A pesar del aumento de casos, enfermedades mentales siguen sin prioridad en el presupuesto

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A pesar de que la Organización Mundial de la Salud alertó desde la aparición de la COVID-19 que el confinamiento podría incrementar los casos de enfermedades mentales, los gobiernos del mundo, y el de México en particular, siguen destinando recursos de manera marginal a este tipo de padecimientos.

No existe todavía una cifra real de cuántos nuevos pacientes acudieron a servicios médicos psiquiátricos a causa de la pandemia. Sin embargo, el aumento en 120% de reportes de personas que pensaron en suicidarse tan sólo en la Ciudad de México en los primeros 8 meses de 2021 (que dimos a conocer en esta nota) muestra la gravedad del problema.

“Según la experiencia adquirida en emergencias pasadas, se espera que las necesidades de apoyo psicosocial y en materia de salud mental aumentarán considerablemente en los próximos meses y años. Invertir en los programas de salud mental en el ámbito nacional e internacional, subfinanciados desde hace años, es ahora más importante que nunca”, indicó la OMS.

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Para conocer las tendencias, detectar casos y brindar atención médica, la Secretaría de Salud elaboró, en colaboración con la Facultad de Psicología de la UNAM, un cuestionario que hasta el momento han respondido 100 mil personas, entre las cuales se identificaron 25 mil casos de violencia; 12 mil de abuso de sustancias; 10 mil de depresión; 8 mil de ansiedad; 5 mil de autolesiones y suicidio; 3 mil de estrés agudo; 1,500 de burnout y otros trastornos, nos dijo la doctora Diana Tejadilla, directora de Normatividad y Coordinación Institucional del Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental.

Además, con el confinamiento a causa de la pandemia, la atención médica presencial se redujo, como indica el estudio “Presupuesto para salud mental: Relevancia ante la COVID-19”, del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria.

“Durante el primer semestre de 2020 se registraron 306,918 consultas menos de salud mental respecto al mismo periodo de 2019. Ocho de cada diez consultas que se dejaron de otorgar corresponden a consulta subsecuente”, señala.

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“Las consultas médicas relacionadas a la salud mental cayeron de 534,000 a 298,000, es decir, existe una caída alrededor del 40 por ciento. Muchos padecimientos podrían haberse dejado de diagnosticar”, abundó en entrevista Judith Senyacen Méndez, investigadora del CIEP especializada en el  área de presupuesto para salud.

Pacientes abandonan tratamiento por pandemia

Esto propició que pacientes como Daniela, una joven que padece esquizofrenia, o Alejandro, quien fue diagnosticado con depresión severa, dejaran de asistir a las citas que tenían cada semana en el Hospital Fray Bernardino Álvarez, en la Ciudad de México, donde recibían terapia y medicamentos.

La madre de Daniela nos comentó que ahora ha buscado alternativas para que su hija retome su tratamiento, pues aunque compraba las medicinas que requiere, suspendieron todas las citas médicas que tenían por miedo a contagiarse de COVID-19.

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Alejandro nos dijo que él tuvo la oportunidad de tener seguimiento a través de telemedicina, un programa de consultas vía zoom, las cuales le han permitido lidiar con el confinamiento y la ansiedad.

“El médico que me trata en el Fray me dio seguimiento. También me pidió que hiciera el cuestionario que hay en la página de internet de la Secretaría de Salud”, nos platicó. 

Hay aumento de fondos, pero…

Y si bien en el nuevo Proyecto de Presupuesto de Egresos hay un importante aumento de recursos para el sector salud y se contemplan 180 millones de pesos más para la atención psiquiátrica, los fondos siguen siendo insuficientes, consideraron las especialistas consultadas por Cuestione.

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“Finalmente se sabe ya desde hace mucho tiempo que el presupuesto que se da a salud mental es bajo respecto al que recomienda la Organización Mundial de la Salud. Estamos haciendo las gestiones para que este presupuesto se incremente. Pero hay algo que quiero mencionar aquí: durante tres sexenios la rectoría en salud mental en este país fue muy pobre, fue prácticamente nula. Entonces no había una adecuada organización”, nos comentó la directora de Normatividad y Coordinación Institucional del Secretariado Técnico del Consejo Nacional de Salud Mental.

“Obviamente, para poder mantener todo esto que estamos haciendo, necesitamos más presupuesto”.

De acuerdo con la OMS los países gastan en promedio solo el 2% de sus presupuestos sanitarios en salud mental. Pero a pesar de algunos aumentos en los últimos años la asistencia internacional para el desarrollo en materia de salud mental, nunca ha superado el 1% de toda la asistencia para el desarrollo en el ámbito de la salud.

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Una buena inversión

Es importante hacer notar que por cada dólar invertido en la ampliación del tratamiento de trastornos mentales comunes, como la depresión y la ansiedad, se obtiene un rendimiento de 5 dólares en cuanto a la mejora de la salud y la productividad, señaló la OMS.

De acuerdo con el CIEP, la importancia del tratamiento de las enfermedades mentales está vinculada a que es una enfermedad funcional. Es decir, los costos de no contar con salud mental producen, además de la pérdida en la calidad de vida de las personas, pérdidas en el valor agregado en la economía nacional.

Los efectos de una débil salud mental están relacionados con los niveles de desempleo y los menores niveles de productividad, de aquí parte el efecto y costo que tiene a nivel sociedad.

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Y aunque para 2022 en México se plantea también un aumento en el presupuesto para la salud mental, Judith Senyacen Méndez, investigadora del CIEP, nos dijo que el incremento por sí solo no resuelve el problema estructural de la inversión de salud en el país.

En comparación con los 3,142 millones de pesos destinados a la salud mental en 2021, para 2022 se prevén 3,322 millones, lo que representa un incremento de 5.73%. Sin embargo, este aumento es circunstancial y no producto de una política pública que privilegie la atención a trastornos mentales, nos comentó la especialista. 

“Desde hace varios años traemos esta advertencia de una brecha importante más de 3 puntos del PIB en salud, es decir, que destinamos en el sector salud menos de la mitad de puntos PIB de lo que deberíamos destinar, no nada más por recomendaciones internacionales, sino por estimaciones que hemos hecho con costos y con la estructura demográfica del país. Entonces desde ahí es que sabemos que es insuficiente” comentó Judith Senyacen Méndez.

“Normalmente un sistema que avanza de manera mediana hacia una cobertura universal de servicios está destinando más de 6 puntos de su PIB. En México, con todo y este aumento importante que hubo para salud, llegamos a 2.9 por ciento del PIB”, observó.

¿Podrá México enfrentar la nueva epidemia de salud mental con estos recursos?

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