El problema no es la democracia, son los partidos y los políticos

Compartir:

- Advertisement -

Felipe Calderón, Elba Esther Gordillo y muchos otros viejos políticos apostaron a que podrían volver a vivir del presupuesto del gobierno, a través de sus partidos políticos. Por ahora, el INE no les dio el registro, pero ha llegado el momento de hablar de lo que nos cuestan.

El próximo año, nuestros impuestos mantendrán a 8 partidos. Además de Morena, PRI, PAN, PRD, PT, Movimiento Ciudadano y Partido Verde, deberemos de pagar los gastos, sueldos y campañas políticas del Partido Encuentro Solidario, el evangelista aliado de Andrés Manuel López Obrador, conocido como PES y que perdió su registro en 2018.

¿Son muchos? ¿Son pocos? ¿Son caros? 

El problema no es ese, en realidad. Lo que de verdad debe preocuparnos es: ¿nos representan?

También puedes ver: AMLO continua en campaña, mientras México necesita un presidente

Veamos un ejemplo: la semana pasada, el PRI y el PT se pelearon por ser la tercera fuerza política en la Cámara de Diputados. Para ello, echaron mano de una triquiñuela que pinta de cuerpo entero a esos partidos y la clase política mexicana.

El PT, primero, traficó con algunas diputadas y diputados de Morena para que se pasaran a su bancada y se convirtiera, así, en la tercera fuerza de la cámara. Lo que buscaban era que Gerardo Fernández Noroña fuera el presidente de ese organismo legislativo

Pero el PRI no se quedó atrás: consiguió que diputadas y diputados del PRD se pasaran al PRI por tan solo ¡48 horas!

Una de las personas que se mudaron de bancada de manera temporal fue la diputada Abril Alcalá. Ella era militante del PRI hasta inicios de 2018. Ese año se cambió y fue candidata de Movimiento Ciudadano a la diputación del distrito federal 8 de Jalisco. 

También puedes leer: Morena busca reducir participación de la ciudadanía en la CDMX

Ese partido iba en coalición con el PAN y el PRD, así que, luego de ganar la elección, terminó en la bancada del Sol Azteca. El martes pasado se cambió a la bancada del PRI y el jueves regresó a la del PRD. 

En dos años, Abril ha estado en 4 partidos políticos

¿A quién representa, entonces, Abril? ¿A quién el resto de los diputados que cambian de partido e ideología de un día para otro?

El problema de la democracia mexicana no es si ésta resulta demasiado cara. El problema es el dineral que gastamos en los partidos políticos y la autoridad electoral, el INE. 

La construcción de nuestra democracia necesitó de un árbitro robusto y fuerte por la naturaleza tramposa de nuestros políticos. Eso está bien. De ahí a seguir manteniendo oficinas de lujo, asesores multimillonarios y a un árbitro que es, cada vez más cuestionado, hay un largo trecho.

 Lo mismo pasa con los partidos: la pluralidad mexicana no cabe, necesariamente, en dos o tres partidos políticos. Se entiende la necesidad de contar con instituciones políticas que reflejen las distintas realidades de México. 

Pero Calderón, Elba Esther, César Augusto, el PES y Pedro Haces son viejos reciclados de una clase política enquistada en el poder desde hace décadas y que, parece, no saben vivir de otra cosa que no sea de nuestros impuestos.

Un país de rodillas, económicamente hablando, no se puede dar el lujo de mantener el estilo de vida de políticos acostumbrados a viajar en aviones privados, helicópteros, a ocupar oficinas de lujo y a comprar edificios como si fueran papas fritas.

Incluso, el mismo presidente López Obrador ha llamado a reducir el financiamiento a los partidos, o a que donen parte de sus recursos para la crisis de salud. Es una buena intención, pero muy cómoda ya que estás en el poder, con un ejército de Siervos de la Nación promoviendo tu mensaje por todo el país.

La democracia mexicana no puede seguir siendo pretexto para el despilfarro. Es hora de analizar a nuestro sistema político y cambiarlo de fondo. Ejemplos hay muchos y soluciones distintas: desde replicar modelos como el estadounidense donde los partidos se sostienen, principalmente, de las donaciones de sus simpatizantes, hasta opciones de financiamiento público más modestas pero con obligaciones claras. 

En este caótico siglo XXI es fundamental defender la democracia, pero absolutamente inviable mantener a partidos multimillonarios a los que no hay crisis económica o de salud que les afecte.
Debemos revisar la historia de la lucha democrática en México y buscar opciones que le den viabilidad. Eso es lo que haremos esta semana en Cuestione. Ante el inicio del proceso electoral de 2021, fiscalizar a los partidos políticos, renovar a la clase política y salvar la democracia es una tarea urgente.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.