necesita la democracia mexicana? Sin duda.

La cosa del presupuesto es más compleja porque nadie quisiera que dinero de procedencia ilegal llegara a nuestros sacrosantos partidos políticos. Pero el hecho es que con todo y los supuestos candados y el financiamiento público que hoy existe, el dinero sucio llega a los partidos.

Entonces, claramente, el problema no es el marco legal sino la voluntad de los dirigentes para torcer la ley. ¿Y es eso lo que tenemos que seguir financiando? Lo que tendríamos que hacer es dejar de pagarles de nuestro dinero y poner controles para que no reciban ni efectivo ni financiamiento ilegal. Que los sobres amarillos dejen de existir.

Que las y los consejeros sean elegidos por voto directo para librarse del yugo de los partidos políticos es altamente cuestionable, pero no debería descalificarse nada más porque nuestra democracia es incipiente, sino tratar de perfeccionarla en el camino.

Por desgracia, la insípida respuesta de la oposición ha sido el grito de: al INE no se toca.

Y ésa es una consigna vacía. Porque las instituciones en una democracia no son monolíticas. Es más, tratar de frenar la evolución de las instituciones debería considerarse antidemocrático. 

Porque si no hubiera sido así a lo largo de nuestra historia, las elecciones las deberían seguir organizando Bartlett y su Comisión Nacional Electoral y por supuesto que nadie quiere que eso suceda.

El planteamiento de Morena y del gobierno no es perfecto y debería revisarse, pero la oposición ha sido terriblemente simplona a la hora de construir una propuesta alterna.

A todas y todos esos defensores de la democracia se les olvida que la democracia moderna es justamente eso: la voluntad de las mayorías. Se les olvida que toda institución es perfectible y que las instituciones se modifican con base en la voluntad de las mayorías.

Si hay cosas que cambiarle a la propuesta oficial, hay que presentar argumentos. Pero la oposición se ha concentrado en presumir sus propias limitaciones intelectuales. 

Porque lo que tendríamos que decir es: al INE sí se le toca. Se le ha tocado antes, varias veces, y se le debería seguir tocando en el futuro para mejorarlo y adaptarlo a los tiempos políticos. Y también a la Suprema Corte y a la Presidencia y a cualquier institución porque al fin y al cabo son organizaciones que deberían estar al servicio de la ciudadanía, no de los gobiernos, no de los partidos políticos, no de los millonarios

El INE, la Corte, las cámaras de Senadores y Diputados, el Presidente y el resto de las entidades del Estado sí se tocan. Se tocan si queremos seguir construyendo democracia

No nos confundamos.

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