El peligro de sobreestimar las vacunas

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La posibilidad de vacunar a todo el mundo contra la COVID-19 ha generado una gran esperanza para la humanidad. Tras más de un año de convivir con el virus SARS-CoV-2, parecía que por fin había llegado la sustancia mágica que nos salvaría de la pesadilla que ha significado esta pandemia. Y que sería solo cuestión de esperar a ser vacunados para poder regresar a la normalidad.

En diciembre, después de que llegaron las primeras vacunas, el ánimo de la sociedad parecía empezar a mejorar. Y, a pesar de que la pandemia se recrudeció desde finales del año pasado, la perspectiva de estar viviendo las últimas etapas de la pandemia hicieron que incluso en medio del repunte de la tragedia la popularidad del presidente mejorara, debido en buena medida a la llegada de las vacunas. 

En la Política Nacional de Vacunación contra el SARS-CoV-2 que se publicó en diciembre de 2020, se estableció que entre ese mes y diciembre de 2021 se podría vacunar al 70% de la población mexicana, con lo cual se aseguraría la tan ansiada inmunidad de rebaño. 

Dicha política establece que primero se vacunará al personal de salud que enfrenta la COVID-19, luego a los mayores de 60 años, empezando por los mayores de 80, luego a quienes tienen alguna comorbilidad como obesidad mórbida, diabetes o hipertensión, luego a los maestros de estados con semáforo verde y por último, al resto de la población mayor de 16 años. 

Sin embargo, desde finales del año pasado han ido sucediendo, poco a poco, una serie de eventos que han puesto en perspectiva esas expectativas y alertando precaución ante el optimismo desmedido.

Primero porque Pfizer, la empresa farmacéutica a la que México le habría comprado 34.4 millones de dosis, ha tenido problemas para producir y distribuir sus vacunas. Después de los primeros envíos a México, Pfizer anunció que no podría seguir entregando las dosis al ritmo que había acordado con varios gobiernos del mundo, entre ellos, el mexicano. 

Eso ha hecho que quienes se pusieron la primera dosis de esa marca de vacunas tengan que esperar más días de los recomendados para recibir la segunda. 

En segundo lugar, la vacunación se ha alentado porque en lugar de intentar conseguir todas las vacunas que ya han sido aprobadas y que se están administrando en otros países, la Cofepris, la instancia que tiene que aprobar los medicamentos en México, ha pecado de cautela y lentitud para aprobar las distintas marcas de vacunas.

Hasta ahora, solo ha aprobado dos: la de Pfizer y la de Astra Zeneca-Oxford que está todavía en producción.

En tercer lugar, el programa de vacunación mexicano y las declaraciones del presidente sobre su implementación generan una serie de dudas: ¿por qué vacunar primero a las personas que viven en los lugares más alejados cuando el problema está en las grandes ciudades? ¿Por qué no empezar con los super esparcidores o los jóvenes que tienen que salir a trabajar, en lugar de hacerlo con los adultos mayores que pueden quedarse en casa? ¿Qué sucederá con los niños, a quienes no se tiene previsto vacunar durante 2021 y mientras tanto siguen perdiendo horas de estudio que retrasarán a toda una generación de estudiantes?

Por último, en un intento desesperado por adquirir más vacunas, el gobierno mexicano mandó una misión a Argentina para negociar la adquisición de 24 millones de la vacuna rusa Sputnik V, la cual todavía no ha sido aprobada por la Cofepris ni por la Organización Mundial de la Salud, porque no se han publicado los resultados de los estudios de fase 3. Sin embargo, el subsecretario Hugo López-Gatell aseguró que se tienen documentos confidenciales que avalan su efectividad y seguridad.

Ante estas dificultades y la opacidad de la Secretaría de Salud, la esperanza de que este año se pueda vacunar a la mayoría de las y los mexicanos empieza a desvanecerse. 

Y además, quedan otras preguntas en el aire: ¿por qué se han puesto todas las esperanzas en la vacuna? ¿Por qué no se ha acelerado, como ocurre en otras partes del mundo, la aprobación de tratamientos de emergencia para la COVID-19? 

Una de las medicinas que se están utilizando en otros países del mundo, el remdesivir, no ha recibido la autorización de Cofepris para ser administrado en México. Y como ese medicamento, hay varios más que han sido aprobados por agencias de otros países que podrían usarse en nuestro país para tratar a los enfermos de COVID.

La lentitud de Cofepris está fomentando que las personas llegan a pagar en México hasta diez veces lo que cuestan estas medicinas en Estados Unidos, con lo cual, además, se crea un mercado negro que tiene otras consecuencias no deseadas, como la falta de certeza sobre la calidad de los medicamentos.

A pesar de que la vacuna es, hasta ahora, la mejor apuesta para terminar con la pesadilla del coronavirus, lo sucedido en este primer mes de vacunación indica que muy difícilmente se podrá cumplir con los tiempos que previó el gobierno. 

Por ello, será importante seguir tomando todas las medidas de prevención que se puedan implementar y exigir que el gobierno modifique sus políticas para enfrentar a la COVID-19. Deberíamos de voltear a ver a los países que realmente han podido domar la pandemia. 

En Cuestione, esta semana, estaremos analizando cuáles son los desafíos que tiene la vacunación de la mayoría de la población, pero también indagaremos sobre otras alternativas que pueden ayudar a controlar una crisis que no solo se solucionará con la inmunización. 

Porque si apostamos solamente a la vacuna, seguiremos acumulando muertos y lamentando la tragedia. Es hora de replantear por completo la estrategia. 

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