El camino de los países de América Latina a la democracia (o el autoritarismo)

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En México, la satisfacción con la democracia disminuyó. Sin embargo, las personas todavía la apoyan. Si bien no están conformes con la manera en que funciona el gobierno, la ciudadanía prefiere un régimen democrático a uno autoritario. Esta situación, sin embargo, no es la misma para todos los países de América Latina.

En promedio, el porcentaje de personas que apoyan a la democracia en la región es de 57%, según datos del Proyecto de Opinión Pública de América Latina (LAPOP por sus siglas en inglés). En encuestas de años anteriores, esta cifra rondaba el 69%.

Esta baja coincide con una nueva ola de autoritarismo que crece en el mundo. El número de países con democracias liberales se redujo de 41 a 32 entre el 2010 y el 2020. De hecho, desde el 2001, los regímenes autoritarios rebasaron a las democracias. Hoy en día, las autocracias son el tipo de régimen más común y el 68% de la población mundial vive en una.

Más sobre la insatisfacción con la democracia y sus consecuencias: En México, las personas están cada vez más insatisfechas con la democracia.

De democracias a autoritarismos

Actualmente, existe una discusión en torno a una llamada erosión democrática, es decir, un proceso de deterioro del Estado que consiste en excesos de poder de quienes lideran a los países.

En América Latina, mientras la satisfacción con la democracia disminuye, el apoyo a los golpes de los presidentes a los congresos aumenta, por poner un ejemplo.

De acuerdo con el análisis que hace LAPOP al respecto, existen casos como los de Nicaragua o Perú en los que se exhibe con claridad estas tendencias autoritarias.

Nicaragua ha retrocedido en la democracia ya que en años recientes su presidente, Daniel Ortega, ha usado a las fuerzas militares para detener a cientos de personas que protestan en las calles, lo cual es un derecho fundamental en una democracia.

El caso peruano también representa un caso extremo en cuanto a las preferencias autoritarias de la ciudadanía. En ese país, el 59% de las personas son tolerantes a un golpe del presidente al Congreso. En 2018, el entonces presidente Martín Vizcarra intentó pasar políticas que le permitían disolver el Congreso en casos de corrupción. Esto ocasionó la destitución de Vizcarra por parte del poder legislativo. Ambas situaciones muestran tendencias autoritarias.

Aún así, todo lo anterior no quiere decir que la ciudadanía sea la culpable de un gobierno autoritario. Los expertos de LAPOP explican que las preferencias de las personas se han construido con base en el desempeño de gobiernos anteriores. Dados los escándalos de corrupción y abusos de poder, la ciudadanía apoyará alternativas donde haya alguien que prometa solucionar los problemas, aunque sea con medidas que perjudiquen la democracia.

La disminución del apoyo a la democracia puede estar ligada a que las personas acepten líderes autoritarios, según el análisis de LAPOP. Las acciones al margen de las normas constitucionales reducen los problemas a corto plazo, pero a la larga perjudican las libertades individuales y derechos humanos.Ahora, aunque el 62% de las personas apoyan a la democracia en México, también existen actitudes autoritarias en la población. Justamente, la tolerancia a golpes contra el Congreso por parte del presidente casi se duplicó antes de la pandemia.

En todo caso, ¿por qué habríamos de apostar por una democracia?

Una democracia garantiza a las personas elegir a sus representantes en el gobierno. Por lo tanto, si se pierde, ya no existiría la posibilidad de cambiar el poder político cuando este no responda a los intereses de la mayoría.

La pérdida de democracia genera desigualdad entre el gobierno y las personas. En ese sentido, si la clase política cae en prácticas corruptas, las personas no tendrían ninguna manera de hacer que las autoridades rindan cuentas.

Hay países que, por sus acciones y por la apertura política, han mejorado sus democracias. Ecuador, por ejemplo, convocó a su población para que votaran por nuevos límites al periodo presidencial en 2017. El caso anterior es evidencia de que también ha habido avances en la región.

Otro ejemplo es el de Chile que desde el año pasado entró en un proceso impulsado por la sociedad civil para reescribir su Constitución y erradicar su pasado militar y autoritario.

Más sobre otras democracias en el mundo: Una solución para la democracia mexicana: voltear a ver a las de Bélgica, Holanda o Suiza.

Bajo esta lógica, existe una relación entre el apoyo de la ciudadanía a la democracia y su consolidación. 

Algo alentador que se reporta es que las personas jóvenes presentan mayores niveles tolerancia a la oposición, un componente esencial para la cultura política democrática, pues la base de este sistema de gobierno implica la participación de todas las personas.

¿Qué se puede hacer ante la ola de autoritarismo?

José Rodríguez Zepeda, profesor investigador de la UNAM, afirma que la democracia es más sólida cuando los ciudadanos y el gobierno expresan su interés en ella.

Fernando Montoya, doctor en Ciencia Política de la misma institución, también menciona algo similar: debe existir la posibilidad de un diálogo entre el gobierno y la ciudadanía. La continuidad de la democracia es un ejercicio activo de ambas partes: el gobierno tiene que escuchar y las personas proponer y vigilar. 

Muchas personas han luchado intensamente, y por muchos años, para tener países democráticos en la región, ahora nos toca protegerlas y expandirlas.

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