Morena, el enemigo está adentro

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En los últimos ocho años, Morena pasó de asociación civil a partido gobernante y hegemónico, gracias a la abrumadora victoria en la elección presidencial de 2018. Pero el partido que arrasó en ese proceso electoral ahora se encuentra en medio de una fuerte crisis. Tan es así, que no puede ni siquiera renovar su dirigencia.

Esto es importante para toda la ciudadanía por dos razones. Uno, quién dirija lo que hoy es el partido más importante de México podrá influir en las casi 22 mil candidaturas en juego, determinando quién nos represente en todos los niveles.

Dos, tendrá acceso a recursos millonarios, tanto públicos como privados, para hacer campañas, empujar agendas y fomentar influencias. Estamos hablando de mucho dinero bajo el control de una sola persona. Pero es un partido en crisis.

En cinco años, Morena ya ha tenido tres presidentes. La primera gran fractura vino después de que López Obrador asumió el gobierno y la presidenta interina se negó a dejar el puesto. Ahí empezó el conflicto. El presidente actual de Morena acusó a Yeidckol Polevnsky, la sucesora de AMLO, de un fraude millonario.

El conflicto para la elección interna creció tanto que no se pudo resolver dentro del partido y llegó hasta el Tribunal Electoral, que impuso una encuesta, no prevista en los estatutos de Morena, para elegir a la próxima persona que dirija ese partido. Esto, para evitar una elección con sus bases y usando un padrón poco confiable.

A esto hay que sumar que Morena no tiene, realmente, una ideología. Es un delicado atado de grupos que piensan muy distinto, desde la ultra izquierda hasta la derecha conservadora, pero que están aliados por el acceso al poder. 

Por ejemplo, hay morenistas que se pronuncian a favor del aborto y el matrimonio igualitario, pero también quien considera que estas políticas no deberían de ser aprobadas.

Y qué decir de las peleas por controlar los grupos parlamentarios de Morena en la Cámara de Senadores, que evidenciaron los problemas que existían entre Ricardo Monreal y Martí Batrés.

Incluso, las declaraciones de Porfirio Muñoz Ledo, quien compite como candidato por la dirigencia nacional, contra el canciller Marcelo Ebrard, a quien amenazó con expulsarlo de la organización por tratar de imponer a una persona cerca a él, o sea, Mario Delgado, en la presidencia del partido. 

La amarga disputa por la elección la explica el poder y el dinero. Quién gobierne ese partido tendrá acceso a un presupuesto titánico y a la designación de los candidatos a puestos de elección popular que se disputarán en 2021.

Morena busca conservar o ampliar su mayoría legislativa en las elecciones del próximo año en la que se renovarán 15 gubernaturas, la Cámara de Diputados y se elegirán a más del 70 por ciento de las personas que integran congresos locales y ayuntamientos municipales.

Esta elección no solo será la más grande de la historia sino que determinará, en buena medida, el futuro del país y la vida de las y los mexicanos.

Cuesta trabajo imaginar que el Movimiento de Regeneración Nacional llegue unido y saludable a las elecciones intermedias del siguiente año. Sobre todo porque pareciera estar repitiendo viejos vicios del PRD y del PRI, partidos a los que Morena robó muchos militantes, como la descarnada pelea entre grupos políticos que buscan, a como dé lugar, la dirigencia porque en ésta ven un botín político y económico.

Esos mismos grupos a los que, pareciera, lo único que los une es la lealtad ciega que le tienen a su fundador. Y que, además, siguen repitiendo viejos vicios: no tienen reglas claras, hay poca capacidad de organización y negociación, además de que están lejos de una consolidación institucional. Es la política de la autodestrucción. 

Habrá que esperar si la respuesta de la población favorece al Morena de 2020 como le favoreció en 2018, cuando prometía muchas cosas que hoy, sabemos, no se han cumplido. 

Por todo eso, esta semana en Cuestione estudiaremos cuáles son los efectos de que un partido tan joven pero tan poderoso sufra estos niveles de crisis, de riñas y una carencia de ideas, además de las acusaciones por corrupción que carcome las entrañas de quienes se autoproclamaron “La esperanza de México”.

PROMO: ¿Cuáles serán las consecuencias para el país que el partido en el poder esté sumido en una fuerte crisis interna? En este video te contamos qué está en juego.

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