Expertos en EU piden que la educación primaria se considere actividad esencial

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Después del confinamiento para evitar el contagio de COVID-19, algunas actividades han comenzado a reabrir en México para impulsar la economía.

Entre estas actividades no se encuentra la reapertura de las escuelas, para frenar la propagación de la enfermedad entre niñas, niños y adolescentes. 

Sin embargo, tres expertos del mundo en salud y filosofía ponen esta idea en tela de juicio. ¿No más bien debería ser la educación considerada una actividad esencial para que los países aminoren el impacto de sus crisis económicas y sociales

La doctora en filosofía Meira Levinson, el epidemiólogo Marc Lipstich y la doctora Müge Cevik, atienden a esta pregunta en el ensayo titulado Reapertura de escuelas primarias durante la pandemia publicado en el The New England Journal of Medicine.  

En el texto se aborda que la educación no solo es fundamental para el desarrollo de las y los niños y para mantener el empleo de los maestros, sino por el impacto en las familias y hasta el desarrollo social y económico de los países.

A continuación señalamos algunos puntos que estos académicos consideran que los gobiernos deberían tomar en cuenta para considerar a la educación como fundamental y evitar que esta crisis sea aún más grave.

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 La educación es esencial

De acuerdo con las especialistas, las y los niños que no están yendo a la escuela se están perdiendo de beneficios educativos, sociales y de desarrollo; por lo tanto podrían agravar “las profundas injusticias raciales y socioeconómicas”.

“La reapertura segura de las escuelas, a tiempo completo, para toda la infancia que asiste a la escuela primaria, debe ser una prioridad nacional”, se lee en el texto en referencia a lo que debería suceder en Estados Unidos.

Y se agrega: “las escuelas primarias deben ser reconocidas como servicios esenciales, y el personal escolar como trabajadores esenciales y los planes de reapertura de escuelas deben desarrollarse y financiarse en consecuencia”.

Además las especialistas advierten que las y los niños así como los adolescentes se están perdiendo el aprendizaje académico y socioemocional, las relaciones formativas con sus compañeros, así como las oportunidades para jugar y otras necesidades de desarrollo. 

“Los niños que viven en la pobreza, los niños de color, los que aprenden inglés, los niños con discapacidades diagnosticadas y los niños pequeños enfrentan pérdidas especialmente graves”, señala el texto.

Más aún, el ensayo enfatiza que en algunos casos, la niñez está perdiendo beneficios tan esenciales como la alimentación, ya que gracias a la escuela recibían en algunos países las comidas del día, incluso, de manera gratuita. 

En otros casos, hay infantes de sectores vulnerables que se están perdiendo de servicios de salud física y mental, fundamentales para salir de su situación de carencia y continuar su desarrollo.

Además, los expertos abren el panorama y señalan que la escuela es esencial para que padres y tutores, especialmente mujeres, puedan volver a ingresar a la fuerza laboral. Incluso en el caso de trabajadores del sector salud.

Por lo tanto, los gobiernos locales deben tener en cuenta estos factores para volver a las clases presenciales, con medidas creativas como alternar los grupos de estudiantes o adaptar algunos otros espacios como salones de clases para mantener las condiciones de estricto distanciamiento social.

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El punto de vista clínico

De acuerdo con los estadounidenses Levinson, Lipstich y la turca-británica Cevik, la mayoría de las y los niños de 1 a 18 años, “experimentan una enfermedad leve o nula a causa del COVID-19, y tienen muchas menos probabilidades que los adultos de enfrentar consecuencias graves de la infección”.

“En contraste, los adultos, especialmente aquellos que tienen más de 60 años o padecen condiciones de salud subyacentes, tienen un mayor riesgo de enfermedad grave, hospitalización y malos resultados”, señala el texto Reapertura de escuelas primarias durante la pandemia .

El ensayo señala que existen hallazgos de que “los brotes de COVID-19 en las escuelas secundarias de Francia, Israel y Nueva Zelanda no se extendieron a las escuelas primarias cercanas, lo que sugiere que la susceptibilidad, la infecciosidad o ambas son menores entre los niños más pequeños”.

Además, el texto contempla que las reaperturas de escuelas no han provocado aumentos de casos en Finlandia, Bélgica, Austria, Taiwán y Singapur

Pero, es importante recalcar que las escuelas de estos países tomaron precauciones adicionales y fueron levantando las restricciones gradualmente, tales como el tamaño de los grupos. 

En el caso de Israel, donde sí hubo un rebrote después de la reapertura de las escuelas, los expertos piden considerar que en ese caso las aulas fueron abarrotadas y con precauciones mínimas, además de que no se ha demostrado que el repunte de contagios fuera provocado por las escuelas.

El ensayo también menciona el caso de Taiwán, en donde la tasa de infección se mantiene en niveles insignificantes a pesar de que las escuelas se mantuvieron abiertas, gracias a sus acciones de seguimiento de casos para evitar la transmisión comunitaria.

El dilema

Sin embargo, los autores tienen claro el dilema que todo esto representa en las comunidades más vulnerables socialmente y también a la COVID-19: poner en riesgo de contagio a familiares y trabajadores de las escuelas, o que se agrave la segregación escolar y la injusticia racial y de clase

“La reapertura de las escuelas que atienden a las poblaciones más pobres representa el mayor riesgo para la seguridad de las familias y los educadores, pero su cierre continuo también impone los mayores daños a las y los niños y las familias”.

Y se agrega: “Muchas familias, particularmente aquellas con miembros médicamente vulnerables, optarán por mantener a sus hijos en casa en estas circunstancias, independientemente de si las escuelas están físicamente abiertas”.

Por lo tanto, la enseñanza y otros servicios escolares deben seguir teniendo una opción a distancia, incluidos la provisión de comida, los servicios médicos y terapéuticos, pues deben estar disponibles para las familias que decidan no exponerse al virus.

El texto señala que es trágico que Estados Unidos haya elegido un camino donde existe un dilema entre los riesgos para los educadores y los daños para los estudiantes, “dado el éxito de otros países en reducir la transmisión y abrir escuelas con medidas de control de rutina. 

“Este dilema representa un fracaso social y político, no una necesidad médica o científica”, añaden los especialistas.

Y enfatizan: “las escuelas primarias son tan esenciales como las tiendas de comestibles, los consultorios médicos y los fabricantes de alimentos, y no como cines y bares”, como han sido consideradas en Estados Unidos y también en México.

El texto señala que las y los maestros y el personal escolar deben ser considerados trabajadores esenciales, por lo cual “merecen protecciones sustanciales, así como pago por condiciones de vida peligrosas”. 

También se sugiere dejar de pensar en las escuelas como un recinto físico y llevar la enseñanza primaria a otro tipo de lugares que no están siendo utilizados, tales como secundarias locales, aulas universitarias, centros comunitarios, o incluso negocios cuyos empleados estén haciendo home office.

No todo es técnico

El ensayo señala que se debe considerar a la educación primaria como esencial, y los gobiernos deben hacer todo lo posible, incluso recurrir a la creatividad, para que las y los niños vuelvan a tener clases de manera presencial, el personal escolar sea bien remunerado y las madres puedan volver al trabajo.

“Reabrir las escuelas primarias no es solo una cuestión científica y tecnocrática. También es emocional y moral”, señala el texto.

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Por otro lado, también hay que considerar al personal escolar, pues “no es casual que la mayoría de los maestros de la escuela primaria sean mujeres subcompensadas de las que se espera que se sacrifiquen por el bien de los niños”, se lee en el texto.

Pero el argumento fundamental de que los niños, las familias, los educadores y la sociedad merecen tener escuelas primarias seguras y confiables, según este trabajo académico, es que es imperdonable abrir servicios no esenciales para adultos, mientras se obliga a los estudiantes de primaria a permanecer en casa.

¿Nuestro país considerará en algún momento que la educación primaria es una actividad esencial? ¿Pensará en el financiamiento y la creatividad posible para no afectar a esta generación de estudiantes?

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