Nuestras libertades pendientes

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Las últimas semanas, las discusiones políticas se han enardecido: la Revocación de Mandato, la Reforma Eléctrica, el Tren Maya, la pelea entre el presidente López Obrador y Loret de Mola o el escándalo familiar del fiscal Gertz Manero que tuvo que resolver la Suprema Corte… 

Todos temas que parecen de la mayor trascendencia para el país y por los que parecería que se nos tiene que ir la vida.

Y mientras discutimos estos asuntos que al final son lejanos a nuestra vida cotidiana, hay prohibiciones que afectan nuestro día a día y restringen nuestras libertades y que están lejos de las “grandes discusiones nacionales” y de las agendas de los políticos.

En lo que discutimos si las obras del Tren Maya deforestarán 2,500 hectáreas, cada año las actividades ilícitas como la tala ilegal son causa de que se arrase con 130,000 hectáreas de bosques y selvas al año. 

O mientras que el gobierno se esfuerza en decir que las feministas están infiltradas por sus protestas, no hace nada por despenalizar el aborto y miles de mujeres siguen muriendo por interrumpir embarazos de manera clandestina o son criminalizadas por ejercer sus derechos.

¿Por qué los políticos no discuten sobre las cosas que nos afectan día con día? Esta es la verdad: no les interesa.

El presidente López Obrador lo dejó claro hace unas semanas cuando dijo que la despenalización de los plantíos de marihuana y amapola no avanza porque dentro de su gobierno no hay consenso a pesar de que había sido una promesa de campaña para pacificar al país. 

¿Es en serio? ¿Después de tres años de un gobierno que prometió dejar de meter a la cárcel a campesinos por cosechar estas plantas no se puede avanzar en ello? 

También ha quedado claro que ni al Ejecutivo ni al Legislativo les importa el tema del aborto, o por lo menos está muy lejos de sus prioridades. Es decir, a pesar de que la Suprema Corte sentenció que fuera despenalizado, las iniciativas se siguen acumulando en el Congreso sin que haya la voluntad política para aprobarlas.

¿Dónde están los principios liberales de un gobierno que supuestamente está transformando al país cuando no puede garantizar que las mujeres ejerzamos nuestros derechos y libertades de manera plena?

Desde que somos concebidos, el Estado mexicano regula aspectos de la vida humana en los que no tendría por qué meterse. Prohibir el aborto, por ejemplo, atenta contra la libertad de decisión de las mujeres y nos expone a riesgos innecesarios.

Esa intromisión sigue presente incluso hasta la muerte. A nivel federal todavía es ilegal que decidamos cómo morir, a pesar de que en la Ciudad de México la ley permite expresar de manera anticipada la voluntad de no prolongar la propia vida de manera artificial y garantiza la ortotanasia o muerte correcta.

Y no solo en los extremos de la vida. El Estado restringe las libertades en cada etapa de nuestra existencia y, en muchos casos, de manera absurda: un ejemplo es la ley seca que se impuso el fin de semana pasado, una práctica a todas luces paternalista y obsoleta.

En Cuestione estamos convencidos de que las personas son capaces de autodeterminarse en cada etapa de la vida; sobre todo, cuando son adultas. El Estado no debe restringir las libertades de ningún tipo porque la democracia requiere de una ciudadanía plena que no esté atada por controles innecesarios.

De lo contrario, entre más restricciones dejemos que nos imponga el Estado, más logrará convertirnos en súbditos y no en soberanos de nuestra propia vida. Y ya estamos grandecitos para estar siendo regañados por papá gobierno.  

Por esas razones, esta semana revisaremos cuáles son las libertades que siguen pendientes para poder realmente actualizar todos los potenciales humanos sin estar siendo constantemente restringidos por el Estado. Porque sin libertad no hay verdadera ciudadanía y sin eso la democracia, muy rápido, se pervierte en tiranía.

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