Mientras la reforma energética se robaba los reflectores, en la Cámara de Diputados aprobaron la semana pasada la llamada miscelánea fiscal para el próximo año. ¿Por qué nos debe importar tanto o más que la reforma eléctrica?
Bueno, pues porque la Ley de Ingresos afecta directamente a tu bolsillo y el año que entra, además, golpeará las finanzas de las organizaciones de la sociedad civil que atienden, por ejemplo, a las personas de escasos recursos.
El problema es que la nueva miscelánea fiscal contempla un par de medidas francamente violentas: por un lado, obligará a todas las personas mayores de 18 años a inscribirse ante el SAT y tramitar su RFC; por el otro, recortará el porcentaje del ingreso que una persona puede deducir.
Antes, si uno aportaba dinero a, digamos, una asociación para atender a niñas y niños con cáncer, podía deducir cierto porcentaje, además de lo que ya se deducía: seguros, una parte de las colegiaturas, ese tipo de cosas.
Ahora, todo lo que se busque deducir caerá en un solo rubro para el SAT, lo que seguramente reducirá el monto que las personas solían donar. Esto podría costar miles de millones de pesos a esas organizaciones que prácticamente viven de las donaciones.
Estos dos nuevos detalles aprobados por los diputados afines al gobierno no son menores.
Y es que, como suele pasar cuando se toman este tipo de decisiones, ahora que el gobierno ha obtenido una nueva herramienta para mantener vigilada a la ciudadanía no se dará marcha atrás a la medida.
No es la primera vez que pasa. En la década de los 60, el gobierno creó un impuesto temporal para ayudar a financiar, se dijo, los Juegos Olímpicos de 1968. Se le conoció como Tenencia y ya todos sabemos que, casi 45 años después de que terminaron las olimpiadas, la seguimos pagando en una u otra forma.
A finales del siglo pasado volvió a ocurrir: los diputados del PRI aprobaron incrementar el porcentaje del IVA de 10 a 15%. Se nos dijo que era para tratar de salir de la crisis económica de 1995. 25 años después, el IVA no ha regresado a los niveles en los que estuvo durante casi todo el siglo XX.
O, por ejemplo, ahí tenemos el pacto fiscal que tanto han criticado algunos gobernadores porque alegan que reciben menos dinero del que entregan a la federación a través de los impuestos.
Medidas todas supuestamente temporales pero que terminaron por convertirse en permanentes.
Los gobiernos no tienen incentivos para vigilar menos o cobrar menos impuestos a la ciudadanía. Si una mayoría legislativa como la que tiene ahora Morena logra hacer cambios que les permitan tener mayor control sobre la gente, no va a haber partido opositor que lo cambie en caso de llegar a tener el poder.
Y si el gobierno decide impedir que las organizaciones de la sociedad civil ayuden a personas necesitadas, con lo que fortalece la capacidad del propio gobierno de utilizar los apoyos sociales a cambio de votos, no va a haber partido que quiera perder esa maquinaria una vez que haya llegado al poder.
Este gobierno prometió que no subiría impuestos, pero se ha empeñado en endurecer las reglas existentes y tratar de cobrarles más dinero a todas las personas sin importar los ingresos que estas tengan. Ahora, además hará obligatorio el registro ante el SAT y buscará acumular más poder asfixiando a las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, sigue sin dar un paso decisivo: combatir la informalidad y hacer crecer al número de personas que pagan impuestos legales.
En Cuestione creemos que la relación de subordinación debe ser del gobierno con la ciudadanía y no al revés. Ya es momento para que no se nos trate como menores de edad y mucho menos para que el Estado trate de controlar todos los aspectos de nuestras vidas.
Lo que esta miscelánea fiscal ha mostrado es que el gobierno pareciera querer caminar mucho más en ese sentido: el de la vigilancia, la asfixia y el terrorismo fiscal.
Por eso analizaremos esta semana las alternativas que como sociedad tenemos, las buenas y malas prácticas fiscales de este y otros gobiernos en otros países del mundo.
Porque no podemos ni debemos permitir que el gobierno intente interferir aún más en nuestras vidas.
