El cine sobre dictadores muestra lo absurdo que puede ser el poder absoluto

Compartir:

- Advertisement -

Cada vez que el cine cuenta la historia de un dictador, ya sea como tragedia o como comedia, también se revela lo absurdo que es que una persona tenga el poder absoluto de un país, de acuerdo con el crítico de cine Alejandro Alemán.

Para el especialista, la comedia ha sido la mejor herramienta para retratar a estas figuras autoritarias, aún cuando hay películas realistas de gran calidad como El último Rey de Escocia  de Kevin Macdonald en 2006, la cual cuenta la vida de Idi Amin, el dictador conocido como “el carnicero de Uganda” por mandar a asesinar a medio millón de personas en los años 70. 

A pesar del paso del tiempo, para Alejandro Alemán la cinta más memorable sobre un tirano autoritario sigue siendo El gran dictador, dirigida y protagonizada por Charles Chaplin en 1940, que caricaturiza a Adolf Hitler justo en los años en los que era una amenaza para el mundo.

Te recomendamos: Estos son los trucos a los que recurre el gobierno para evitar la transparencia

¿Por qué nos reímos de los dictadores?

Detrás de la burla hacia los dictadores suele estar una crítica inteligente y valiente, nos dijo Alejandro Alemán, incluso en momentos en los que nadie se atreve a decir que lo que está ocurriendo es absurdo, que tiene que ser un chiste.

Por ejemplo, “El Gran Dictador”  fue una película muy importante, obviamente por el tema pero además por el contexto histórico. Chaplin se atrevió a ir en contra de Hitler incluso un año antes de que Estados Unidos le declarara la guerra”, dijo el especialista. 

Y agregó que “el humor es un arma muy poderosa. A veces es el último recurso que nos queda, pero también es algo que se tiene que hacer con inteligencia”.

También platicamos con el psicólogo social Eloí Vásquez, quien comentó que nos gusta ver ridiculizados a los dictadores porque es una mejor manera de procesar el horror que representan realmente, “el gato sufre en las caricaturas porque en la realidad siempre se come al ratón”.

Además la sátira es una “pequeña venganza”, según Vásquez, porque al ser ridiculizado, el poderoso se encuentra por un momento en una especie de desgracia, que aunque sea falsa es una situación en la que está al mismo nivel que las demás personas.

Además, este tipo de sátiras también nos muestran lo increíble que son las injusticias y así indignarse cuando ocurren en la realidad. 

“Por ejemplo, hay un momento en El Dictador con Sacha Baron Cohen –dirigida por Larry Charles, 2012– en la que él se asume como el hombre más veloz de su país, pero vemos que es porque le dispara a los rivales. ¿Es irracional, no? Bueno, pues hay países en los que el gobernante asegura que sigue en el poder porque es el más popular entre la gente”, dijo el especialista.

Según el Democracy Index 2020 de la revista británica The Economist uno de cada tres países en el mundo vive bajo un régimen autoritario. O sea que 57 de 165 países son estados “donde no existe el pluralismo político y algunos son dictaduras descaradas”.

También, señala The Economist, estos países no tienen instituciones formales de democracia y si ocurren elecciones, no son libres ni justas. Hay indiferencia por abusos e infracciones a las libertades civiles. Los medios de comunicación sufren censura y no existe la división de poderes.

Peor aún, como publicamos en esta nota, mientras cada vez más democracias se están desmantelando, hay más países en riesgo de convertirse en regímenes autocráticos.

Más sobre el tema: Hay más países en peligro de ser autocracias que países en proceso de ser democracias

¿Qué tienen en común las comedias sobre dictadores?

De acuerdo con el crítico de cine Alejandro Alemán, resulta irónico que algo que tienen en común estas películas es que los dictadores no tienen sentido del humor.

“Son personas incapaces de reírse de ellos mismos. Y eso se extiende a muchos políticos. No aceptan el más mínimo viso de humor. Y la burla hacia ellos les puede calar durísimo”, nos dijo.

Además, estas cintas hacen evidente que si el poder corrompe, “el poder absoluto enloquece, es absurdo”, y no nos queda más que reír.

Y pone como ejemplo la cinta Bananas de Woody Allen (1971), en la que se parodia la Revolución Cubana. “Cuando tienen el poder, los revolucionarios comienzan a hacer decretos absolutamente absurdos como a que a partir de ese momento todos deben llevar los calzones arriba de los pantalones”. 

Para Eloí Vásquez hay algunos elementos que podemos encontrar en común en las películas sobre dictadores, pero es porque son características de este tipo de regímenes.

Vemos ejemplos del culto a la personalidad, de cómo su imagen está en todas partes. Vemos ejemplos de abuso de poder, gustos que nos parecen excéntricos, el uso de dobles porque sienten la amenaza de que los quieren asesinar.

Además, en estas historias se ve el esfuerzo que hacen las personas a su alrededor por complacer y adular al dictador, para ganar sus favores o por miedo, de acuerdo con Vásquez, por lo tanto a veces también se muestran aislados y paranoicos.

En La muerte de Stalin –Armando Ianucci, 2017– se puede ver que la gente alrededor del dictador ruso le tiene tanto terror que aún después de su muerte el miedo los congela y los deja sin capacidad de reacción.

Seguramente te interesa: Los países más militarizados tienen algo en común: carecen de democracia y derechos humanos

¿Y en México?

Aunque para el crítico Alejandro Alemán existen películas que critican el exceso de poder en México como La ley de Herodes –dirigida por Luis Estrada en 1999– las mejores críticas hacia los dictadores del pasado no han estado en el cine.

“Los medios para nosotros fueron otros. Se hizo crítica al abuso de poder desde la carpa. La caricatura sobre todo cumple, o al menos cumplía, con esa función de criticar al poder”, dijo.

El entrevistado concluyó que quizás se debe a que en México el cine siempre ha sido apoyado por el Estado, y tal vez este tipo de sátiras deberían venir de producciones totalmente independientes.

Por su parte, el psicólogo social Eloí Vásquez dijo que la gente se reirá de los personajes autoritarios aún cuando sus historias se cuenten de manera sobria, y puso como ejemplo la película La caída –Oliver Hirschbiegel, 2004– la cual se convirtió en un meme gracias a los subtítulos. 

¿Tú qué opinas? ¿Crees que estas historias de poder absoluto se hayan terminado?

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.