De Mesopotamia a la CIA: poderosos usan el espionaje aunque no siempre les funcione

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Cuando pensamos en espionaje, solemos imaginarnos un agente con habilidades extraordinarias que es enviado a una misión importante para los intereses de los gobiernos o personas poderosas. Como James Bond, el personaje de ficción creado por el periodista y novelista inglés Ian Fleming en 1953, que protagonizó libros, películas, cómics y videojuegos homónimos.

Sin embargo lo que vemos a través de la historia es que quienes tienen poder o que dirigen naciones o pueblos siempre han tenido la necesidad de acumular información ya que además de valor monetario tiene una gran relevancia estratégica y para esto usan todo tipo de informantes, nos explicó César Valdés, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y profesor de la UNAM. 

En la antigua Roma, los principales políticos tenían su propia red de vigilancia. Incluso se dice que el emperador romano Julio César sabía de la conspiración en el senado que acabó con su vida

En Mesopotamia, Sargón de Acadia -que reinó de 2334 a 2279 A.C.- utilizó mercaderes para formar una red de espías que le daban información sobre las civilizaciones que pretendía dominar.

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El estratega militar Sun Tzu trata en el libro El Arte de la Guerra sobre la importancia que tenía el conocimiento y la información para el Imperio Chino sobre los adversarios antes de cada batalla.

En tiempos de los griegos y los persas ya se empezaba a desarrollar el cifrado de mensajes que se escribían en diferentes materiales para evitar ser descubiertos en caso de que el mensajero fuera interceptado. 

Con la inquisición medieval se formó toda una red de informantes en diferentes lugares para detener la venta de libros prohibidos, identificar judíos y personas que estuvieran en contra de la iglesia católica, explicó el investigador del INAH.

También nos dijo que durante las guerras de España -que iniciaron en 1568-, el ejército español, que no era un ejército profesional como lo conocemos ahora, contaba con grupos de niños que se dedicaban a informar los movimientos de los enemigos.

“Un niño jugando no es sospechoso, un niño que se acerca a hacer preguntas no es sospechoso. Y ese niño puede escabullirse por trincheras, por huecos, para transferir esa información a determinadas personas”, detalló Valdés.

Y antes de que iniciara la Revolución Francesa había agentes de la policía o de la prefectura de París informando quién imprimía libros prohibidos o hacía mofa de las autoridades para ser perseguidos y encarcelados.

¿El espionaje ha cambiado el curso de la historia?

En realidad, han sido pocos los eventos en los que directamente el espionaje fue crucial para cambiar la historia, nos explicó el investigador César Valdés.

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“Por ejemplo, a pesar de que la prefectura de París – la policía de esa ciudad- tenía un montón de espías por todo el mundo literario francés, la Revolución Francesa ocurrió. Por mucho que el Imperio español tuviera agentes prácticamente en todos sus territorios los perdió”, detalló Valdés.

Inclinar la balanza a través del espionaje es un tanto complicado, nos explicó el especialista, aunque las estrategias ayudan a contener algunas situaciones, como cuando durante la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos utilizó a los indígenas norteamericanos para transferir mensajes en sus diferentes lenguas y esto ayudó a detener el espionaje alemán en ese país, dijo Valdés.

“Uno de los ejemplos más claros durante la Guerra Fría fue cuando los Estados Unidos localizan por fotografías satelitales la instalación de los misiles en Cuba. Sin ese espionaje no sabemos qué hubiera pasado si Cuba termina de armar sus misiles y la entonces Unión Soviética hubiera tenido un lugar estratégico de misiles nucleares a unas cuantas millas de territorio norteamericano”, especuló el especialista.

En consideración de Valdés, ese evento durante la Guerra Fría cambió por completo el juego, pues los Estados Unidos comenzaron a sentirse vulnerables sabiendo que podían recibir un proyectil atómico en cualquier momento y ahora sabían que la Unión Soviética no estaba “durmiendo en sus Laureles o en Siberia” sino que de verdad estaban buscando la manera de posicionarse estratégicamente para ejercer presión.

“Y estaban utilizando a Cuba con el beneplácito del gobierno de Fidel Castro. Ese acontecimiento es muy interesante porque además permitió posteriormente, -o por lo menos así lo interpretó yo- que la Revolución Cubana sobreviviera muchos años y que se mantenga todavía ahí”, continuó Valdés.

El estigma del espía

“El espía -aunque suene como una paradoja-, es un excelente mentiroso para obtener información que, a la hora de pasarla a sus jefes, aspira a ser una información verídica, como en el famoso caso de los agentes dobles que se infiltran en grupos de adversarios para conseguir información”, explicó César Valdés.

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Del lado que se encuentre, el trabajo del espía es transgredir la confianza de las personas que le dieron la información, razón por las que muchas veces cuando un agente corre peligro se le manda a otro lugar o simplemente desaparece, explicó el entrevistado.

El investigador resaltó que es necesario entender que la posición del espía se relaciona directamente con la persona o gobierno que lo contrata, ya que el espionaje al final es un instrumento que utilizan las estructuras de poder para mantener la estabilidad política.

“Lo que tenemos que tener muy claro es que si nosotros nos pasamos del lado de los gobiernos tendríamos que pensar como la persona en el puesto de toma de decisiones: qué herramientas tiene a la mano para generar esa estabilidad que se consigue neutralizando a sus posibles contrincantes y una parte importante de esa neutralización es saber qué piensan, qué quieren y cómo se organizan”, advirtió el investigador del INAH.

A decir del entrevistado, el espionaje -aunque nos pueda parecer moralmente cuestionable- es completamente comprensible que sea utilizado por los gobiernos, incluso institucionalizado como en la posición de los embajadores que de alguna manera son los informantes que redactan informes a su país de lo que sucede en la nación donde fueron enviados.

A veces es cierto que la realidad supera a la ficción, no nos sorprende que el cine y la literatura se inspiren en esta figura que de una u otra manera tiene en sus manos uno de los mayores poderes que conoce la humanidad: la información.

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