En enero de este año asesinaron a 302 mujeres en México, casi 10 al día.
Este número, que como sociedad nos debería tener indignados, ya no escandaliza ni logra primeras planas. Pero piensa hoy, cuando te vayas a dormir, que tan solo este día asesinaron a 10 mujeres y que así lleva pasando los últimos cinco años. Lo peor es que así será todos los siguientes días. Es una tragedia a la que no se le ve el fin.
¿Por qué tenemos miedo de salir a las calles? Porque además 66% de las mujeres de 15 años y más han experimentado, al menos, una situación de violencia a lo largo de su vida.
Como si no fueran suficientes estos datos, las mexicanas tenemos que lidiar con otras tragedias: la sociedad que banaliza las violencias y la justicia que las ignora.
La violencia contra las mujeres, no distingue nada: ni dónde estudiaste, ni la familia de donde vengas, ni tu nivel socioeconómico: no respeta nada, ni privilegios, ni si tienes primaria o doctorado o si eres de papás casados o divorciados o donde vivas, nada. Es como un cáncer que no tiene consideración con nadie.
En todos los países del mundo existe el fenómeno de la violencia de género, pero el nuestro se encuentra entre aquellos que presentan las cifras más alarmantes, y esto se debe, en gran medida, a la impunidad como resultado de un sistema de impartición de justicia disfuncional, pero también a la normalización de las violencias machistas.
Es decir, la solución a este problema requiere de un esfuerzo que va más allá del Estado y de las organizaciones sociales.
Es urgente una transformación profunda de los valores culturales que promueven el machismo, porque la normalización de estas violencias machistas debe de condenarse por la sociedad en su conjunto, es una responsabilidad de todos y de todas.
Es cierto que los gobiernos nos deben políticas públicas que nos ayuden y apoyen a combatir la violencia de género, pero tampoco los medios de comunicación, las empresas, las escuelas, las instituciones han hecho su parte.
Sería importante recordar, y que no se dice comúnmente con todas las letras, que es momento de que los hombres desde el privilegio, condenen las violencias machistas que ven en su entorno, las que les comentan otros hombres para que les celebren o apoyen.
Es momento para los hombres de reinventarse y de mostrar las muchas masculinidades que existen; lo primero es reconocer lo que no se quiere: muchos viven una masculinidad incapaz de sentir empatía, una masculinidad que busca inspirar miedo.
Porque no merecemos vivir en un México donde el año pasado desaparecieron 3,141 mujeres que hasta el momento no han sido encontradas. Porque queremos dejar de ser una estadística más. Porque hay países que todavía no poseen leyes que protejan a las mujeres de la violencia doméstica.
Porque en el mundo una de cada tres mujeres experimenta violencia física o sexual cada año. Porque México es uno de los países del mundo con mayor incidencia de feminicidios y de trata. Porque cada año se producen millones de abortos en todo el mundo en condiciones precarias y sin garantías mínimas de seguridad y protección.
Por estas razones, que la conmemoración del próximo 8 de Marzo -Día Internacional de la Mujer- sea por las que no están, por nuestras luchas y nuestras conquistas; por las que vienen, nuestras hijas, nuestras nietas.
Sigamos exigiendo un mundo más seguro, más igualitario y más respetuoso hasta que se entienda que la desventaja en la que hemos vivido las mujeres es la razón por la que elevamos un reclamo justo de todas las formas posibles. Así será hasta que nos escuchen.
