Las deudas de la agenda liberal

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Una de las ideas que hizo que mucha gente se entusiasmara con el proyecto del gobierno actual fue su promesa de avanzar la agenda de libertades y derechos.

Durante la campaña, muchos votantes de López Obrador asumieron que impulsaría el avance de temas progresistas como el matrimonio igualitario, la legalización del aborto o la despenalización de las drogas.

Sin embargo, muy pronto fue evidente que esos temas estaban lejos de las prioridades presidenciales: la respuesta del presidente ante los reclamos de quienes le pedían que cumpliera con su promesa de avanzar en la despenalización del aborto, por ejemplo, fue que lo llevaría a consulta.

Pero los derechos no se consultan. Las obligaciones del Estado mexicano en esta materia son claras y están plasmadas en la Constitución y en los tratados internacionales de derechos humanos. Una de esas obligaciones es la de garantizar los derechos a través de leyes o políticas públicas, entre otras acciones.

Por eso fue una muy buena noticia que la semana pasada los congresos de Guerrero, Tabasco y Tamaulipas aprobaran cambios en sus códigos civiles para permitir el matrimonio igualitario.

Con esos cambios ya no hay ningún estado del país que falte de armonizar sus leyes con lo establecido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación la cual, desde el año 2012, ha insistido en que definir el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer es inconstitucional porque discrimina a las parejas del mismo sexo.

Hoy cualquier persona puede casarse con quien le dé la gana y en donde ella quiera sin tener que recurrir a amparos u otros recursos legales como se tenía que hacer antes.

Y pese a que es momento de celebrar, también lo es de tener claridad sobre todo lo que falta por avanzar. 

Para empezar, en la agenda legislativa de la comunidad LGBT+ hay varios pendientes. Uno de ellos es la prohibición de las terapias de conversión mediante las cuales se busca “curar” a las personas homosexuales bajo el supuesto erróneo de que están enfermas. 

La iniciativa de ley que prohíbe y penaliza estas prácticas fue aprobada por el Senado hace unas semanas y enviada a la Cámara de Diputados para su discusión y votación.

Pero también están pendientes otras reformas como una que reconozca la nueva identidad de las personas transexuales y trangénero, quienes todavía no pueden cambiar su nombre y su género en once estados. 

También está pendiente una reforma que tipifique los crímenes de odio hacia las personas LGBT+ para que se puedan implementar políticas públicas específicas que los prevengan y reduzcan, como sucedió con el tema de los feminicidios. 

Además, hay otras reformas que siguen pendientes para garantizar que las y los ciudadanos podamos vivir como se nos dé la gana sin intervención del Estado. Una de ellas es la de despenalizar las drogas que, en el caso particular de la marihuana, no ha avanzado en el Congreso a pesar de que la Corte ha insistido en varias ocasiones que debe ser despenalizada.

Otra es la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo, la cual ha ido avanzando en algunos estados, sin que se observe un apoyo claro de la federación.

Y es que para entender lo lejos que están estas reformas de las prioridades del gobierno actual basta seguir la campaña del secretario de Gobernación en los estados para impulsar la aprobación de la ley que amplía hasta 2028 la permanencia de la Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública. 

El secretario Adán Augusto López ha visitado varios congresos estatales para pedirle a las y los legisladores que aprueben esa reforma constitucional. 

Por el contrario, ningún funcionario del gobierno federal ha hecho gira alguna para promover las reformas que amplíen las libertades. 

Es momento de celebrar que al fin se aprobó el matrimonio igualitario en todo el país. Pero también es tiempo de redoblar esfuerzos para seguir exigiendo que todas las personas puedan ejercer sus libertades hasta el máximo de sus posibilidades. 

De otra manera, seguiremos dejando que el Estado nos diga qué podemos y qué no podemos hacer, en lugar de disfrutar la responsabilidad de vivir en plena libertad.

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