En medio de una serie de polémicas por contenidos reformados en los libros de texto gratuitos de la Secretaría de Educación Pública, la implementación de la Nueva Escuela Mexicana y el rezago educativo que ya se tenía antes de la pandemia, este lunes 28 de agosto de 2023 regresaron a clases millones de estudiantes de educación básica y preescolar para iniciar el ciclo 2023-2024.
Vamos por partes: comencemos por los libros de texto gratuitos que nacieron en medio de un ambiente caldeado por parte de padres de familia, docentes y organizaciones civiles, que señalan la presencia de erratas y la inclusión de contenidos considerados controversiales por un alto contenido ideológico.
La polémica entre si se educa con ellos o no este ciclo escolar ha desencadenado un freno judicial para suspender su distribución en el Estado de México, Chihuahua y Coahuila. En estados como Veracruz y Chiapas, pobladores han salido a quemarlos en las calles mientras la SEP y Presidencia impugnan para que sí lleguen los ejemplares a las escuelas de Chihuahua.
El Presidente dice que los libros de texto gratuitos tienen muchísimo menos errores que los de administraciones pasadas y que las acusaciones en contra responden a una campaña que busca “engañar” y “asustar” a madres, padres de familia y docentes quienes tildan su contenido de “comunista”.
Así está el panorama del regreso a clases, pero en realidad los errores y críticas a los libros de textos que se distribuyen en todas las escuelas primarias del país no es el único tema ni el más preocupante en este arranque escolar. Más bien se suma a los retos que enfrenta el sistema educativo mexicano que ha venido arrastrando por décadas, sexenios y del que no está exento este ciclo escolar.
Desde los años 70, por ejemplo, con Luis Echeverría en el poder, la UNAM advertía que si México continuaba con la misma inercia para revertir el rezago educativo, el escenario sería que para este año, el año 2023, habrían 29.7 millones de estudiantes rezagados.
La proyección poco optimista de la UNAM hecha hace cinco décadas fue casi profética. El número de mexicanas y mexicanos rezagados ronda hoy los 30 millones de personas; es decir, casi la tercera parte de la población mayor de 15 años está desactualizada.
A este escenario de deficiencia educativa se le suman más rayas al tigre.
En estos cinco años del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, México ha tenido tres secretarios de Educación. Especialistas advierten que por eso no existe continuidad en los proyectos, ni coordinación entre las áreas, ni hay relación entre el Plan Nacional de Desarrollo y el Programa Sectorial de Educación.
Por otra parte está la deserción escolar.
Es muy temprano todavía para saber si los más de 500,000 estudiantes que desertaron tras la pandemia en el ciclo escolar pasado van a regresar a las aulas o si las madres de familia trabajadoras conservarán la esperanza por volver a tener las escuelas de tiempo completo que la SEP les arrebató.
Lo que sí es un hecho es que las niñas, niños y jóvenes que sí regresan este agosto a las aulas, estudiarán en miles de escuelas públicas sin agua ni luz, con maestras y maestros sin tiempo para prepararse frente al nuevo sistema educativo y con sueldos insignificantes.
Ante este panorama educativo se demuestra que el Estado ni siquiera puede garantizar las condiciones mínimas, dignas, para enseñar y aprender en México. Ni en este ciclo escolar ni en los anteriores.
Mientras todos se pelean y se convierten en especialistas, protagonistas y eruditos del sistema educativo, priorizando sus intereses políticos, ignoran el derecho constitucional de las niñas y los niños para garantizarles una educación de calidad y el presente y futuro de México.
Y esa debería ser su principal responsabilidad.