Ante la preocupación internacional con respecto a los señalamientos de genocidio y crímenes de lesa humanidad en contra de minorías étnicas uigures y musulmanas en la región de Sinkiang en China, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, anunció un boicot diplomático contra los Juegos de Invierno que se celebrarán en Pekín en febrero de 2022.
Este boicot implica que no se le permita a funcionarios estadounidenses asistir al evento olímpico en la capital china, medida que fue respaldada por los gobiernos de Australia, Reino Unido y Canadá.
Sin embargo, esto no afecta directamente a los atletas participantes de las naciones que se sumen al boicot diplomático, quienes viajarán a Pekín y continuarán con su participación como se tiene programado hasta el momento.
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Incluso la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, afirmó en conferencia de prensa que no se trata de un boicot, ya que los atletas participarán en la justa, pero que la administración liderada por Joe Biden no van a contribuir a la “fanfarria de los juegos”.
¿Qué sucede en Sinkiang?
Sinkiang pertenece a las regiones autónomas de la República Popular China, que se caracteriza por ser territorio de grupos étnicos minoritarios en su mayoría musulmanes,, entre ellos los uigures, a quienes el gobierno chino ha reprimido desde hace años.
Los uigures son una etnia que radica fundamentalmente en los que se denomina como Región Autónoma Uigur de Sinkiang, aunque existen otras comunidades en Kazajistán y Kirguizistán, Uzbekistán, Suecia, Estados Unidos, Alemania y Turquía.
La región de Sinkiang se dedica principalmente a la agricultura y el comercio; pueblos del territorio, como Kasgar, se llegaron a posicionar como puntos importantes en la llamada Ruta de la Seda, que es una serie de rutas mercantiles que conectaban China con Mongolia, India, Persia, Arabia, Siria, Turquía, Europa y África.
Los uigures declararon su independencia a inicios del siglo XX, pero en 1949 el área quedó bajo el control de la China comunista.
En Sinkiang, los habitantes practican el Islam, en lugar del comunismo y hablan principalmente lenguas turcas, en lugar del mandarín. De acuerdo a los señalamientos del periodista Mathias Bölinger en un reportaje que se encuentra en el portal DW, “la identidad de los pueblos está siendo destruida: lengua, religión, arte y cultura” para imponer la cultura que predomina en el país.
Las medidas del gobierno chino, que han sido calificadas como “genocidas y crímenes de lesa humanidad” por la vocera estadounidense Jen Psaki, se han convertido en lo que Bölinger define como una guerra cultural con el gobierno central de Pekín y que incluyen campos de reeducación, donde los uigures son llevados tras ser detenidos arbitrariamente y obligados a trabajar, además, se acusa del uso forzado de anticonceptivos y de esterilizaciones.
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El gobierno chino ha calificado de “absurdas” las acusaciones de genocidio y el ministro de Relaciones Exteriores chino Wang Yi declaró que tienen motivos ocultos y que es una gran mentira.
La ONU no respalda el boicot, Francia sí
Antonio Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aseguró que no respaldará la decisión Estados Unidos y que él mismo acudirá el próximo 4 de febrero al esperado evento internacional, tras la invitación del Comité Olímpico Internacional.
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Pero otros países, como Francia, incluso sostienen una postura más rigurosa, sugiriendo que se desista de enviar a los atletas a participar en los Juegos Olímpicos de Invierno, de acuerdo con lo que dijo el presidente francés, Emmanuel Macron.
Por su parte, el portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Zhao Lijian, aseguró que será Estados Unidos quien pague el precio del boicot diplomático y aseguró que se trata de un intento por perjudicar los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín.
Otros boicots para expresar rechazo y posturas de los países sobre conflictos sociales han demostrado que el boicot diplomático no tiene eficacia. Sin embargo, parece de interés en esta ocasión que sea el bloque de países anglosajones –Estados Unidos, Canadá y Reino Unido– los principales promotores de la medida ante el crecimiento económico del gigante asiático, por lo que resultan cuestionables las razones de fondo que los llevan a sostener esta postura.
¿Qué otros objetivos podrían estar persiguiendo estas naciones?
