La gordofobia es la discriminación, el rechazo o el estigma hacia las personas que tienen sobrepeso u obesidad. Es uno de los tipos de discriminación más frecuentes y está presente en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo la moda, la publicidad y el entretenimiento que están plagados de mensajes de odio disfrazados de preocupación por la salud.
Las personas que sufren gordofobia experimentan una amplia variedad de problemas, como la dificultad para encontrar ropa de su talla, la discriminación en el lugar de trabajo, la exclusión social y la negación de acceso a la atención médica.
A menudo, los estereotipos de la gordura se basan en la creencia de que las personas con sobrepeso u obesidad son perezosas, glotonas, poco saludables, poco atractivas y se les culpa -incluso se les castiga socialmente- por tener un cuerpo gordo.
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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud es el estado de bienestar físico, mental y emocional, no solo la ausencia de afecciones o enfermedades. Y aunque sabemos que un cuerpo grande o gordo no representa por sí solo un cuerpo enfermo, esta misma organización reporta que desde 1975, la obesidad se ha casi triplicado en todo el mundo.
La OMS también indica que en 2016, más de 1,900 millones de adultos de 18 o más años tenían sobrepeso, de los cuales, más de 650,000,000 eran obesos. En 2016, el 39% de las personas adultas de 18 o más años tenían sobrepeso, y el 13% eran obesas.
La abogada, socióloga y catedrática de la UNAM, Elvira Cedillo, resaltó que la estética del cuerpo perfecto lleva implícita violencia y control sobre los cuerpos de las personas. Por moda, la sociedad, en complicidad con la industria de belleza y los medios de comunicación, imponen estereotipos imposibles de alcanzar por una gran proporción de la población mundial.
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“La sociedad, como mecanismo de control, señala cuando una persona no es ‘estéticamente bella’ y se limita su acceso a algunos espacios si no cumplen con cierto requisito de belleza, incluso a algunas profesiones y en general, al salirse de los cánones de belleza actuales van a recibir violencia y sufrir discriminación”, nos dijo la especialista.
La entrevistada resaltó que las personas tenemos derecho a vivir nuestra vida de manera que emocionalmente nos sintamos bien, que no seas juzgado de entrada por tu aspecto físico. Pero también está claro que al tener cierto grado de obesidad te expones a riesgos de salud, como desarrollar enfermedades crónico degenerativas como la diabetes.
El juicio sobre la apariencia de una persona es muy distinto a una preocupación real por el problema de salud pública que implica el sobrepeso y la obesidad que está ligado a muchos otros factores sociales como la falta de tiempo de descanso, largas jornadas de trabajo, precariedad laboral, sueldos insuficientes y otras condiciones recurrentes en la vida de las personas de la clase trabajadora, nos explicó la especialista.
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“Olvidamos que estar obeso implica una falta de otros derechos”, nos dijo Elvira Cedillo y resaltó que la gordofobia pone a las personas con cuerpos gordos en la mira de mensajes de odio que afectan la salud mental, pues generalmente se relaciona el tamaño de su cuerpo con malos hábitos alimenticios, flojera o sedentarismo voluntario.
Las personas que experimentan la gordofobia pueden desarrollar ansiedad, depresión, trastornos alimentarios, baja autoestima e incluso pensamientos suicidas.
La gordofobia es una forma de control capitalista
Faurí Aguirre, especialista en temas de género, medios y cultura, nos dijo que la gordofobia es una manera del capitalismo -sobretodo del neoliberal- de controlar el espacio de productividad, lo que llaman costo de la corporalidad en las teorías de género. Lo que sucede es que los cuerpos grandes abarcan más espacio y su productividad -hasta su movimiento- suele ser más lenta.
“En una sociedad regida por ir con prisas, ocupar el menor espacio posible –porque ocupar espacio es un privilegio– estamos condicionados al hecho de que en lugar de generar espacios más amplios, se incomode a las personas más grandes que no entran en el tamaño de cuerpo estándar, como pasa en los aviones”, destacó la experta.
Aguirre resaltó que la estética corporal hegemónica también está ligada a la objetivización de la mujer que siempre ha sido vista como un objeto de placer, incluso la moda ha cambiado en función de lo que la sociedad considera bello, estético, sano.
También nos explicó que normalmente el cuerpo y la vestimenta ha sido un tema de arte visual a través de la vestimenta, que sirve para marcar las clases sociales.
“Por ejemplo, en la parte de Europa occidental durante mucho tiempo los cuerpos grandes fueron sinónimo de una buena posición social, porque quería decir que tenían para comer. Después fue pensado por un tema reproductivo, una mujer con un cuerpo mediano, relleno, significaba un cuerpo sano y suficiente para nutrir al bebé”, destacó la entrevistada.
Luego evolucionó hacia la estética delgada y se empezó a hablar de hacer ejercicio, adelgazar y las dietas. Ahora quién tuviera ese cuerpo delgado era una persona privilegiada, porque se relaciona con tener dinero para comprar cierto tipo de alimentos, pagar tratamientos estéticos, la membresía del gimnasio, las clases, entrenadores y demás, nos explicó la experta
Conforme avanzan -o regresan- las tendencias, las nuevas generaciones van adoptando patrones o cánones estéticos que pueden representar una excesiva presión sobre la apariencia de niñas, niños, adolescentes y jóvenes.
Es importante diferenciar entre la preocupación por la salud y la discriminación basada en la apariencia. La primera se centra en el bienestar de la persona, mientras que la gordofobia se enfoca en la apariencia de la persona y su peso.
El cuidado de la salud es importante y necesario, pero siempre debe ser llevado a cabo sin estigmatizar o discriminar a las personas por su apariencia física.
