El nacionalismo es una ideología que suelen usar las dictaduras y los regímenes con tintes fascistas que también comparten el considerar como sus adversarios a los medios, restringir la cooperación con otros países y rechazar los procesos migratorios.
“La línea entre el nacionalismo y una dictadura es muy delgada. Basta recordar las dictaduras como la de Augusto Pinochet (en Chile) o Benito Mussolini (en Italia) que fueron gobiernos autoritarios, impuestos a partir de las armas, del ejercicio de la violencia y que, a modo de legitimarse, utilizaron ideologías conservadoras y representaciones simbólicas apegadas a esa construcción de nacionalismo”, nos dijo la socióloga y abogada Elvira Cedillo.
La dictadura es un sistema de gobierno donde el poder se concentra en una persona o un grupo de personas que no están sometidas a las leyes, el control y separación de poderes características de una democracia. Se caracteriza por vulnerar los derechos y libertades civiles de la población.
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Lo que caracteriza a una dictadura es la imposición de un gobierno a partir de la fuerza, por lo regular del Ejército, nos explicó Cedillo, también académica de la UNAM.
El nacionalismo es un fenómeno social que implica la incorporación masiva del pueblo a la política; “esto conlleva la difusión de una lengua como modo generalizado de comunicación, así como los aspectos sociológicos e ideológicos de lealtad hacia la comunidad”, escribió el investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Salvador Sigüenza Orozco.
En su investigación “Se levanta en el mástil mi bandera…”Reflexiones en torno al nacionalismo mexicano, Sigüenza explica que el nacionalismo es exclusivo “porque no acepta la lealtad a otro igual. Suele ser compatible con otras lealtades siempre y cuando se le reconozca carácter supremo, tarea desarrollada por el Estado nacional por medio del sistema de administración pública”.
“La filosofía autoritaria y dictatorial tiene un propósito muy distinto a una filosofía nacionalista aunque entre ambos puede haber una relación; es decir, sí hay filosofías autoritarias con corte nacionalistas como la cubana con Fidel Castro. Pero otra cosa es tener una filosofía nacionalista estrictamente para el desarrollo”, nos explicó el doctor en derecho y catedrático de la UNAM, José Antonio Álvarez de León.
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El especialista nos dijo que la filosofía autoritaria y nacionalista utiliza la propaganda, los símbolos patrios, la historia y el concepto de soberanía nacional para generar una política de gobierno cerrada y controlada, pero desde el punto de vista de la dictadura hay una restricción democrática y de derechos con el discurso de salvaguardar los bienes nacionales en beneficio de la población.
“Esto implica ejercicios no democráticos y la reproducción en el sistema de la clase gobernante, que es distinto a una filosofía estrictamente nacionalista con corte democrático como la que vivimos en México después de los gobiernos post revolucionarios hasta hoy”, detalló Álvarez de León.
Aunque actualmente no existe el facismo como tal -pues como régimen político podría decirse que murió con el fin de la Segunda Guerra Mundial– aún hay personajes de extrema derecha que recuperan parte de la filosofía impuesta en Europa durante la primera mitad del siglo XX, cuando el italiano Benito Mussolini adoptó el término (fascista) en 1919.
Entre estos personajes podríamos hablar de la ex candidata a la presidencia de Francia, Marie Le Pen; el ex vicepresidente y ex ministro de Interior del gobierno de Italia, Matteo Salvini; el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro; y el ex presidente republicano de Estados Unidos, Donald Trump.
El fascismo como ideología, movimiento político y sistema de gobierno totalitario de extrema derecha que se opone a la democracia, el comunismo, el liberalismo y la internacionalización fue adoptado también por Alemania con Adolf Hitler y el nazismo de 1933 a 1945 durante la Segunda Guerra Mundial y por España con Francisco Franco de 1939 a 1949.
Algunos regímenes militares surgidos en Chile, Argentina, Uruguay, Brasil, Paraguay y Centroamérica copiaron también parte de estos modelos ideológicos para imponer a partidos, políticos o dictadores.
¿México va hacia una dictadura?
En este sexenio a cargo del presidente Andrés Manuel López Obrador se han hecho algunas acusaciones políticas en la que los opositores al gobierno sugieren que el país se encuentra rumbo a una dictadura, como lo dijo el senador Julen Rementería del Puerto en 2021.
También los líderes de la alianza Va por México en mayo de 2022 utilizaron el término “dictadura” al defenderse de los señalamientos que hizo López Obrador a las y los legisladores que votaron en contra de la propuesta de reforma energética, a quienes el presidente llamó “traidores a la patria” apelando al característico nacionalismo que acompaña su discurso, como te contamos en esta nota.
Décadas atrás, en un controvertido debate, el escritor peruano Mario Vargas Llosa dijo algo similar del entonces régimen de partido hegemónico, el PRI, cuando declaró que “México es la dictadura perfecta”.
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“La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México (…) es la dictadura camuflada. Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible”, señaló Vargas Llosa frente a intelectuales como Enrique Krauze y Octavio Paz en 1990.
“Podemos pensar que la democracia sigue funcionando en México, pero también hay que recordar un poco de historia. Nosotros tuvimos en el papel una democracia, pero en los hechos era el gobierno de un partido único, el PRI. Somos un país que ha vivido poco en el régimen democrático, es decir la elección popular por voto directo”, nos dijo la socióloga Elvira Cedillo.
El abogado José Antonio Álvarez de León negó que el actual gobierno tenga tintes de autoritarismo o que tienda a una dictadura, principalmente porque somos socios activos de Estados Unidos, tenemos una economía liberal y porque el gobierno está fundado en principios democráticos.
“Sí veo un retorno a las bases constitucionales de los principios post revolucionarios, es lo que no le gusta a los gobiernos de liberalismo clásico. Ese nacionalismo fundado en la protección a la propiedad pública como eje prioritario de las estrategias de gobierno, que a mí me parece plausible”, detalló el especialista.
“Se ha querido vender la idea desde la oposición de que vamos hacia allá. Yo creo que no hay discurso más nacionalista y cerrado que el priista. Andrés Manuel, evidentemente, sí tiene como base el artículo 27 constitucional que funda el principio de una economía mixta, un desarrollo nacionalista, pero yo no veo ningún rasgo de invasión a los espacios de la vida privada, a la propiedad privada, ni a los ejercicios democráticos”, agregó.
Sin embargo, la socióloga Elvira Cedillo consideró que la iniciativa de integrar la Guardia Nacional al Ejército puede ser peligrosa para la democracia.
“Recordemos el periodo de Victoriano Huerta cuando se incrementó el poder del Ejército, tomó el gobierno y se formó una dictadura. Medir el riesgo es complejo porque vivimos en este momento en un ámbito de descrédito por parte de un grupo conservador que está en contra del gobierno de López Obrador”, explicó Cedillo.
Finalmente la especialista advirtió que hay que tomar “con pinzas” el discurso alarmista de estar rumbo a una dictadura porque promueven la radicalización y la polarización política, aunque hay que evitar desde el legislativo que se concentre todo el poder hacia el presidente como hacia el Ejército.
